miércoles, 31 de marzo de 2021

ARGENTINA- Aumentó la Pobreza e Indigencia con el impacto de la pandemia - cifras

 31 de marzo de 2021 · Pag 12

En el segundo semestre de 2020 llegó al 42%. La indigencia, en 10,5%

Aumentó la pobreza con el impacto de la pandemia 

La recuperación económica no alcanzó para revertir el deterioro en los ingresos de sectores medios y bajos. Nivel de pobreza alarmante en la franja de menores de 14 años: 57,7%. 
Por Javier LewkowiczLa pobreza se ubicó en el 42 por ciento de la población argentina en el segundo semestre del 2020, lo cual implica una fuerte suba con respecto al 35,5 por ciento del mismo período del 2019, informó este miércoles el Indec. Dentro del universo de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que abarca a los 31 aglomerados urbanos del país, la cantidad de personas en situación de pobreza pasó en el curso del último año de casi 10 a 12 millones. Desde el segundo semestre de 2016, cuando el Indec cambió la metodología de cálculo de la pobreza, el indicador pasó de 30,3 por ciento al 42 por ciento
En cuanto a la indigencia, la foto en el segundo semestre del 2020 muestra un 10,5 por ciento, por encima del 8 por ciento del mismo período de 2019. En las urbes que mide la EPH hay 3 millones de personas indigentes. El dramático cuadro social muestra el impacto negativo de la pandemia sobre los ingresos y empleo junto a la dinámica de la inflación en alimentos.
En perspectiva
El informe oficial publicado ayer correspondiente al segundo semestre del año pasado muestra que casi uno de cada tres hogares está en situación de pobreza. Se trata del 31,6 por ciento de las familias, que supone el 42 por ciento de las personas. En consecuencia, sólo el 58 por ciento de las personas no son pobres. Dentro del conjunto que está por debajo de la línea de pobreza, el 7,8 por ciento de los hogares, que implica el 10,5 por ciento de las personas, es indigente.
Para poner estos datos en perspectiva, vale utilizar la serie de datos desarrollada por los investigadores Guido Zack, Daniel Schteingart y Federico Favata, quienes encontraron que bajo la metodología actual, la pobreza hubiera sido del 57 por ciento en 2003. Para encontrar un valor como el actual (42 por ciento) hay que remontarse a mediados de 2006.
En relación a los datos del segundo semestre del 2019, la cantidad de hogares/personas en situación de pobreza aumentó en un 18,3 por ciento. En el caso de la cantidad de hogares/personas indigentes, el incremento interanual fue del 31,3 por ciento.
Entre octubre 2001 y mayo de 2002, en la mayor crisis socio-económica de la historia argentina, la cantidad de hogares/personas en situación de pobreza subió un 38 por ciento, mientras que la indigencia saltó un 82 por ciento.
Más lejos
En el segundo semestre de 2020, el ingreso total familiar promedio de los hogares pobres fue de 29.567 pesos, mientras que la canasta básica, que se utiliza para definir la línea de pobreza, alcanzó los 50.854 pesos. La distancia entre el ingreso y la canasta también subió, es decir que no sólo hay mayor cantidad de pobres sino que los pobres están más lejos de revertir su situación.
Entre los niños (de 0 a 14 años) la pobreza asciende al 57,7 por ciento, de modo que en el país hay más personas de esa edad que son pobres que los que no lo son. Un año atrás, ese número estaba en el 52,3 por ciento. También subió fuerte la pobreza en la franja de 15 a 29 años, desde 42,5 por ciento a 49,2 por ciento. Entre los 30 y 64 años, el avance fue de 30,5 a 37,2 por ciento. En este contexto, un dato no tan malo es la relativa estabilidad de la pobreza en la franja de 65 años y más, dado que pasó del 11,3 al 11,9 por ciento.
El desagregado regional muestra que en el Conurbano bonaerense la pobreza llegó al 51 por ciento de las personas y la indigencia, al 15,2 por ciento. Un año atrás, la pobreza en ese distrito era del 40,5 por ciento y la indigencia, del 11,3 por ciento. En el segundo semestre de 2018, la pobreza en el Conurbano era del 35,9 por ciento. También superó el promedio de pobreza el Gran Mendoza (44 por ciento), Gran Resistencia (53,6), Gran Tucumán-Tafí Viejo (43,5) y Concordia (49,5).
Pierden la carrera
La suba de la pobreza se explica por ingresos que son superados por la evolución de los precios de los alimentos y de los servicios básicos. Por el lado de los ingresos, el Indec calculó que en diciembre pasado frente al mismo mes de 2019 el avance del salario fue del 33 por ciento. Pero además, según el Ministerio de Trabajo el empleo registrado perdió 222 mil puestos a lo largo del año. Es de suponer que el impacto entre los no registrados haya sido mucho mayor.
En el mismo período, el capítulo de alimentos y bebidas del IPC-Indec subió un 42,1 por ciento, con especial subas en carnes y derivados, frutas, verduras y legumbres. Por ello, la canasta alimentaria, que define la línea de indigencia, avanzó en 2020 un 45,5 por ciento. Gracias al congelamiento de los servicios públicos, la suba de la canasta básica fue algo más moderada, del 39,1 por ciento.
El 2020 arrojó entonces una retracción del empleo en conjunto con un fuerte deterioro del poder adquisitivo de las personas que mantuvieron su puesto. Esto se dio en un contexto de pandemia pero también de fuertes controles de precios y congelamiento en muchos rubros, algo que este año no va a continuar en esa magnitud. Los datos también muestran que las medidas oficiales para contener el impacto de la pandemia, si bien permitieron que la situación no empeorara todavía más, es a las claras insuficiente para contener la retracción del ya muy deteriorado tejido social.
https://www.pagina12.com.ar/333029-aumento-la-pobreza-con-el-impacto-de-la-pandemia

