12-1-15 Red en defensa de la humanidad
Traducción de José Luis Exeni Rodríguez
La repugnancia total e incondicional que los europeos sienten ante estas
muertes debe hacernos pensar por qué razón no sienten la misma repulsa
ante un número igual o mucho mayor de muertes inocentes como resultado
de conflictos que, en el fondo, ¿tal vez tengan algo que ver con la
tragedia de Charlie Hebdo? En el mismo día, 37 jóvenes fueron muertos en
Yemen en un atentado con bomba. El verano pasado, la invasión israelita
causó la muerte de dos mil palestinos, de los cuales cerca de 1.500
eran civiles y 500 niños. En México, desde el año 2000 fueron asesinados
102 periodistas por defender la libertad de expresión y, en noviembre
de 2014, 43 jóvenes fueron asesinados en Ayotzinapa.
El repugnante crimen cometido contra los periodistas y dibujantes
del semanario Charlie Hebdo hace muy difícil un análisis sereno de lo
que está implicado en este acto bárbaro, de su contexto y precedentes,
así como de su impacto y repercusiones futuras. Sin embargo, este
análisis es urgente, bajo pena de continuar avivando un fuego que mañana
puede alcanzar a las escuelas de nuestros hijos, nuestras casas,
nuestras instituciones y nuestras conciencias. Ahí están algunas pistas
para tal análisis.
La lucha contra el terrorismo, la tortura y la democracia
No se pueden establecer nexos directos entre la tragedia de Charlie
Hebdo y la lucha contra el terrorismo que los EUA y sus aliados están
ejecutando desde el 11 de septiembre de 2001. Pero es sabido que la
extrema agresividad de Occidente ha causado la muerte de muchos millares
de civiles inocentes (casi todos musulmanes) y ha sometido a niveles de
tortura de una violencia increíble a jóvenes musulmanes contra los
cuales las sospechas son meramente especulativas, como consta en el
reciente informe presentado al Congreso norteamericano. Y también es
sabido que muchos jóvenes islámicos radicales declaran que su
radicalización nació de la revuelta contra tanta violencia impune. Ante
esto debemos meditar si el camino para frenar la espiral de violencia es
continuar con las mismas políticas que la han alimentado como ahora es
demasiado patente.
La respuesta francesa al ataque muestra que la normalidad
constitucional democrática está suspendida y que un estado de sitio no
declarado está en vigor, que los criminales de este tipo, en lugar de
ser apresados y juzgados, deben ser abatidos, que este hecho no
representa aparentemente ninguna contradicción con los valores
occidentales. Entramos en un clima de guerra civil de baja intensidad.
¿Quién gana con ella en Europa? Ciertamente no los partidos de izquierda
como Podemos en España o Syriza en Grecia.
La libertad de expresión
Es un bien precioso pero tiene límites, y la verdad es que la
abrumadora mayoría de ellos son impuestos por aquellos que defienden la
libertad sin límites siempre y cuando sea "su" libertad. Ejemplos de
límites son inmensos: si en Inglaterra un manifestante dice que David
Cameron tiene sangre en las manos, puede ir preso; en Francia, las
mujeres islámicas no pueden usar el hiyab; el 2008, el dibujante Maurice
Siné fue despedido de Charlie Hebdo por haber escrito una crónica
supuestamente antisemita. Esto significa que los límites existen, pero
son diferentes para diferentes grupos de interés. Por ejemplo, en
América Latina, los grandes medios, controlados por familias
oligárquicas y por el gran capital, son los que más claman por la
libertad de expresión sin límites para insultar a los gobiernos
progresistas y ocultar todo lo bueno que estos gobiernos han hecho por
el bienestar de los más pobres.
