Día Internacional de la Mujer
Hacia un futuro mejor para las mujeres en el trabajo: la opinión de las mujeres y de los hombres – Resumen de las principales conclusiones
La OIT, en colaboración con Gallup, encuestó
en 2016 a hombres y mujeres a fin de comprender sus percepciones sobre
las mujeres que trabajan. Los resultados, basados en entrevistas a cerca
de 149.000 adultos en 142 países y regiones, sugieren que las mujeres
pueden encontrar apoyo en su búsqueda de empleo productivo y trabajo
decente. Un apoyo que proviene de una fuente bastante inesperada: los
hombres.
Si bien la igualdad de género aún está
lejos de ser alcanzada, y las conclusiones constatan que persisten
disparidades reales en muchas regiones del mundo, los resultados también
muestran que la actitud de los hombres y las mujeres – y de los
gobiernos, las organizaciones de empleadores y de trabajadores – no
están tan distantes como la creencia general podría hacer presuponer.
A nivel mundial, la mayoría de las mujeres preferiría trabajar, y los hombres están de acuerdo.
El 70 por ciento de las mujeres y un cercano 66 por ciento de los hombres preferirían que las mujeres tuviesen empleos remunerados. Cada una de estas cifras duplica con creces el porcentaje de quienes prefieren que las mujeres se queden en el hogar.
El 70 por ciento de mujeres que desearía tener un empleo remunerado evidentemente incluye una gran parte de mujeres que actualmente no forman parte de la fuerza de trabajo. Pero aún más importante, esto es cierto en casi todas las regiones del mundo, incluso en diversas regiones donde la participación de las mujeres en el mercado laboral es tradicionalmente baja, como en los Estados Árabes.
La mayoría de los hombres y las mujeres piensan que es aceptable que las mujeres de sus familias tengan un empleo remunerado fuera del hogar si así lo desean.
La mayoría de las mujeres y de los hombres en todas las regiones del mundo están de acuerdo en que el trabajo fuera del hogar es aceptable para las mujeres de sus familias, aunque en general las mujeres están un poco más propensas a expresar esta opinión que los hombres. Aún en África del Norte, donde las actitudes de las mujeres y los hombres se distancian más, 79 por ciento de las mujeres y 57 por ciento de los hombres consideran aceptable el trabajo fuera del hogar.
Las familias desempeñan un papel importante en la configuración de estas actitudes: En los hogares donde no es aceptable que las mujeres trabajen fuera del hogar, 61 por ciento de las mujeres dijo que preferían quedarse en casa. Poco más de una tercera parte (36 por ciento) desearía tener un empleo remunerado.
De manera casi universal, los hombres y las mujeres citan el “equilibrio entre el trabajo y la familia” como uno de los principales desafíos que enfrentan en sus países las mujeres que trabajan.
De hecho, las personas en la gran mayoría de los países mencionan el “equilibrio entre el trabajo y la familia” como uno de los mayores retos que afrontan las mujeres que trabajan en empleos remunerados en sus países. Con pocas excepciones, las mujeres y los hombres en la mayoría de las regiones del mundo identifican en sus países los mismos grandes desafíos para las mujeres que trabajan.
Al mismo tiempo, las mujeres enfrentan diferentes retos en diversas partes del mundo. Conciliar el trabajo y la familia es el n.o 1 en las economías desarrolladas y emergentes, mientras que un trato injusto en el trabajo es la preocupación mencionada con más frecuencia en las economías en desarrollo. La falta de servicios de cuidado asequibles para los niños y los familiares es un desafío mayor en las economías emergentes y en desarrollo que en las desarrolladas. La desigualdad salarial encabeza la lista sólo en las economías desarrolladas.
En el caso que una mujer y un hombre tengan educación y experiencia similares, las mujeres y los hombres en todo el mundo responden con mayor frecuencia que ella tiene la misma posibilidad de encontrar un buen empleo en la ciudad o región donde viven.
Las mujeres y los hombres comparten opiniones semejantes sobre el empleo femenino: Alrededor de cuatro de cada diez piensan que las mujeres tienen las mismas oportunidades de encontrar buenos empleos, mientras que al menos uno de cada cuatro considera que las mujeres tiene mejores o – en el otro extremo del espectro – peores oportunidades.
Estas actitudes, sin embargo, varían de una región a otra, y considerablemente según el nivel de estudios y de participación en la fuerza laboral. En todo el mundo, mientras más alto es el nivel educativo de las mujeres, es menos probable que perciban mejores oportunidades en el mercado de trabajo para las mujeres que tienen las mismas cualificaciones que los hombres. La opinión de los hombres no cambia mucho según su nivel de estudios.
A nivel mundial, la mayoría de las mujeres empleadas declara que su salario es, al menos, una contribución importante al ingreso del hogar. Cerca de una tercera parte de las mujeres dice que ellas proveen el principal ingreso de sus hogares. Pero todavía es más probable que los hombres declaren que ellos constituyen la principal fuente de ingresos del hogar.
Este patrón se observa en todas las regiones del mundo, a excepción de Asia Oriental. En esta subregión, la mayoría de las mujeres empleadas (61 por ciento) considera que su contribución es una fuente de ingresos pequeña, y sólo 35 por ciento que su salario es una contribución al menos significativa a los ingresos del hogar.
En todas las regiones, sin embargo, la disparidad de género disminuye con la educación. La distancia entre las mujeres y los hombres empleados que declaran que aportan una contribución pequeña al ingreso de su hogar es también menor entre quienes tienen niveles de educación más altos.