Los datos corresponden al segundo semestre de 2020

La pobreza alcanzó al 42% de las personas y al 31,6% de los hogares

El índice de pobreza llegó al 42% al término del segundo semestre del 2020, 6,5 puntos porcentuales por encima del 35,5% de igual período de 2019, informó este miércoles el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
Además, el Índice de Indigencia, que comprende a las personas cuyos ingresos no alcanzan para comprar el mínimo de comida para la subsistencia, se ubicó en el 10,5%, contra el 8% del semestre julio-diciembre de 2019.
Entre ambas mediciones, el Producto Bruto Interno, (PBI) cayó un 9,9 % producto de las restricciones que se aplicaron para evitar la propagación de la Covid 19, al tiempo que la inflación fue de 36,1%.
Al cierre del primer semestre de 2020, el índice de pobreza se había ubicado en 40,9%, lo que significó un incremento de 5,5 puntos porcentuales respecto al 35,4% de igual período de 2019. En tanto, el Índice de Indigencia ascendió al 10,5% al término del primer semestre, contra el 7,7% de enero-junio del año pasado.
De esta forma, con respecto al primer semestre de 2020, al cierre del segundo semestre se registró un aumento en la cantidad de personas en situación de pobreza de 1,1 puntos porcentual, en tanto la indigencia se mantuvo en el mismo valor para el conjunto de la población cubierta por la encuesta.
El índice se elabora al contrastar los ingresos de personas y hogares -grupo familiar- frente a una canasta de alimentos, indumentaria y determinados productos, en el caso de la pobreza, y solo de carácter alimentario en el caso de la indigencia.
En el caso del Índice de Pobreza, la Canasta Básica Total aumentó 39,1% al cierre del año pasado, debido a que una pareja con dos hijos necesitó percibir ingresos por $ 54.207 para cubrir sus necesidades, mientras que la Canasta Alimentaria subió 45,5%, con una necesidad de ingresos de $22.680 para el mismo grupo familiar.
De cara a estos aumentos en los precios de alimentos y servicios, durante el año pasado, los salarios de los trabajadores privados se incrementaron 34,4%, los haberes del sector público, 26,8% y los empleados “en negro”, 39%, según la medición del Indec.
Si se toma una población estimada en 45,8 millones de habitantes, estas cifras implican que 19,2 millones de personas se encuentran en situación de pobreza, y entre ellos 4,5 millones son indigentes.
Por edades, entre los recién nacidos y los jóvenes de hasta 14 años, el Índice de Pobreza alcanza al 57,7% de ese grupo etario, y explica el 49,2% entre aquellos que tienen entre 15 y 29 años.
En lo que respecta a los grandes centros urbanos, los mayores niveles de pobreza se notaron en Resistencia, Chaco, con el 53,6% de la población; seguida por los partidos del Gran Buenos Aires, con el 51%; Concordia, 49,5%; San Nicolás-Villa Constitución, 43,6%, y el Gran Tucumán, con el 43,5% del total.
Según el Indec, en el caso de la indigencia, entendida esta como la gente cuyos ingresos no alcanzan para alimentarse, al cierre de 2020 comprendió al 15,2% de los habitantes del Gran Buenos Aires; 12,3% en en el gran centro urbano Neuquén-Plotier.
A los que se sumaron Resistencia, Salta y Mar del Plata, con un nivel apenas superior al 10%.
Por el contrario, los menores niveles de pobreza se anotaron en la Ciudad de Buenos Aires, con el 16,5%; y Bahía Blanca 24; mientras que el resto de los grandes centros urbanos se ubicaron todas por encima del 30 %.
El Indec informó que el porcentaje de hogares por debajo de la línea de pobreza (LP) alcanzó el 31,6%; donde residen el 42 % de las personas económicamente activas.
Dentro de este conjunto se distingue un 7,8% de hogares por debajo de la línea de indigencia (LI), que incluyen al 10,5% de las personas.
Esto implica que, para el universo de los 31 aglomerados urbanos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), por debajo de la LP se encuentran 2.926.890 hogares que incluyen a 12.000.998 personas y, dentro de ese conjunto, 720.678 hogares se encuentran por debajo de la LI, e incluyen a 3.007.177 personas indigentes.
“No solo hubo un aumento en la incidencia de pobreza respecto del primer semestre de 2020, sino que la situación de las personas bajo la línea de pobreza empeoró por la mayor distancia entre sus ingresos y la Canasta Básica Total”, concluyó el Indec.

https://www.pagina12.com.ar/332960-la-pobreza-alcanzo-al-42-de-las-personas-y-al-31-6-de-los-ho?cx_testId=3&cx_testVariant=cx_1&cx_artPos=0#cxrecs_s

jueves, 25 de marzo de 2021

Argentina- 24 de marzo: Plantamos memoria

 24-3-2021 Diario Pagina 12

A 45 años del golpe genocida-  

24 de marzo: Plantamos memoria

Las y los lectores de Página/12 se sumaron a la convocatoria para recordar a les 30 mil. 


VER FOTOS en
https://www.pagina12.com.ar/331531-24-de-marzo-plantamos-memoria


24 de marzo: Verdad y azote

Felix Crouse- * Integrante de Justicia Legítima. 

Cuando en las catacumbas de la Inquisición se torturaba a los herejes, éstos siempre eran culpables. Si confesaban el pecado, por la confesión. Si no lo hacían, por perseverar en la herejía.
La violencia y la verdad son dos columnas sobre las que descansa todo el poder de la Justicia. Se busca la verdad, y si esa verdad establece la culpabilidad del acusado, llega la violencia de la pena.
Lo que está prohibido es recurrir a la violencia para llegar a la verdad. No se puede forzar la confesión, no se puede torturar, no se puede detener antes de una sentencia como estrategia para resolver un caso.
Suele decirse que si en la dictadura el poder judicial hubiera cumplido su cometido, la dictadura no habría podido cometer los crímenes que cometió. Es un razonamiento ingenuo y equivocado: no hay dictadura con Poder Judicial independiente ni eficaz para contenerla. Y el Poder Judicial no tenía vocación de poner límites.
El terrorismo de Estado comenzó bastante antes de 1976, durante el degradado gobierno de Isabelita. Por entonces había jueces de la democracia. Varios de ellos fueron cómplices o encubridores de esos crímenes. Algunos luego procesados y encarcelados por esos hechos.
Con el retorno democrático, identificar al Poder Judicial y a esos jueces en particular como parte del poder dictatorial, y no como un dispositivo de freno fallido, costó aún más que encausar a los militares, al fin de cuentas solo los matarifes de José Alfredo Martínez de Hoz.
Pero hubo una coincidencia: tampoco en su caso la iniciativa surgió del Poder Judicial. Una vez más los familiares querellantes los identificaron y bregaron por sacarlos del despacho y sentarlos en el banquillo de los reos ante la abulia o fingida sorpresa de sus colegas.
Es que para el Poder Judicial tanto el 24 de marzo de 1976 como el 10 de diciembre de 1983 no sucedió nada determinante dentro del Palacio de Tribunales.
Tan jueces son para la grey togada los que juran por la Constitución como los que lo hicieron en su momento por el Estatuto del Proceso.
Jamás ninguno de los últimos fue repudiado ni raleado por sus pares de la democracia. Tampoco fue motivo para impedir su regreso y ascenso, hasta hoy, cuando varios siguen haciendo zancadillas a los juicios por los crímenes de la dictadura que antes los acunó.
En los juzgados nadie descolgó los cuadros de los jueces de la dictadura. No es una metáfora fácil: en algunos juzgados es costumbre colocar los cuadros de los jueces. Entre 1976 y 1983 solo cambió el ancho de las solapas de los trajes.
Quizás no sea la Corte sino todo el Poder Judicial el que se autoperciba como un Estado Libre Asociado a la República Argentina, según la amarga caracterización que saca sonrisas socarronas en los cafés frecuentados por el proletariado avenegra.
Nadie debería sorprenderse entonces de que en el presente la “terapia de la reja”, esa violencia ejercida sin sentencia para conseguir la confesión, esa verdad hija del azote abolido en 1813, sobrevuele nuevamente el Palacio. Supone honrar una oscura tradición judicial, donde el dolor humano tributa a la ideología y los intereses de Sus Señorías y sus patrones.
Como en el cuento “La Colonia Penitenciaria” de Kafka, la Ley se escribe con sangre en la carne de los reos. Sean guerrilleros, rebeldes, insumisos, marginales y, si es menester, empresarios.
La verdad, hoy como ayer, se moldea con la violencia.

https://www.pagina12.com.ar/182944-24-de-marzo-verdad-y-azote
 




Argentina- Complicidades que amparan la violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes

 25-3-21 Diario Pagina 12

Complicidades que amparan la violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes

Susana Toporosi - * Psicoanalista de niños, niñas y adolescentes.