Aparentemente, Charlie Hebdo no reconocía límites para insultar a los musulmanes, incluso cuando muchos de sus dibujos fueran propaganda racista y alimentasen la onda islamofóbica y antiinmigrante que avasalla a Francia y a Europa en general. Además de muchos dibujos con el Profeta en poses pornográficas, uno de ellos, bien aprovechado por la extrema derecha, mostraba un conjunto de mujeres musulmanas embarazadas, presentadas como esclavas sexuales de Boko Haram que, apuntando a sus barrigas, pedían que no les fuese retirado el apoyo social a la gravidez. De un golpe se estigmatizaba el Islam, a las mujeres y al Estado de bienestar social. Obviamente que, a lo largo de los años, la mayor comunidad islámica de Europa se fue sintiendo ofendida por esta línea editorial, pero fue igualmente inmediato su repudio por este crimen bárbaro. Debemos, pues, reflexionar sobre las contradicciones y asimetrías en la vida vivida de los valores que creemos son universales.
Aparentemente, Charlie Hebdo no reconocía límites para insultar a los musulmanes, incluso cuando muchos de sus dibujos fueran propaganda racista y alimentasen la onda islamofóbica y antiinmigrante que avasalla a Francia y a Europa en general. Además de muchos dibujos con el Profeta en poses pornográficas, uno de ellos, bien aprovechado por la extrema derecha, mostraba un conjunto de mujeres musulmanas embarazadas, presentadas como esclavas sexuales de Boko Haram que, apuntando a sus barrigas, pedían que no les fuese retirado el apoyo social a la gravidez. De un golpe se estigmatizaba el Islam, a las mujeres y al Estado de bienestar social. Obviamente que, a lo largo de los años, la mayor comunidad islámica de Europa se fue sintiendo ofendida por esta línea editorial, pero fue igualmente inmediato su repudio por este crimen bárbaro. Debemos, pues, reflexionar sobre las contradicciones y asimetrías en la vida vivida de los valores que creemos son universales.
La tolerancia y los "valores occidentales"
El contexto en que ocurrió el crimen es dominado por dos corrientes
de opinión, ninguna de ellas favorable a la construcción de una Europa
inclusiva e intercultural. Las más radical es frontalmente islamofóbica y
antiinmigrante. Es la línea dura de la extrema derecha en toda Europa y
de la derecha cuando se ve amenazada por elecciones próximas (el caso
de Antonis Samarás en Grecia). Para esta corriente, los enemigos de la
civilización europea están entre "nosotros", nos odian, tienen nuestros
pasaportes; y esta situación solo se resuelve liberándonos de ellos. La
pulsión antiinmigrante es evidente.
La otra corriente es la de la tolerancia. Estas poblaciones son muy distintas de nosotros, son una carga, pero tenemos que "aguantarlas", hasta porque son útiles; empero, solo debemos hacerlo si ellas son moderadas y asimilan nuestros valores. ¿Pero qué son los "valores occidentales"? Luego de muchos siglos de atrocidades cometidas en nombre de estos valores dentro y fuera de Europa –de la violencia colonial a las dos guerras mundiales--, se exige algún cuidado y mucha reflexión sobre lo que son esos valores y por qué razón, según los contextos, ora se afirman unos ora se afirman otros.
La otra corriente es la de la tolerancia. Estas poblaciones son muy distintas de nosotros, son una carga, pero tenemos que "aguantarlas", hasta porque son útiles; empero, solo debemos hacerlo si ellas son moderadas y asimilan nuestros valores. ¿Pero qué son los "valores occidentales"? Luego de muchos siglos de atrocidades cometidas en nombre de estos valores dentro y fuera de Europa –de la violencia colonial a las dos guerras mundiales--, se exige algún cuidado y mucha reflexión sobre lo que son esos valores y por qué razón, según los contextos, ora se afirman unos ora se afirman otros.
Por ejemplo, nadie pone hoy en duda el valor de la libertad, pero lo
mismo no puede decirse de los valores de la igualdad y de la
fraternidad. Fueron estos dos valores los que fundaron el Estado social
de bienestar que dominó la Europa democrática después de la segunda
guerra mundial. Sin embargo, en los últimos años, la protección social,
que garantizaba niveles más altos de integración social, comenzó a ser
puesta en causa por los políticos conservadores y hoy es concebida como
un lujo inaccesible para los partidos del llamado "arco de
gobernabilidad". La crisis social causada por la erosión de la
protección social y por el aumento del desempleo entre jóvenes, ¿no será
leña en el fuego del radicalismo por parte de los jóvenes que, más allá
del desempleo, sufren la discriminación étnico-religiosa?
