22-1-17 GSIA
Menos derechos para la infancia, más violencia institucional para la sociedad. Macri…., con los pibes no.
Comunicado.
Menos derechos para la infancia,
más violencia institucional para la sociedad.
“La
infancia y la adolescencia como categorías sociales, tienen una
limitación constitutiva ya que no pueden auto representarse. Así en la
mesa de negociaciones los niños, niñas y adolescentes no tienen muchas
veces quien los defienda. La infancia no “ocupa” ningún rol social, ni
productivo estratégico, ni puede organizar piquetes para tomar un
determinado espacio público para reclamar por sus postergadas
necesidades. Como los niños, niñas y adolescentes no tienen “poder”, el
destino de sus derechos es frecuentemente un dramático silencio. Y es
por esa “fragilidad” constitutiva de la infancia como actor social y por
lo que la misma representa que necesita ser colocada en un lugar
político central, para proteger y promover sus derechos”
Eduardo Bustelo
Los abajo firmantes
sostenemos que la ausencia de políticas destinadas a la protección de
la infancia de parte del gobierno de Macri en su primer año de gestión,
se agrava aún más con su iniciativa de bajar la ¨edad de imputabilidad¨,
por la que se pretende que los pibes de 14 años puedan ser perseguidos y
encarcelados.
Este
retroceso legal expone a la Argentina, al descrédito, la condena y las
sanciones internacionales, como ya ha sido advertido claramente este
Gobierno en los últimos meses por diversos Organismos Internacionales de
protección de Derechos Humanos.
El Estado Argentino
está obligado por imperativo constitucional y convencional, al rechazo a
la baja de la edad mínima penal, sustentado en el Derecho Internacional
de los Derechos Humanos, en especial en la Convención sobre los
Derechos del Niño de la ONU con rango Constitucional desde el año 1994.
El
Comité de Derechos del Niño postula que la edad mínima de
responsabilidad penal se fije en el nivel más alto posible –los 14 o 16
años-; y por imperio del principio de no regresividad, deben evitarse
bajas como surge de la propuesta veraniega que de modo “espasmódico”
emite el gobierno nacional a raíz de un hecho doloroso al comenzar un
año electoral.
Y por
si esto fuera poco, el gobierno de CAMBIEMOS con la iniciativa que
analizamos, desconoce los consensos alcanzados de los que también fueron
partícipe en su oportunidad entre la Nación, las Provincias y la CABA
en el marco del Consejo Federal de Niñez, Adolescencia y Familia de
Julio de 2015. Aquella Acta Acuerdo destaca que la política estatal para
una nueva ley penal juvenil, entre otros criterios señala que, “la edad
de punibilidad no podrá establecerse por debajo de los 16 años, en
respeto al principio de no regresividad y de progresividad en la
garantía de los derechos”.
Frente
a estos antecedentes, el Ministerio de Justicia pone en evidencia su
carencia de autoridad política para impulsar debates de tal envergadura,
debido al profundo desconocimiento de los antecedentes históricos que
la Argentina registra en este tema.
Denunciamos
la contradicción con el principio del ¨interés superior del niño¨ que
esconde la propuesta del Ministro de Justicia Germán Garavano, que
generaría una arquitectura institucional basada en la penalización de
niños, niñas y adolescentes que roza lo inconstitucional.
Sabemos
que no son hechos aislados, quieren terminar con la construcción
política de esta década basada en la ampliación de los derechos sociales
y ciudadanos para imponer un modelo de ajuste económico neoliberal. La
vulnerabilidad no es un efecto no deseado del ¨sinceramiento¨ del
mercado sino una condición del control y la represión al servicio del
poder concentrado.
Alertamos
a la sociedad sobre este nuevo intento de la derecha conservadora
argentina de imponer una agenda pública que asocia delito y
adolescencia, buscando aplicar el Código Penal a personas menores de 16
años.
Nuestra
historia social es rica en políticas, herramientas y construcciones
sociales destinadas a abordar problemáticas infanto-juveniles. No es que
no debe hacerse nada con los menores de 16 años involucrados en
comisión de delitos, sino que las intervenciones deben estar organizadas
en el marco de un sistema de políticas públicas que privilegie las
medidas socio-educativas alternativas al encierro; que sea especializado
como requiere un adolescente en proceso de desarrollo; que ponga su
prioridad en la prevención, para evitar las transgresiones penales y
promover la reintegración de aquellos que cometieron infracciones. Es
imperioso contar con una norma que, además, no permita imponer castigos
en nombre de la protección.
Consideramos
que el Régimen Penal Juvenil vigente debe ser modificado. Coincidimos
con lo señalado por los organismos de Derechos Humanos, lo ordenado por
la Corte Suprema de la Nación y también la Corte Interamericana de
Derechos Humanos. Ningún organismo de Derechos Humanos, tampoco UNICEF,
mucho menos quienes trabajan con chicos y chicas reclaman o concuerdan
con reducir la edad de punición penal.
Sabemos
que la idea de un crecimiento exponencial del delito juvenil y del
supuesto impacto en la “inseguridad” no tiene bases verificables.
Tampoco existen argumentos racionales que indiquen que para salir de la
“tutela” del actual Régimen Penal Juvenil se deba necesariamente “bajar
la edad de imputabilidad”. Existe en ese razonamiento –enarbolado
algunas veces desde una supuesta perspectiva progresista- algo de
extorsivo: el costo de obtener un régimen legal respetuoso de garantías
para los chicos y chicas -dejando atrás la Ley Nº 22.278 de la
Dictadura. El jurista chileno, Julio Cortés Morales, lo describió con
lucidez: “Hoy en día el Estado es capaz de otorgar más garantías a la
vez que incrementa los niveles de punición, resolviendo con eso dos
exigencias contradictorias, o a lo menos difíciles de conciliar”.
Nuestra
experiencia histórica enseña que el gobierno está haciendo exactamente
lo contrario de lo que se necesita para reducir la violencia social y el
delito. No confrontar claramente esta política regresiva y represiva
que postulan Macri y Garavano allana el camino de la violencia
institucional y nos aleja de la paz en nuestra patria, donde las
víctimas además son también los niños y niñas de los sectores populares.
El
cinismo de esta propuesta hacia el “piberío pobre” es un reflejo de la
concepción económica neoliberal de un Estado desertor y otra cara es la
desidia que han demostrado en la sub-ejecución presupuestaria en áreas
de salud, empleo, políticas sociales y educación; que pone en evidencia
la absoluta ausencia de compromiso del Gobierno de Macri con los
derechos de niños, niñas, adolescentes y sus familias. La reciente
desarticulación de políticas y programas destinados a la inclusión desde
el Ministerio de Educación es una evidencia de lo señalado.
Un
proyecto de país sensible a los intereses populares, jamás debería
privar a la infancia de sus derechos, ni incrementar la violencia
estatal contra la adolescencia que el propio modelo excluye.
Con
este Comunicado expresamos nuestra posición e invitamos a colegas,
especialista, organizaciones sociales y colectivos comunitarios a sumar
sus voces e ideas.
Macri…., con los pibes no.
Buenos Aires, 05 enero 2017
FIRMAS:
Adrian
Rozengardt, Alejandra Barcala, Claudio Franchello, Daniel Molina,
Felicita Elías, Gabriel Lerner, Gustavo Piantino, Jose Machain, Marcelo
Brignoni, Marisa Herrera, Paula Chinellato, Ruben Zarate.
Integrantes del Observatorio de Derechos de Infancia y Adolescencia "EDUARDO BUSTELO"
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