¿Cuántas complicidades se necesitan para mantener la pesada cadena de la apropiación de los cuerpos de niños, niñas y adolescentes en la violencia sexual por parte de las instituciones del poder?
La violencia sexual contra niños, niñas y adolescentes es un analizador de la sociedad machista y clasista en la que vivimos, o sea, deja a la vista, para que los vayamos descubriendo uno a uno, los eslabones de una trama abrumadora de complicidades institucionales.
Hace pocos días absolvieron al excura Carlos Eduardo José que ejerció violencia sexual contra quien era una niña de jardín y luego una adolescente, Mailín Gobbo. No sólo operó con total impunidad para sacarla de clase durante todo el tiempo que él quisiera para abusarla en el ámbito del Instituto José Obrero de Caseros, sino que además usó su poder de sacerdote para someter a su familia a la cual visitaba bajo la excusa de su capacidad de sanación, para lograr la confianza que le franqueara el acceso a permanecer a solas con su hija en su habitación “para sanarla”.
Docentes y padres que quedaban entregados a la confianza hacia una figura empoderada por la institución de la Iglesia, por ser supuestamente protectora.
Pero entendamos bien. La confianza no era hacia la persona individual del excura, sino a su investidura por parte de la institución que lo había empoderado en el cargo que le había otorgado. Esto significa que es la institución también la que fue violentada por Carlos Eduardo José al haberla defraudado en la confianza otorgada.
¿Qué hizo la institución Iglesia Católica frente a uno de los suyos que violó la confianza que la propia institución había depositado en él para educar?
En lugar de sentirse agraviada suspendiendo al excura hasta que se investigue lo denunciado lo trasladó a otra escuela, lo protegió escondiéndolo una semana en un seminario, tiempo en el que permaneció prófugo de la justicia. O sea, amparó al violento, desamparó a los violentados y a todas las comunidades educativas que confían en ella. Una red de complicidades que no constituye un caso aislado sino un modo habitual de operar.
¿Entendemos la gravedad que tiene que una institución que se ocupa de la educación de niños, niñas y adolescentes, con muchísimas escuelas a su cargo, frente al riesgo de quedar cuestionada, intente negar y tapar sus fallas y hasta los delitos que se cometen en su interior, trasladando a quien es un agresor de niños, un delincuente, a otra escuela, a otra comunidad, para que lo siga haciendo? ¿Cuál es la confianza que podrán tener padres de niños, niñas y adolescentes para entregar la educación de sus hijos en manos de una institución que va a velar por la reproducción de sus propios privilegios sin considerar la protección de derechos de las infancias que sus actos, como institución que toma a su cargo tareas educativas, deberían reflejar?
¿Cuál es el nivel de sometimiento que se necesita por parte de la comunidad para poner de costado estas acciones institucionales y seguir apostando a la educación en manos de la Iglesia Católica?
La complicidad de la justicia patriarcal aporta sus escabrosos eslabones a esta pesada cadena de complicidades: para otras tres jóvenes que se animaron a denunciar al excura sus denuncias prescribieron. Y en el caso de una cuarta joven que se animó a denunciarlo, le tomaron declaración en la fiscalía en presencia de los abogados del excura, quienes en una clara maniobra machista revictimizante le pidieron que describiera el tamaño del pene del agresor, con lo cual la joven, arrasada, no pudo volver a declarar.
El marco social de impunidad que construyen estos representantes institucionales para los delitos de violencia sexual entorpece y obstruye el proceso individual de elaboración psíquica del traumatismo padecido por cada niño, niña o adolescente y sus adultos protectores.
El trabajo psicoterapéutico no alcanza. La reparación de cada psiquismo individual depende también de que se logre desarticular esas pesadas cadenas de impunidad. Que las instituciones que operan con complicidad sólo preocupadas por sostener sus propios privilegios sean interpeladas por el discurso social. Que se cuestione su idoneidad para seguir a cargo de tareas tan sensibles como son las educativas o de administración de justicia para las infancias y adolescencias.
Si es reconocido como un delito en el discurso social, si el abusador es castigado por la ley, si se hace público quién fue el que causó el daño y quién fue dañado, el procesamiento en el psiquismo de la víctima tendrá mejores posibilidades. No alcanza con el trabajo psicoterapéutico. El marco social de impunidad para los delitos de abuso entorpece el proceso individual de elaboración psíquica de cada niño, niña o adolescente abusada.

https://www.pagina12.com.ar/331724-complicidades-que-amparan-la-violencia-sexual-contra-ninos-n

lunes, 15 de marzo de 2021

Mundo- Desmercantilizar Descolonizar y Despatriarcalizar

 28-2-2021 Diario El Pais- Ideas


Desmercantilizar Descolonizar y Despatriarcalizar

por  Boaventura de Souza Santos


Bajar articulo en 

Downloads/Desmercantilizar%20Descolonizar%20y%20Despatriarcalizar_El%20PaÃ_s_28Febrero2021.pdf

CLACSO-Mes de las Mujeres: Antologías esenciales. Barrancos / Olivera / Jelin / Ziccardi

 13-3-2021 CLACSO


En el Mes de las Mujeres CLACSO invita a reflexionar sobre las múltiples problemáticas que plantea el género a través de la lectura de sus cuatro Antologías Esenciales escritas por mujeres.

Elizabeth Jelin estudia las intersecciones entre familia, unidad doméstica, trabajo y género.

Mercedes Olivera desarrolla un pensamiento y un quehacer incesante como feminista en torno a la exposición de las causas estructurales de la violencia de género en el sur de México y Centroamérica.

Dora Barrancos aborda la presencia femenina en los dominios públicos, las disidencias sexuales y la historia de los feminismos y de las mujeres.

Alicia Ziccardi indaga los fenómenos urbanos latinoamericanos proponiendo un enfrentamiento continuo con las desigualdades de todo tipo: sociales, urbanas y de género.

Estas cuatro antologías de pensadoras fundamentales de las ciencias sociales latinoamericanas se encuentran disponibles en acceso abierto en nuestra Librería Latinoamericana.

DESCARGAR TEXTOS en
http://r.noticias.clacso.edu.ar/mk/mr/LDzSJDRaUS3sc6Mz0x6hV9VYhqlKoh0IauaNMGmRpwA9JXHli-gakHqkmPteoX5zYUvOVWgBhxidoUngT8W_NQUgQQNlmT2_klIBPuqPKOBh0Ahu7g

martes, 9 de marzo de 2021

Mundo- Dossier especial #8M2021

 8-3-2021 Rev Nueva Sociedad

Dossier especial #8M2021

Las elites también mataron a Berta Cáceres
Las elites hondureñas son también responsables del crimen de la luchadora de izquierda, ecologista y feminista, en marzo de 2016. Su planificación desnudó las oscuras relaciones entre el poder económico y el poder político en Honduras. Por Christian Duarte

Lecturas sobre feminismo y neoliberalismo
Varias autoras están problematizando el neoliberalismo y su convergencia con formas autoritarias y violentas. A su vez, las formas neoliberales en regiones como América Latina implican un archivo clave sobre la violencia originaria del capitalismo. Estas cuestiones permiten animar la crítica al neoliberalismo con preocupaciones feministas sobre la dinámica moralizadora, financiera y desposesiva que arremete contra cuerpos y territorios. Por Verónica Gago

Feminismos: una revolución que Marx no se pierde
La relación entre el marxismo y el feminismo ha sido abordada al menos desde dos lógicas: la del amor romántico y la de la supuesta ceguera de Karl Marx sobre la cuestión de género. La celebración del bicentenario de su nacimiento ofrece una oportunidad de revisar esas figuras y explorar nuevas lecturas de un vínculo de indudable productividad. Es necesario, para eso, sortear los reduccionismos que acechan a ambas tradiciones (marxista y feminista). Por Laura Fernández Cordero

