lunes, 6 de enero de 2014

Arg-"La raza es una categoría acusatoria"- A. Frigerio

6-1-14 Cooperativa Ex Trabajadores Diario Critica 


El antropólogo Alejandro Frigerio sostiene que las razas son construcciones sociales que tienen efectos muy fuertes en la vida cotidiana.

Buenos Aires blanca y negra

Categoría: Identidades
Alejandro Frigerio es doctor en Antropología y especialista en religiones y movimientos afro. En sus investigaciones, desarticula dos de los mitos fundacionales de nuestro ser nacional: “en Argentina no hay negros” y “los argentinos no somos racistas”. Denuncia que vivimos en un orden racial en el que “las razas no existen como realidades biológicas, pero sí como construcciones sociales y tienen efectos muy fuertes en la vida cotidiana”.
- El color solamente te define como persona en una sociedad racista. Lo que pasa en nuestra sociedad – y por eso sigue siendo racista – es que el color negro (o no-blanco) te sigue definiendo y es presentado como lo principal de tu persona. Contra eso hay que luchar. Los militantes muchas veces afirman lo racial en un sentido positivo, pero igual creo que tenemos que avanzar hacia una sociedad post-racial. Como dice el tema “War” de Bob Marley: “Hasta que el color de la piel de un hombre no sea más importante que el color de sus ojos, yo digo guerra”.  Porque mientras el color de la piel sea lo que te define socialmente, cagaste, estás en una sociedad racista. Y es un sufrimiento continuo, todo el tiempo te van a hacer chistes, o van a preferir a otro, o te van a preguntar de dónde sos… muchas pequeñas agresiones continuas sumadas a algunas otras violentas e incluso definitorias, como que te agarre un policía y te mate, o un chabón te deje sin tu laburo… las posibilidades son infinitas.
Alejandro Frigerio es Dr. en Antropología e Investigador Independiente del CONICET. A partir de un viaje no planeado a Bahía de Todos los Santos en Brasil a principios de los 80’, encontró el tema que ocuparía buena parte de sus investigaciones en los siguientes 30 años: las religiones afro. Pero previo a cualquier análisis, sobrevino el impacto de esa fuerza imantada que emana Bahía: “A mí ya me interesaba la religión, de hecho fui en el bondi leyendo ‘Candomblé da Bahía’, de Roger Bastide. Pero Bahía me voló la cabeza. Fue muy loco, me acuerdo que un día en el carnaval vino una chica bahiana a bailar conmigo, después de un rato me dio un beso y se fue. Todo fue muy fuerte”. Esa pasión inmediata se sigue colando entre sus palabras cuando tres décadas después habla sobre el racismo, las religiones y los movimientos afro en Argentina y hasta sobre las representaciones mediáticas de la muerte de Mandela. Sentados en un bar de un barrio porteño que poco tiene que ver con Bahía, todavía se adivinan en sus manos las huellas de los primeros tambores. En su blog, Alejandro intuye: “Supongo que gran parte de lo que vino después fueron intentos por comprender, de la manera más amplia y profunda posible, este mundo”.
Religiosidad popular y pánico moral
Luego de su experiencia con el candomblé bahiano, Alejandro se enteró que en Argentina también había religiones afro y, sin conocer todavía la magnitud de ese movimiento, cambió su proyecto de investigación de Bahía a Buenos Aires. “Mi experiencia con el candomblé me abrió las puertas, me daba un poco de chapa, aunque lo que veía acá era umbanda. Y también ellos estaban muy interesados en que se los tomara en serio, porque son religiones muy estigmatizadas”.
-¿Cómo explicás el desarrollo de estos movimientos religiosos en Argentina?