El choque de fanatismos, no de civilizaciones.
No estamos ante un choque de civilizaciones, incluso porque la
cristiana tiene las mismas raíces que la islámica. Estamos ante un
choque de fanatismos, aunque algunos de ellos no aparezcan como tales
por sernos próximos. La historia muestra cómo muchos de los fanatismos y
sus choques estuvieron relacionados con intereses económicos y
políticos que, en realidad, nunca beneficiaron a los que más sufrieron
con tales fanatismos. En Europa y sus áreas de influencia es el caso de
las cruzadas, de la Inquisición, de la evangelización de las poblaciones
colonizadas, de las guerras religiosas y de Irlanda del Norte. Fuera de
Europa, una religión tan pacífica como el budismo legitimó la masacre
de muchos millares de miembros de la minoría tamil de Sri Lanka; del
mismo modo, los fundamentalistas hindús masacraron a las poblaciones
musulmanas de Guyarat en 2003 y el eventual mayor acceso al poder que
han conquistado recientemente con la victoria del Presidente Modi hace
prever lo peor.
Es también en nombre de la religión que Israel continúa imponiendo
la limpieza étnica de Palestina y que el llamado Emirato Islámico
masacra poblaciones musulmanas en Siria y en Irak. ¿La defensa de la
laicidad sin límites en una Europa intercultural, donde muchas
poblaciones no se reconocen como tales, será después de todo una forma
de extremismo? ¿Los diferentes extremismos se oponen o se articulan?
¿Cuáles son las relaciones entre los yihadistas y los servicios secretos
occidentales? ¿Por qué los yihadistas del Emirato Islámico, que ahora
son terroristas, eran “combatientes de la libertad” cuando luchaban
contra Kadhafi y contra Assad? ¿Cómo se explica que el Emirato Islámico
sea financiado por Arabia Saudita, Catar, Kuwait y Turquía, todos
aliados de Occidente? Una cosa es cierta, por lo menos en la última
década: la gran mayoría de las víctimas de todos los fanatismos
(incluyendo el islámico) son poblaciones musulmanas no fanáticas.
El valor de la vida
La repugnancia total e incondicional que los europeos sienten ante
estas muertes debe hacernos pensar por qué razón no sienten la misma
repulsa ante un número igual o mucho mayor de muertes inocentes como
resultado de conflictos que, en el fondo, ¿tal vez tengan algo que ver
con la tragedia de Charlie Hebdo? En el mismo día, 37 jóvenes fueron
muertos en Yemen en un atentado con bomba. El verano pasado, la invasión
israelita causó la muerte de dos mil palestinos, de los cuales cerca de
1.500 eran civiles y 500 niños. En México, desde el año 2000 fueron
asesinados 102 periodistas por defender la libertad de expresión y, en
noviembre de 2014, 43 jóvenes fueron asesinados en Ayotzinapa.
Ciertamente que la diferencia en la reacción no puede estar basada
en la idea de que la vida de europeos blancos, de cultura cristiana,
vale más que la vida de europeos de otros colores o de no europeos de
culturas basadas en otras religiones o regiones. ¿Será entonces porque
estos últimos están más lejos de los europeos y estos los conocen menos?
¿Acaso el mandato cristiano de amar al prójimo permite tales
distinciones? ¿Será porque los grandes medios y los líderes políticos de
Occidente trivializan el sufrimiento causado a esos otros, cuando no
los demonizan al punto de hacernos pensar que ellos no merecen otra
cosa?
Publicado 4 days ago por E. D. H Cuba
Etiquetas: Boaventura de Sousa Santos Charlie Hebdo
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