El tsunami feminista
¿En qué consiste la cuarta ola de feminismo? ¿Cómo pudo expandirse al conjunto del planeta? Multicultural, pensado para el «99%», definido por la tecnología, con puentes con el ecologismo y, no menos importante, intergeneracional, el feminismo 4.0 está erosionando los cimientos del patriarcado y politizando a nuevas generaciones sin perder los vínculos con las antiguas. Y, sobre todo, está en el corazón de diversos tipos de revueltas políticas, sociales y culturales que atraviesan el mundo actual.
 Por Nuria Varela

Las mujeres y las regiones fronterizas latinoamericanas
Movilidades, violencias y agencias
Las experiencias de las mujeres en las fronteras vienen generando un interés creciente, alentado por los enfoques críticos en las ciencias sociales y el activismo feminista. En ese marco, es posible echar luz sobre las dinámicas circulatorias fronterizas, la violencia de género y el imperativo de marcar el cuerpo de las mujeres en las áreas limítrofes latinoamericanas. Pero también sobre los contradictorios procesos de sobrecarga productiva y reproductiva femenina, y su vinculación con la articulación de una agencia transfronteriza. Por Menara Lube Guizardi


https://mail.google.com/mail/u/0/#inbox/FMfcgxwLsmkhqHNlNnLrSzVqWMpRphpn

Argentina- Tarjeta Alimentar y hogares destinatarios (AUH-AUE- Distintas capacidades)

 9-3-2021 ODSA 

La Tarjeta ALIMENTAR a un año de su implementación. Una caracterización sociodemográfica, socioalimentaria y socioeconómica de los hogares destinatarios


El Observatorio de la Deuda Social Argentina tiene el agrado de informar que se encuentra disponible en soporte digital el informe especial: “La Tarjeta ALIMENTAR a un año de su implementación. Una caracterización sociodemográfica, socioalimentaria y socioeconómica de los hogares destinatarios ”. El estudio se realizó en el marco del convenio de colaboración entre el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y la Universidad Católica Argentina.

El estudio presenta información descriptiva de los hogares y la población destinataria de la Tarjeta ALIMENTAR, una transferencia dirigida a hogares con niños / as de 0 a 6 años que reciben la Asignación Universal por Hijo (AUH), personas con discapacidad sin límite de edad que recibe la AUH y las embarazadas a partir de tres meses que cobren la Asignación Universal por Embarazo (AUE), y está orientada a la compra de alimentos y bebidas no alcohólicas.


bajar en  
http://wadmin.uca.edu.ar/public/ckeditor/Observatorio%20Deuda%20Social/Documentos/2021/2021-OBSERVATORIO-INF-ESP-TARJETA-ALIMENTAR-VF.pdf

domingo, 7 de marzo de 2021

Latinoamerica- Contagio viral Contagio Económico- CLACSO (libro)

 7-3-2021 CLACSO

Contagio Viral- Contagio Económico

Pierre Salama



CLACSO y ALAS, en un esfuerzo conjunto de edición, publican el ensayo Contagio viral, contagio económico, del reconocido latinoamericanista Pierre Salama. América Latina sufre una tendencia al estancamiento económico. Es una crisis estructural. La pandemia ha acentuado profundamente esta crisis y con ella las desigualdades ya insostenibles. El futuro no es ni conocido ni inevitable. Las tendencias son predecibles y dependen tanto de factores exógenos incontrolables como de la evolución de las relaciones de poder generadas por la crisis. Se puede considerar que, para todos los países, la amplitud de la crisis económica favorece el desarrollo de nuevas formas de dominación estatal. Sin embargo, si la crisis persiste y se desarrolla, con su procesión de nuevos pobres que se sumarán a los que ya lo eran, y con el empobrecimiento de las clases medias, como es probable que ocurra en América Latina, entonces el Estado parecerá cada vez más incapaz de encontrar soluciones para aliviar su costo social.

No obstante, la pandemia también puede ser una oportunidad para un cambio profundo y para decidir un conjunto de medidas estructurales que favorezcan tanto los aspectos sociales como los ambientales, para finalmente tomar el camino del desarrollo sostenible.



http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20210303102414/Contagio-viral.pdf

lunes, 1 de marzo de 2021

Mundo- Una nueva guerra fría en un planeta en llamas: Biden, el cambio climático y China

 28-2-2021 Sin Permiso

Una nueva guerra fría en un planeta en llamas: Biden, el cambio climático y China

 por Michael T. Klare

Reducir el ritmo del cambio climático y ponerse "duro" con China, especialmente por sus violaciones de derechos humanos y prácticas comerciales desleales, se encuentran entre las principales prioridades que el presidente Biden ha anunciado para su nueva administración. Evidentemente, cree que puede domesticar a una China en ascenso con duras tácticas de presión, sin dejar de ganar su cooperación en áreas que preocupan a Washington

Como escribió en Foreign Affairs durante la campaña de las elecciones presidenciales, “La forma más eficaz de enfrentar ese desafío es construir un frente unido de aliados y socios de EEUU para hacer frente los comportamientos abusivos y las violaciones de los derechos humanos de China, incluso si al mismo tiempo buscamos cooperar con Beijing en asuntos en los que nuestros intereses convergen , como el cambio climático". Sin embargo, si el nuevo presidente realmente cree que puede construir una coalición internacional contra China  y asegurar la cooperación de Beijing sobre el cambio climático, se engaña seriamente. De hecho, aunque pudiese provocar una nueva guerra fría, no evitaría que el planeta se caliente de manera insoportable en el proceso.

Sin duda, Biden es consciente de los peligros del calentamiento global. En ese mismo  artículo de Foreign Affairs, lo calificó nada menos que de “amenaza existencial”, que pone en peligro la supervivencia de la civilización humana. Reconociendo la importancia de confiar en la experiencia científica (a diferencia del presidente anterior, que inventó repetidamente su propia versión de la realidad científica), Biden comparte la conclusión del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU de que el calentamiento debe limitarse a 1,5 grados Celsius por encima de la temperatura pre -niveles industriales o habrá un desastre. Asimismo se ha comprometido a "volver a sumarse al acuerdo climático de París el primer día de la administración Biden", lo que ha hecho y “realizar inversiones masivas y urgentes en casa que pongan a los Estados Unidos en el camino correcto para tener una economía de energía limpia con emisiones netas [de gases de efecto invernadero] cero en 2050”, el objetivo establecido por el IPCC.

Incluso estas medidas tan dramáticas, indicó, no serán suficientes. Otros países tendrán que unirse a Estados Unidos para avanzar hacia un estado global "neto cero" en el que cualquier emisión de carbono se compensaría con la eliminación de carbono equivalente. "Dado que Estados Unidos emite solo el 15 por ciento de las emisiones globales", escribió, "aprovecharé nuestra autoridad económica y moral para alentar al mundo a tomar medidas decididas, uniendo a las naciones para que eleven sus ambiciones e impulsen su progreso más y más rápido".