- El puente es la religiosidad popular, en vez de ir a pedirle a un santo por determinada cosa, te acercás a un espíritu. También tiene que ver con que a los curas católicos no les gusta mucho que uno haga un uso mágico de los santos, prefieren que sean modelos de vida y no dadores de gracia. En cambio, en la umbanda a un espíritu le podés pedir millones de cosas. Toda la práctica mágico-religiosa está mucho más permitida y desarrollada. Y además tiene el tema de la música, el baile, el canto, el trance… hay mucha gente que en las ceremonias siente cosas en el cuerpo, tiene sueños y eso se interpreta como una predisposición para una práctica de la religión. Cosas que el psicólogo o el cura catalogan como locura, esta gente le da otra explicación y dice que es una manifestación de un espíritu que se está moviendo en vos y necesita que le des espacio… Son experiencias que en nuestra cultura son habitualmente patologizadas, invisibilizadas o directamente ininteligibles. Sin embargo, están presentes en la vida de las personas. En estas religiones, las despatologizan y las ven como parte normal y hasta deseable del desarrollo psicológico y espiritual de las personas. Teniendo en cuenta las características de la religiosidad popular argentina, estas religiones no son tan raras especialmente si la conectan a través de la umbanda, que es como un puente cognitivo que podés hacer entre lo afro y el catolicismo popular.
-¿Cómo ves la imagen que se tiene de estas religiones?
- Cuando yo empecé la imagen no era buena, pero ahora está peor. A principios del 90’ hubo toda una movida de pánico por las sectas, y en relación a las religiones afro esto empieza con una acusación de un cura católico hacia un pai de santo por haber asesinado a una chica ritualmente en su templo. Fue una acusación falsa y el cura era el cura Grassi, que se hace conocido en los medios por esa acusación. No tenía nada que ver con un sacrificio ritual y al pobre pai de santo lo metieron en prisión seis meses, adentro lo violaron y salió con la salud muy deteriorada… murió a los dos años. A partir de ahí la idea de que estas eran sectas que practicaban magia negra pero no tan peligrosas se transforma en que son tipos que matan gente. Y en los últimos diez años si buscás en cualquier diario “umbanda” sale siempre en la sección Policiales, en conexión con asesinatos. Pero si conocés un poquito te das cuenta que en el 98% de los casos son acusaciones infundadas. En cualquier asesinato que el tipo tiene alguna cosa que ver con la religión o hay un par de imágenes raras dando vueltas ya ponen “asesinato umbanda” o “asesinato ritual”. Y además por el estigma social que pesa sobre estas religiones, en general los umbandistas no se revelan como tales salvo con los más íntimos; en el trabajo no lo dicen, en la escuela de los pibes tampoco, entonces nunca conocés un umbandista común y corriente. La única imagen que uno tiene es a través de los medios, que es terrible.
-¿Por qué se mantiene y reproduce este estigma?
- Ya hay una imagen instalada. La religiosidad popular argentina basada en los continuos pedidos al mundo sobrenatural es muy común en nuestra sociedad, pero muy poco reconocida, es una faceta de nuestra cultura que preferimos ignorar y que no entra en nuestro ser ideal argentino. Los argentinos somos blancos, europeos, modernos, racionales, eventualmente católicos, pero de un catolicismo secularizado. Todo esto de pedirle a los santos y a los espíritus son cosas que la gente hace todo el tiempo y es parte de nuestra cultura, pero es el “lado b”. Es obvio que vas a los barrios del conurbano y encontrás imágenes, velas… entonces cuando se muere alguien enseguida le buscan la conexión por ese lado. Es como si encontraras un CD de cumbia o unas zapatillas de Adidas y pensaras que esas cosas son las que llevan al delito.
Buenos Aires – Ciudad blanca
Alejandro insiste en dos ideas que es necesario desarticular: “En Argentina no hay negros” y “los argentinos no somos racistas”. Por el contrario, dirá que en América Latina en general la raza es una categoría acusatoria y que en Argentina se mantiene un orden racial “porque que vos tengas cierto color de piel y cierta cara puede determinar que te den trabajo o no, o que tus encuentros con la policía sean muy diferente. Hasta que ciertas chicas te presten atención o no, son cosas que afectan la vida cotidiana de los argentinos de forma fuerte. Incluso los lugares por los que circulás”.
-¿Cómo es esto de que los argentinos somos blancos, europeos y modernos?