Si bien las tendencias mundiales indican que las mujeres y los hombres tienen puntos en común en cada uno de estos ámbitos, las mujeres enfrentan desafíos singulares en cada región y en cada contexto demográfico. El próximo informe proporcionará detalles sobre estos desafíos (así como los logros) y mostrará a través de los datos el camino que queda por recorrer y la magnitud de la tarea a realizar para alcanzar una mayor igualdad en el mundo del trabajo.
El 70 por ciento de las mujeres y un cercano 66 por ciento de los hombres preferirían que las mujeres tuviesen empleos remunerados. Cada una de estas cifras duplica con creces el porcentaje de quienes prefieren que las mujeres se queden en el hogar.
El 70 por ciento de mujeres que desearía tener un empleo remunerado evidentemente incluye una gran parte de mujeres que actualmente no forman parte de la fuerza de trabajo. Pero aún más importante, esto es cierto en casi todas las regiones del mundo, incluso en diversas regiones donde la participación de las mujeres en el mercado laboral es tradicionalmente baja, como en los Estados Árabes.
La mayoría de los hombres y las mujeres piensan que es aceptable que las mujeres de sus familias tengan un empleo remunerado fuera del hogar si así lo desean.
La mayoría de las mujeres y de los hombres en todas las regiones del mundo están de acuerdo en que el trabajo fuera del hogar es aceptable para las mujeres de sus familias, aunque en general las mujeres están un poco más propensas a expresar esta opinión que los hombres. Aún en África del Norte, donde las actitudes de las mujeres y los hombres se distancian más, 79 por ciento de las mujeres y 57 por ciento de los hombres consideran aceptable el trabajo fuera del hogar.
Las familias desempeñan un papel importante en la configuración de estas actitudes: En los hogares donde no es aceptable que las mujeres trabajen fuera del hogar, 61 por ciento de las mujeres dijo que preferían quedarse en casa. Poco más de una tercera parte (36 por ciento) desearía tener un empleo remunerado.
De manera casi universal, los hombres y las mujeres citan el “equilibrio entre el trabajo y la familia” como uno de los principales desafíos que enfrentan en sus países las mujeres que trabajan.
De hecho, las personas en la gran mayoría de los países mencionan el “equilibrio entre el trabajo y la familia” como uno de los mayores retos que afrontan las mujeres que trabajan en empleos remunerados en sus países. Con pocas excepciones, las mujeres y los hombres en la mayoría de las regiones del mundo identifican en sus países los mismos grandes desafíos para las mujeres que trabajan.
Al mismo tiempo, las mujeres enfrentan diferentes retos en diversas partes del mundo. Conciliar el trabajo y la familia es el n.o 1 en las economías desarrolladas y emergentes, mientras que un trato injusto en el trabajo es la preocupación mencionada con más frecuencia en las economías en desarrollo. La falta de servicios de cuidado asequibles para los niños y los familiares es un desafío mayor en las economías emergentes y en desarrollo que en las desarrolladas. La desigualdad salarial encabeza la lista sólo en las economías desarrolladas.
En el caso que una mujer y un hombre tengan educación y experiencia similares, las mujeres y los hombres en todo el mundo responden con mayor frecuencia que ella tiene la misma posibilidad de encontrar un buen empleo en la ciudad o región donde viven.
Las mujeres y los hombres comparten opiniones semejantes sobre el empleo femenino: Alrededor de cuatro de cada diez piensan que las mujeres tienen las mismas oportunidades de encontrar buenos empleos, mientras que al menos uno de cada cuatro considera que las mujeres tiene mejores o – en el otro extremo del espectro – peores oportunidades.
Estas actitudes, sin embargo, varían de una región a otra, y considerablemente según el nivel de estudios y de participación en la fuerza laboral. En todo el mundo, mientras más alto es el nivel educativo de las mujeres, es menos probable que perciban mejores oportunidades en el mercado de trabajo para las mujeres que tienen las mismas cualificaciones que los hombres. La opinión de los hombres no cambia mucho según su nivel de estudios.
A nivel mundial, la mayoría de las mujeres empleadas declara que su salario es, al menos, una contribución importante al ingreso del hogar. Cerca de una tercera parte de las mujeres dice que ellas proveen el principal ingreso de sus hogares. Pero todavía es más probable que los hombres declaren que ellos constituyen la principal fuente de ingresos del hogar.
Este patrón se observa en todas las regiones del mundo, a excepción de Asia Oriental. En esta subregión, la mayoría de las mujeres empleadas (61 por ciento) considera que su contribución es una fuente de ingresos pequeña, y sólo 35 por ciento que su salario es una contribución al menos significativa a los ingresos del hogar.
En todas las regiones, sin embargo, la disparidad de género disminuye con la educación. La distancia entre las mujeres y los hombres empleados que declaran que aportan una contribución pequeña al ingreso de su hogar es también menor entre quienes tienen niveles de educación más altos.
Si bien las tendencias mundiales indican que las mujeres y los hombres tienen puntos en común en cada uno de estos ámbitos, las mujeres enfrentan desafíos singulares en cada región y en cada contexto demográfico. El próximo informe proporcionará detalles sobre estos desafíos (así como los logros) y mostrará a través de los datos el camino que queda por recorrer y la magnitud de la tarea a realizar para alcanzar una mayor igualdad en el mundo del trabajo.
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