China, el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo en este momento (aunque EEUU sigue siendo el número uno históricamente ), obviamente sería el socio natural de Washington en este esfuerzo. Aquí, sin embargo, es probable que la postura antagónica de Biden hacia ese país sea un impedimento significativo. En lugar de priorizar la colaboración con China en la acción climática, ha decidido castigar a Beijing por su continua dependencia del carbón. El plan climático de Biden, escribió en Foreign Affairs, "incluye insistir en que China ... deje de subsidiar las exportaciones de carbón y de subcontratar la contaminación a otros países financiando proyectos de energía sucia de combustibles fósiles por valor de miles de millones de dólares a través de su iniciativa Belt and Road". Y ha ido más allá al describir el esfuerzo futuro para lograr una economía verde como una lucha potencialmente competitiva, no colaborativa, con China, diciendo:

“Haré que la inversión en investigación y desarrollo sea una piedra angular de mi presidencia, para que Estados Unidos esté a la cabeza de la innovación. No hay ninguna razón por la que debamos quedarnos detrás de China o de cualquier otro país en lo que respecta a la energía limpia ".

Desafortunadamente, aunque no se equivoca en los desafíos del cambio climático en China (similar, en muchos aspectos, a los de EEUU), no se puede tener ambas cosas. Si el cambio climático es una amenaza existencial y la colaboración internacional entre los peores emisores de gases de efecto invernadero es clave para superar ese peligro, desencadenar conflictos con China por su comportamiento energético es una forma contraproducente de empezar. Independientemente de los obstáculos que plantee China, su cooperación para lograr ese límite de 1,5 grados es fundamental. "Si no hacemos esto bien, nada más importará", dijo Biden sobre los esfuerzos globales para hacer frente al cambio climático. Lamentablemente, su insistencia en confrontar China en tantos frentes (y nombrar “halcones” anti China en su equipo de política exterior para hacerlo) garantiza que se equivoque. La única forma de evitar un cambio climático catastrófico es que Estados Unidos evite una nueva guerra fría con China mediante la elaboración de un conjunto de planes de cooperación con Beijing para acelerar la transición global a una economía verde.

Por qué la cooperación es esencial

Con tal cooperación en mente, revisemos los conceptos básicos sobre cómo estos dos países afectan al consumo mundial de energía y las emisiones globales de carbono: Estados Unidos y China son los dos principales consumidores de energía del mundo y sus dos principales emisores de dióxido de carbono, o CO2, el principal gas de efecto invernadero. Como resultado, ejercen una influencia enorme en la ecuación climática global. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), China representó aproximadamente el 22% del consumo mundial de energía en 2018; Estados Unidos, el 16%. Y dado que ambos países dependen en gran medida de los combustibles fósiles para la generación de energía (China principalmente del carbón, EEUU más del petróleo y el gas natural), sus emisiones de dióxido de carbono representan una proporción aún mayor del total mundial: China sola, casi el 29% en 2018; Estados Unidos, el 18%; y sumados, un asombroso 46%.

Sin embargo, lo que realmente importa es lo que sucederá en el futuro. Si el mundo quiere evitar que las temperaturas globales se eleven por encima de ese umbral de 1,5 grados Celsius, todas las economías importantes deberían iniciar pronto una trayectoria descendente en términos de consumo de combustibles fósiles y emisiones de CO2 (junto con un aumento compensatorio en la producción de energía renovable ). Sin embargo, es bastante espantoso que, en sus trayectorias actuales, durante las próximas dos décadas, el consumo sumado de combustibles fósiles y emisiones de carbono de China y los Estados Unidos todavía aumentarán, no disminuirán, antes de estabilizarse en la década de 2040 a un nivel muy por encima del nivel neto cero. Según la AIE, si los dos países mantienen más o menos sus trayectorias actuales, su consumo combinado de combustibles fósiles sería aproximadamente un 17% más alto en 2040 que en 2018, incluso si sus emisiones de CO2 aumentarían “solo” un 3%. Cualquier aumento de ese tipo durante las próximas dos décadas implica una sola cosa para la humanidad: la catástrofe.

Es cierto que se espera que ambos países aumenten sustancialmente su inversión en energía renovable durante los próximos 20 años, incluso cuando se espera que lugares como India representen una parte cada vez mayor del uso global de energía y de emisiones de CO2. Aún así, mientras Beijing y Washington continúen liderando el mundo en ambas categorías, cualquier esfuerzo para lograr el cero neto y evitar un cataclismo climático casi inimaginable tendrá que recaer en gran medida sobre sus hombros. Sin embargo, esto requeriría una reducción colosal en el consumo de combustibles fósiles y el aumento de las energías renovables a una escala diferente a cualquier proyecto de ingeniería que este planeta haya experimentado antes.

El Instituto de Cambio Climático y Desarrollo Sostenible de la Universidad de Tsinghua, un influyente grupo de expertos chino, ha calculado lo que podría implicar la remodelación del sistema de energía eléctrica dependiente del carbón de China para alcanzar el objetivo de un límite de 1,5 grados de calentamiento global. Sus investigadores creen que, durante las próximas tres décadas, esto requeriría desarrollar el equivalente de tres veces la capacidad actual de energía eólica mundial y cuatro veces la energía solar con un coste de aproximadamente $ 20 billones.

Se requerirá una transformación similar en Estados Unidos, aunque con algunas diferencias: si bien este país depende mucho menos del carbón que China para generar electricidad, depende más del gas natural (un emisor menos potente de CO2, pero un combustible fósil, no obstante) y su red eléctrica - como los acontecimientos recientes en Texas han demostrado - esta lamentablemente muy poco preparada para el cambio climático y tendrá que ser reconstruida sustancialmente con un coste enorme.

Y eso representa solo una parte de lo que se necesita hacer para evitar una catástrofe planetaria. Para eliminar las emisiones de carbono de los vehículos propulsados ​​por petróleo, ambos países tendrán que reemplazar toda su flota de automóviles, camionetas, camiones y autobuses con otros con motores eléctricos y desarrollar combustibles alternativos para sus trenes, aviones y barcos, un desafío parecido en su magnitud y coste.

Hay dos formas de hacer todo esto: separados o cooperando. Cada país podría diseñar su propio plan para dicha transición, desarrollando sus propias tecnologías ecológicas y buscando financiación dondequiera que se pueda encontrar. Al igual que en la competencia por las telecomunicaciones de quinta generación (5G), cada potencia podría negarse a compartir el conocimiento científico y técnico a su rival e insistir en que sus aliados compren solo sus equipos, se adapten mejor o no a sus propósitos, la postura adoptada por la administración Trump con respecto a la tecnología inalámbrica 5G de la empresa china Huawei. Alternativamente, Estados Unidos y China podrían cooperar en el desarrollo de tecnologías verdes, compartir información y conocimientos y trabajar juntos para difundirlos en todo el mundo.

Sobre la cuestión de qué enfoque tiene más probabilidades de lograr el éxito, la respuesta es demasiado obvia para insistir en ella. Solo aquellos dispuestos a arriesgar la supervivencia de la civilización elegirían la primera y, sin embargo, esa es la opción que pueden adoptar ambas partes.

Por qué una nueva guerra fría impedirá la salvación climática

Quienes en Washington favorecen un enfoque más duro hacia China y el refuerzo de las fuerzas militares estadounidenses en el Pacífico afirman que, bajo el presidente Xi Jinping, el régimen comunista chino se ha vuelto más autoritario domésticamente y más agresivo en el exterior, poniendo en peligro a aliados clave de Estados Unidos en el Pacífico y amenazando sus intereses vitales. Ciertamente, cuando se trata de la creciente represión de los musulmanes uigures en la provincia de Xinjiang o de los activistas a favor de la democracia en Hong Kong, hay pocas dudas de la perfidia de Beijing, aunque en otros temas hay espacio para el debate. Sin embargo, sobre otro tema, realmente no debería haber lugar para el debate: el impacto que una nueva guerra fría entre las dos grandes potencias del planeta tendría sobre las posibilidades de lograr una respuesta global con exito ante un planeta que se calienta rápidamente.

