4-11-13 alianza x tus derechos
En México existen pocas y mal enfocadas políticas para los jóvenes callejeros
Por Correo
La ONU calcula que en la
actualidad existen en el mundo hasta 150 millones de niños y jóvenes que
viven en las calles. Muchachos y muchachas que se vieron forzados a
dejar sus hogares por distintas circunstancias como la violencia
intrafamiliar, el abuso de drogas, alcohol, orfandad, guerras, desastres
naturales o el colapso socioeconómico.
En el panorama urbano de muchas ciudades latinoamericanas es casi
imposible no notar a niños, niñas y adolescentes parados en cada esquina
o crucero, ya sea para pedir limosna, limpiar parabrisas de los autos,
vendiendo chicles, dulces y todo tipo de baratijas o incluso haciendo
malabares vestidos de payasitos.
La Ciudad de México es una de esas ciudades en la que en cada luz
roja, el conductor difícilmente puede ignorar la presencia de los
llamados niños y jóvenes de la calle. Algunos disimulan no verlos para
no darles unas monedas y otros simplemente les hacen mala cara para
evitar que les limpien los parabrisas del auto.
En una de las ciudades más pobladas del mundo, no existe un censo
confiable de las poblaciones callejeras ni mucho menos de la población
infantil y juvenil que han hecho de la calle de esta enorme metrópoli su
hogar. En el último censo de población callejera 2011-2012 que realizó
el Instituto de Asistencia e Integración Social (IASIS), entidad gubernamental de la ciudad, contabilizó 4 mil 014 personas, de las cuales 273 son jóvenes.
Esta cifra, que de acuerdo con Gerardo Rodríguez, coordinador de El
Caracol A.C. —organización civil que contribuye a dar visibilidad e
inclusión social de las poblaciones callejeras— es sesgada, debido a que
sólo está contabilizando el número de personas que atienden en los
albergues durante el programa del Sistema de Bienestar Campaña Invernal,
comentó a Radio Nederland.
El IASIS, creada durante la administración
de Andrés Manuel López Obrador (2000-2006) como Jefe de gobierno de la
ciudad cuenta con muy pocos recursos públicos y ha retomado el esquema
al que frecuentemente recurren los programas oficiales dirigidos a estos
tipos de población: competir con las organizaciones sociales por los
recursos de empresas y fundaciones privadas, señala el diagnóstico 2010
de Derechos de las poblaciones callejeras, realizada por diversas
organización sociales, entre ellas El Caracol A.C.
Cabe destacar, que en 1995, UNICEF junto
con el gobierno de la Ciudad de México, realizó el único censo de esta
población, en la que se contabilizaron un total de 13 mil 373 niñas y
niños viviendo en las calles. De los cuales, el 77% de éstos eran
menores de 16 años.
Vida en la calle: violencia y muerte
Jorge, un joven de 26 años vive en la calle desde hace 21 años, dejó
su hogar, como muchos otros, por el maltrato que sufría en casa.
“Decidí dejar mi casa, por seguir a mi hermano, Alex Antonio Jardón
García, que ya falleció. Y también porque… nos maltrataban, nos
aventaban gas lacrimógeno. Me salí con una playerita sin suéter; desde
los cinco años ando en la calle, pero gracias a Dios sigo vivo”, cuenta
Jorge a Radio Nederland. Jorge, afirma que la vida en la calle puede ser
“muy triste, con llantos, pero también a la vez puede ser alegre”, y
añade que el grupo de compañeros con quién se junta, sonríe pero también
se enoja.
Asimismo, cuenta que hay personas que los humillan, escupen y les
avientan cosas por el hecho de que son de la calle. Gerardo Rodríguez,
coordinador de la organización civil, El Caracol A.C, señala que en la
calles se pueden encontrar “diversas situaciones, desde el consumo de
sustancia, la violencia que puede ser dentro de la comunidad entre ellos
mismos y la violencia estructural del Estado”.
De acuerdo con la “Estadísticas de la muerte callejera 1995-2005,
Ciudad de México”, realizada por El Caracol A.C, las tres principales
causas de muerte entre las y los niños y jóvenes de la calle, es el
atropellamiento; le sigue el homicidio y enfermedad; y el consumo de
drogas. En dicho registro se contabilizaron 184 muertes de infantes,
jóvenes y adultos callejeros, siendo el 74% de las muertes hombres.
De igual manera se hace notar que el riesgo de mortandad es mayor
entre jóvenes de las edades de 16 a 20 años, mientras que el nivel de
supervivencia es mayor cuanto más tiempo lleven en la calle. El acudir y
participar en los programas de instituciones sociales es una de tantas
alternativas que permiten incrementar la supervivencia, como ha sido el
caso de Jorge.
“Yo acudo a casas hogares como El Caracol, Visión Mundial y a Oasis;
también hay personas que nos dan de comer, esas personas dicen que
somos iguales que ellos, porque también nosotros tenemos huesos, sangre,
pensamientos, corazón y es lo que mucha gente no se da cuenta”, narra
Jorge.
Pocas y mal enfocadas políticas para los jóvenes callejeros
Gerardo Rodríguez, coordinador de El Caracol A.C asegura que hay
pocos programas públicos dirigidos a este sector de la sociedad, y
señala que los que están haciendo realmente una “labor titánica” para
cambiar las condiciones de estas personas son las organizaciones de la
sociedad civil.
“Hay programas gubernamentales, pero para retirarlos del espacio
público, incluso llevarlos a los albergues a la fuerza, que realmente no
es un buen panorama para este grupo de jóvenes”, afirma Rodríguez.
El 28 de marzo de 2008, se publicó en el Diario Oficial del Distrito
Federal una reforma de ley para darle facultad al organismo
gubernamental Desarrollo Integral de la Familia del Distrito Federal (DIF-DF) de asumir de manera inmediata la tutela de las niñas, niños y jóvenes que se encuentran viviendo en la calle de la ciudad.
En dicha reforma obliga al DIF-DF de
canalizar o internar a los jóvenes en centros previamente autorizados,
ya sean públicos o privados. De acuerdo con el diagnóstico 2010 de
Derechos de la población callejera, más de 50 organizaciones sociales
advirtieron que la reforma aprobada por el Gobierno de la Ciudad de
México, viola el artículo 23 de la Ley de Protección de los Derechos de
los Niños, Niñas y Adolescentes, vigentes en la ciudad desde el año
2000.
En ella se establece que los niños, niñas y adolescentes tienen
derecho a vivir en familia, y que la falta de recursos no es motivo
suficiente para separarlos de sus padres, familiares, ni causa la
pérdida de la patria protestad, excepto que exista una determinación
judicial.
Gerardo Rodríguez asegura que muchas de estas acciones que se
realizan para “mejorar” las condiciones de estos jóvenes, como retirar a
los niños de sus familias y llevarlos a los albergues, terminan sin
saber qué fue de ellos.
Tampoco vuelven a tener contacto con sus padres, quedando al margen
de todo lo que implica estar en familia. “Hay un fuerte estigma [de las
autoridades] de que jóvenes parejas que viven en las calles no pueden
vivir con un hijo, quizá lo que es necesario es cambiar las condiciones
no solamente del niño, sino de toda la familia”, concluye Rodríguez.
http://www.periodicocorreo.com.mx/nacional/estados/129902-el-df-la-ciudad-que-abandono-a-sus-ninos-y-jovenes-de-la-calle.html