Hay varias razones obvias para esto. Primero, una mayor hostilidad asegurará una búsqueda competitiva en lugar de colaborativa de soluciones vitales, lo que resultará en recursos desperdiciados, financiamiento inadecuado, investigación duplicada y obstáculos a la diseminación internacional de tecnologías verdes avanzadas. Un indicio de ese futuro está siendo el desarrollo competitivo, en lugar de colaborativo, de las vacunas para Covid-19 y su distribución angustiosamente caótica en África y el resto del mundo en desarrollo, lo que garantiza que la pandemia continuará en 2022 o 2023, con un aumento continuo del número de muertos.

En segundo lugar, una nueva guerra fría dificultará la diplomacia internacional a la hora de garantizar el cumplimiento mundial del acuerdo climático de París. Una lección clave para el futuro es que la cooperación entre el presidente Barack Obama y Xi Jinping hizo posible el acuerdo en primer lugar, poniendo presión sobre potencias renuentes pero vitales como India y Rusia para que se unieran también. Una vez que el presidente Trump sacó a Estados Unidos del acuerdo, ese espacio se evaporó y la adhesión global se evaporó. Solo recreando tal alianza climática entre Estados Unidos y China será posible acorralar a otros actores clave para que cumplan de verdad los objetivos. Como sugirió recientemente  Todd Stern, el principal negociador estadounidense en la cumbre climática de París de 2015, "simplemente no hay forma de contener el cambio climático en todo el mundo sin un compromiso total de ambos países".

Un entorno de guerra fría convertiría esa cooperación en una fantasía.

En tercer lugar, tal atmósfera garantizaría un aumento masivo de los gastos militares en ambas potencias, absorbiendo los fondos necesarios para la transición a una economía de energía verde. Además, a medida que se acelerase el ritmo de la militarización, el uso de combustibles fósiles sin duda aumentaría, ya que los gobiernos de ambos países favorecían la producción en masa de tanques, bombarderos y buques de guerra que consumen mucha gasolina.

Por último, no hay razón para suponer que una guerra fría siempre seguirá siendo fría. El enfrentamiento actual entre Estados Unidos y China en el Pacífico es diferente al que existió entre Estados Unidos y la Unión Soviética en Europa durante la Guerra Fría histórica. Ya no existe nada parecido a un “Telón de Acero” para definir los límites entre los dos bloques o evitar que sus fuerzas militares se enfrenten. Si bien entonces el riesgo de guerra en Europa estaba siempre presente, cada lado sabía que si cruzaba las fronteras podría desencadenar un intercambio nuclear y, por lo tanto, resultar suicida. Hoy, sin embargo, las fuerzas aéreas y navales de China y EEUU se entremezclan constantemente en los mares de China Oriental y Meridional, lo que hace posible un choque o colisión en cualquier momento. Hasta ahora, han prevalecido las cabezas más frías, evitando que tales choques acaben en violencia armada, pero a medida que aumentan las tensiones, no se puede descartar una guerra caliente entre Estados Unidos y China.

Debido a que las fuerzas estadounidenses están preparadas para atacar objetivos vitales en la parte continental de China, es imposible excluir el uso de armas nucleares por parte de China o, si se detectan preparativos para tal uso, un ataque nuclear preventivo de Estados Unidos. Cualquier conflagración termonuclear a gran escala resultante probablemente causaría un invierno nuclear y la muerte de miles de millones de personas, haciendo que el peligro del cambio climático pasase a segundo plano. Pero incluso si no se emplean armas nucleares, una guerra entre las dos potencias podría resultar en una inmensa destrucción en el corazón industrial de China y de aliados clave de Estados Unidos como Japón y Corea del Sur. Los incendios provocados en el curso de la guerra, por supuesto, agregarían carbono adicional a la atmósfera, mientras que el posterior colapso de la actividad económica mundial pospondría por años cualquier transición hacia una economía verde.

Una alianza para la supervivencia global

Si Joe Biden realmente cree que el cambio climático es una "amenaza existencial" y que Estados Unidos "debe liderar el mundo", es crucial que detenga el deslizamiento hacia una nueva guerra fría con China y comience a trabajar con Beijing para acelerar la transición a una economía de energía verde centrada en garantizar el cumplimiento global del acuerdo climático de París. Esto no significaría necesariamente abandonar todos los esfuerzos para presionar a China sobre los derechos humanos y otras cuestiones polémicas. Es posible defender los derechos humanos, un comercio justo y la supervivencia planetaria al mismo tiempo. De hecho, a medida que ambos países compartan la urgencia de abordar la crisis climática, el progreso en otros temas podría ser más fácil.

Suponiendo que Biden realmente cree lo que dice sobre superar la amenaza climática y "hacerlo bien", estos son algunos de los pasos que podría tomar para lograr un avance significativo:

* Celebrar una "cumbre climática" con Xi Jinping lo antes posible para discutir esfuerzos conjuntos para superar el calentamiento global, incluido el inicio de programas bilaterales para acelerar los avances en áreas como la difusión de vehículos eléctricos, la mejora de la capacidad de almacenamiento de baterías, el desarrollo de métodos mejorados de captura de carbono y el desarrollo de combustibles de aviación alternativos.

* Al término de la cumbre, deberían crearse grupos de trabajo conjuntos sobre estos y otros asuntos, integrados por personalidades de ambos lados. Los centros de investigación y las universidades de cada país deben ser designados como actores principales en áreas clave, con acuerdos para asociaciones cooperativas y el intercambio de datos técnicos relacionados con el clima.

* Al mismo tiempo, los presidentes Biden y Xi deberían anunciar el establecimiento de una "Alianza para la Supervivencia Global", destinada a movilizar el apoyo internacional para el acuerdo climático de París y el estricto cumplimiento de sus principios. Como parte de este esfuerzo, los dos líderes deberían planificar reuniones conjuntas con otros líderes mundiales para persuadirlos de que adopten las medidas acordadas por Biden y Xi para trabajar de manera cooperativa. Según fuese necesario, podrían ofrecer ayuda financiera y asistencia técnica a los estados más pobres para iniciar la transición energética necesaria.

* Los presidentes Biden y Xi deben acordar reunirse anualmente para revisar el progreso en todas estas áreas y designar representantes para reunirse de manera más regular. Ambos países deberían publicar una hoja de ruta en línea que muestre el progreso en cada área clave de la mitigación del clima.

Si realmente Biden quiso decir lo que dijo sobre la superación del peligro del cambio climático, estas son algunas de las cosas en las que debería concentrarse para hacerlo bien. Opte por este camino y garantícenos a todos una oportunidad de luchar para evitar el colapso de la civilización. En cambio, si elige el camino de la confrontación, al que su administración parece encaminarse, es probable que esa esperanza desaparezca en un mundo insoportable de incendios, inundaciones, hambrunas y tormentas extremas hasta el final de los tiempos. Después de todo, sin un esfuerzo extraordinario, una fórmula simple gobernará todas nuestras vidas: nueva guerra fría = planeta en llamas.

https://www.sinpermiso.info/textos/una-nueva-guerra-fria-en-un-planeta-en-llamas-biden-el-cambio-climatico-y-china

 
es profesor de estudios sobre paz y seguridad mundiales en el Hampshire College. Su libro mas reciente es "The Race for What’s Left".

Fuente:

https://www.counterpunch.org/2021/02/26/a-new-cold-war-on-a-scalding-planet-biden-climate-change-and-china/

Traducción:

G. Buster












































Mundo-EL PODER CORPORATIVO EN TIEMPOS DE PANDEMIA

 25-2-2021 VientoSur boletin semanal

¿Cómo enfrentar la crisis desde los movimientos sociales? 

 MARTÍ | JUAN HERNÁNDEZ ZUBIZARRETA

[Este artículo forma parte de un nuevo monográfico de OMAL (Observatorio de Multinacionales en América Latina) en el que se pretende radiografiar algunas de las principales transformaciones que se están produciendo en el seno del capitalismo y de las grandes empresas que lo protagonizan, al mismo tiempo que se sistematizan las nuevasformas de resistencia popular que se han ido pergeñando en los últimos
tiempos.]

A menos de un año del inicio de la pandemia, vemos cómo el COVID-19 ha hecho de disparador de múltiples crisis que ya estaban latentes, convirtiéndose así en lo que Ramonet llama “hecho social total, en el sentido de que convulsiona el conjunto de las relaciones sociales, y conmociona a la totalidad de los actores, de las instituciones y de los valores”.
La pandemia acelera y saca a la luz una crisis sistémica conformada como una cadena con múltiples eslabones: desde la volatilidad financiera y las consecuencias de los sucesivos cracks económicos, hasta la destrucción de los ecosistemas, el calentamiento global, la crisis de las energías fósiles, la crisis de los cuidados, las migraciones y los ataques a los derechos humanos. Así como los impactos del modelo agroindustrial o la privatización de la salud, que son otro eslabón de la cadena de dominación que la pandemia ha desvelado.
El Covid-19 como acelerador de una crisis integral
La vida misma es la que está en juego, por tanto, y no solo por la virulencia del coronavirus, sino por las dinámicas propias de un capitalismo que choca con sus propios límites y con los del planeta, buscando nuevas formas de sobrevivir a cualquier precio. Además, como afirma Breno Bringen, “la imprevisibilidad y la inestabilidad pasan a ser la regla y eso se refiere no solo a la mayor volatilidad ante amenazas, sino también a la propia dinámica de las fuerzas políticas y del capitalismo contemporáneo”.
Así, vemos como la pandemia dispara el miedo a la muerte y la enfermedad; amplía la desigualdad y la deuda; consolida la feminización de los cuidados; prioriza la actividad empresarial frente a la salud; extrema el autoritarismo, el control social y el desprecio por las trabajadoras esenciales; consolida el feudalismo social y generaliza la extensión de las fronteras como lógica física y simbólica –en forma de muros– que separa a las personas enfermas y contagiadas, pobres y racializadas, de los ricos, sanos y blancos.
Pero también expone la fragilidad del modelo económico global y la insostenibilidad de un modelo basado en cadenas de producción globales, en una producción ligada a la rentabilidad en vez de a las necesidades humanas y que empuja a los habitantes del planeta a vivir cada vez más hacinados en ciudades alejadas de los espacios de producción de alimentos. Vandana Shiva lo ilustra perfectamente con la imagen de millones de personas caminando 500, 800 kilómetros para volver a sus hogares: “habían sido convencidos de que no había ninguna razón para producir alimentos, para vivir en el campo. Pero tras 25 años de libre mercado, globalización y des-ruralización, las ciudades les demostraron de la peor manera que no podían contenerlos ni a ellos ni a nadie. Que sobraban”.
Ante este escenario, corremos el riesgo de que la pandemia se convierta en la excusa perfecta para imponer una nueva doctrina del shock que legitime políticas neoliberales cada vez más autoritarias y violentas y allane el camino a una nueva oleada de privatizaciones y pérdida de derechos. Así como el peligro de que nos empuje hacia un repliegue nacional que favorezca espacios neofascistas y extienda la pedagogía de la sumisión y el control social.
Necesitamos construir otras salidas. Tejer alternativas que no dependan de unos mercados globalizados que ya han demostrado su vulnerabilidad, ni de salidas hacia adelante que profundicen la crisis ecológica y de cuidados en la que estamos inmersas. Frente a las crisis múltiples, planteamos resistencias y alternativas basadas en el arraigo, como una forma de reconocer los vínculos que nos atan a otras personas y al conjunto del ecosistema; así como estrategias que nos permitan recuperar la capacidad de gobernarnos y acercar la toma de decisiones a nuestros espacios cotidianos. Todas estas propuestas deberán basarse en la articulación entre luchas diversas, entre espacios locales y redes globales, para frenar al poder corporativo e impedir que siga adueñándose de bienes comunes, servicios públicos y territorios.
A continuación, planteamos algunas de las claves que consideramos fundamentales para sentar las bases de cualquier iniciativa alternativa o espacio de articulación frente al poder corporativo y al sistema que lo sostiene. Se trata de parámetros a nuestro entender estratégicos para plantear una disputa en condiciones en ámbitos hoy en día fundamentales como los trabajos emancipados, la defensa del territorio y la transición ecosocial, los circuitos cortos y la relocalización económica, los servicios públicos y comunitarios, así como la defensa de la democracia y los derechos humanos frente al neofascismo.
Claves para una coyuntura crítica e incierta
Nuestra primera clave es la vigencia de un enfoque de resistencia. Resistir no quiere decir aguantar como podamos, sino construir estrategias que frenen al poder corporativo y el neofascismo. Requiere responder con prácticas radicales y fortalecer discursos de resistencia, también hacia dentro de las organizaciones, que generen cohesión interna.
Además, implica una forma de vida. Supone vivir sin aceptar las lógicas capitalistas, fascistas y racistas, contratacando con pedagogía y redes de apoyo mutuo y de afectos para expulsar el miedo de la vida cotidiana, lo que da lugar a la continua movilización con “cabeza”. Un ejemplo es la estrategia de expulsión de la extrema derecha de Creta. Como explican activistas antifascistas de la isla: “nuestra filosofía es no permitir a la extrema derecha ocupar el espacio público, unir a toda la gente posible –padres, profesores y estudiantes, intentamos hacer entender a Amanecer Dorado que sus ideas no tienen lugar en nuestra región. Y así fue como ganamos". Las expresiones de resistencia no son hechos aislados, se multiplican por todo el planeta. Desde la protesta en Hungría ante la ley de esclavitud, pasando por las protestas en Serbia por la democratización, los 150 millones de personas trabajadoras en la India en huelga, los pensionistas en Euskal Herria, las huelgas generales globales del movimiento feminista o millones de estadounidenses que participan en nuevos movimientos de protesta contra el presidente Trump.
Una segunda clave es la radicalidad. Esta implica propuestas firmes, tajantes, dirigidas a la raíz, llenas de confrontación democrática, lo que implica un camino más lento en la transformación, pero sin concesiones en los temas fundamentales. No hay que construir alianzas con quienes han generado las causas del surgimiento del neofascismo y han provocado el apuntalamiento del modelo. Hay que reconstruir la izquierda, apostar por transiciones ecosociales y feministas que busquen un equilibrio entre mejorar la vida cotidiana de la gente y una dirección contra sistémica. No podemos permitirnos seguir obviando la raíz de las desigualdades, la crisis ecológica, la profunda crisis civilizatoria o la crisis de los cuidados.
Una tercera clave complementaria es la de asumir una lógica de proceso. Implica profundizar en la tesis zapatista: no son tiempos de gobernar, son tiempos de caminar resistiendo como estrategia. Esto no quiere decir que no haya que experimentar en el terreno político-institucional, ni reconocer la importancia de las políticas públicas y de la gestión progresista de las mismas. Pero son tiempos donde el Estado como garante del bienestar colectivo se encuentra en una profunda crisis y la única forma de garantizar vidas dignas es con transformaciones profundas de corte anticapitalista. Por tanto, en un momento en el que la farsa del estado del bienestar ha quedado al descubierto (ya no es el espacio de canalización de demandas sino un espacio de autoritarismo y como mucho un muro poroso de contención de los estragos del capitalismo), estamos obligadas a construir alternativas que no necesariamente dependan del Estado, que puedan resistir sus embates y que consigan utilizarlo cuando sea necesario.
En coherencia con la perspectiva de proceso, una cuarta clave consiste en la idea de transición. Hay que crear desde la pedagogía popular un marco de referencia donde nuestras propuestas sean “digeribles” y “amables”. Hay que adecuarlas a la realidad con caminos llenos de “transiciones”. Proponer planes, procesos, vías de transformación, etc., lo que supone construir caminos hacia dónde dirigirnos. Implica, también, pactar, negociar y proponer transiciones y alternativas puntuales.
No obstante, hay propuestas sin transiciones posibles, blanco o negro. Por ejemplo, ¿Hay propuestas de integración de las empresas transnacionales? En ningún caso. Caben temporalmente controles normativos, pero el discurso y la estrategia deben caminar hacia su desaparición, ya que el objetivo de maximización de beneficios de las empresas transnacionales nunca será compatible con la defensa de una vida digna.
Continuando con nuestro marco de claves políticas para enfrentar este convulso contexto, apostamos en quinto lugar por la desobediencia. Si tenemos en cuenta la historia de los movimientos sociales vemos como la desobediencia civil es una de sus señas de identidad. Todos los movimientos la han utilizado para la consecución de derechos: el sufragismo, el movimiento obrero, el antirracismo, antimilitarismo y las múltiples prácticas cotidianas de desobediencia civil. Desobedecer a las normas injustas es un derecho y un deber, y más, en contextos autoritarios y neofascistas. Además se convierte en una forma de legítima defensa ante contextos de violencia sistemática. La nueva fase del modelo corporativo requiere prepararse para la represión, aprender a resistir y desobedecer como ejercicio colectivo, apostando por la no violencia como eje central. Algunos ejemplos recientes de desobediencia civil son el acto de desobediencia en Londres contra el colapso ecológico y la consiguiente aparición de la campaña Extinción Rebelión, junto a las expresiones de redes de apoyo a las personas migrantes, la solidaridad entre mujeres y personas LGTBI o campesinas.
En sexto término, la solidaridad se convierte también en valor. La solidaridad entre movimientos sociales es de “ida y vuelta”, y requiere construir agendas comunes contra el enemigo común. Hay que fortalecer experiencias contrahegemónicas que vayan más allá de los proyectos clásicos de cooperación internacional, lo que implica planificar intervenciones en el ámbito local, nacional e internacional. Así como plantear nuevas estrategias de articulación entre luchas locales y globales, que nos permitan dar respuestas globales sin perder el arraigo. Un espacio de experimentación de este nuevo internacionalismo es, como decíamos, el movimiento feminista. Como recoge el manifiesto Más allá del 8 de marzo: Hacia la Internacional Feminista: “El nuevo movimiento feminista transnacional es impulsado desde el Sur, no solo en un sentido geográfico sino en un sentido político, y se nutre de cada territorio en conflicto. Esta es la razón por la cual es anticolonial, antirracista y anticapitalista.” y añaden “el movimiento feminista está también redescubriendo el significado de la solidaridad internacional y la iniciativa transnacional […] frente a una crisis global de dimensiones históricas, las mujeres y las personas LGBTQ+ nos estamos levantando con el reto de articular una respuesta global”.
Continuamos nuestra enumeración de claves con la apuesta por el activismo. La coherencia es un valor imprescindible, donde los discursos y las prácticas se reconozcan, donde, como dice el feminismo, “lo personal sea político”. Todos los valores de transformación radical de la sociedad requieren manejar con mucha precisión el compromiso militante, la necesidad del cuidado personal y el cuidado entre compañeros y compañeras de militancia, junto al cuidado de las organizaciones. Es cierto que el modelo neoliberal complica la vida cotidiana y el manejo de los tiempos, y que la precariedad provoca que en la jerarquía de valores de la gente esté en primer lugar garantizar las necesidades básicas. A partir de aquí, las personas tienen dificultades importantes para participar en movilizaciones concretas y mucho más para incorporarse a la exigencia cotidiana de activismo en los movimientos sociales. Ahora bien, este es un problema que transciende a los movimientos sociales, afectando a todas las organizaciones.
Y desde luego su complejidad no pasa por políticos profesionales y “liberados y liberadas” de las organizaciones a tiempo completo. En cualquier caso, la llegada del autoritarismo neoliberal nos coloca en un escenario muy diferente, donde sobrevivir va a conectarse con la dignidad de los seres humanos y donde el compromiso militante va a estar unido a la ética radical y a nuevos proyectos de vida cotidiana ante las nuevas formas de expolio neofascista.
Supeditar el activismo a los intereses personales, es un lujo que va a dejar de ser posible. La esperanza vacía/líquida y la desesperación como coartadas de la inacción, no tienen lugar en la confrontación contra el poder corporativo. Como afirma Rendueles: queremos que las transformaciones sociales sucedan sin hacer fuerza, sin activismo y sin herramientas que los impongan. “La emancipación en profundidad no se puede dar en relaciones sociales líquidas e individualistas. En los últimos tiempos los movimientos sociales han popularizado la idea del 99% frente al 1%, como si una amplísima mayoría social compartiera intereses objetivos y el cambio político pudiera ser un proceso consensual y sin conflictos”. Pero, cualquier transformación requiere conflicto, costes, riesgos colectivos y apoyos mutuos.
Finalmente, cerramos nuestro marco de claves con una octava, la interseccionalidad. La homogeneidad de la clase obrera es una categoría quebrada. Hay que sumar sujetos y evitar que en las redes contrahegemónicas se universalicen las formas de resistencia del trabajador blanco y europeo. La izquierda debe asumir la interseccionalidad entre clase, raza y sexualidad o identidad y reconocer las diferencias cualitativas (vida o muerte) y cuantitativas, en cuanto a condiciones y formas de represión, de las luchas en el norte y el sur. Como afirma Justa Montero, la interseccionalidad es lo que “permite hablar de un feminismo anticapitalista y antirracista que no entiende la diversidad como una suma de identidades particulares, ni como una excusa para establecer jerarquías de opresiones, sino que intenta comprender cómo operan esas jerarquías sociales sobre las condiciones materiales de vida y la subjetividad de las mujeres”.

 Juan Hernández Zubizarreta y Júlia Martí Comas, investigadores del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL) – Paz con Dignidad.

https://vientosur.info/como-enfrentar-la-crisis-desde-los-movimientos-sociales/