El argentino típico se considera blanco. El momento fundacional de nuestra historia y nuestra cultura empieza con la inmigración europea, todo lo anterior se ve como poco importante, quedó subsumido bajo el aluvión cultural europeo. Se toma lo que sucede en algunos barrios de Buenos Aires como lo que representa a la Argentina toda. Tenemos esta idea de que los argentinos somos básicamente blancos, entonces la gente que no es tan blanca como creemos que somos, es extranjera o directamente no existe. Hay un racismo muy fuerte, no es solo xenofobia, sino que tiene que ver con una cantidad de argentinos que son invisibilizados, y cuando se los visibiliza son extranjerizados o patologizados, porque no son el argentino que queremos ser. Esto muchas veces se disfraza de un prejuicio sociocultural, esta cosa de los “negros de mierda” o “negros villeros”, pero también hay un trasfondo racial muy fuerte, porque es toda gente con un tipo físico parecido, generalmente es gente “insuficientemente blanca”. Entonces esa gente es sospechosa y es la representante de la barbarie, no los queremos en el centro, en la ciudad blanca que creemos que es Buenos Aires. Tenemos que darnos cuenta cómo opera este prejuicio racial, que se expresa como si fuera de clase pero que tiene un componente racial fuerte. No es solamente que escucha cumbia o que habla de determinada manera. Acá está clara la división: blanco y no blanco. Aunque sabemos que no hay razas, sí hay tipos físicos diferentes, sí hay “niveles de blanquedad”, y eso es lo que lo hace difícil de comprender, porque es una acusación que tiene muchos efectos perjudiciales en la vida de las personas, pero que nunca está enunciada explícitamente. Entonces, decimos “portación de rostro”, “buena presencia”, todos eufemismos para referirnos a ese fenómeno que tiene que ver con tipos físicos de la persona. La gente que es morocha lo sabe porque lo vive, sabe que es algo que resta.
- Si se demostró que las razas no existen, ¿por qué seguir utilizando el término?
- Las razas no existen como realidades biológicas, pero sí como construcciones sociales y tienen efectos muy fuertes en la vida cotidiana. En cada sociedad la raza se construye de forma diferente. En América Latina, en general la raza es una categoría acusatoria. Salvo cuando se la usa con fines políticos reivindicativos. En Argentina por ejemplo se ha empezado a usar “afro-descendiente”; sin embargo, en Brasil siguen usando “negro”, porque dicen que afro-descendientes son muchos, pero los discriminados son los negros. Uno tiene que hablar de raza o de racialización porque te permite llegar a un nivel del prejuicio y la discriminación que lo étnico no llega. Yo digo que en Buenos Aires había un orden racial espacial que se quebró con el 2001, porque antes había lugares de la ciudad en los que era obvio que si andabas por ahí eras el portero o la mucama, porque con ese fenotipo seguro no vivías ahí, ni estabas visitando amigos o pareja. Con el 2001 aparecen los cartoneros, los piqueteros… de repente la ciudad blanca casi no existe. Eso a mucha gente le molestó mucho y explica parte del éxito de Macri, un tipo que también venía a poner a los negros en su lugar, a terminar los cortes de calles o las manifestaciones. La ciudad blanca se llenó de negros, todo lo que era un orden muy clarito ya no funciona tan bien y la gente se siente amenazada por esta presencia que no debería estar en el corazón de la Buenos Aires blanca. Es la barbarie dentro de la civilización.
Santo Mandela
- Me llamó la atención esta santificación que se hizo de una forma tan pasteurizada, Mandela pasó a ser el gran perdonador, casi un tío Tom. Se enfatizó todo el tiempo que había perdonado a sus enemigos, como si esa fuera una actitud natural, como si no hubiera que remarcar el acto del racismo primero. El problema es el racismo. Entonces en vez de enfatizar toda la lucha de Mandela, se eligió mostrar el perdón. Que se enmarca en la tradición de mostrar la nobleza del negro esclavo, que sigue siendo bueno… en contraposición al negro revoltoso que se rebela, que es el negro malo o el negro de mierda directamente. Este negro bueno y fiel es el deseable y es la imagen que se vio muy patente en lo que se dijo sobre Mandela, lo transformaron en un santo como si el tipo no hubiera tenido que luchar, no hubiera tenido que recurrir a la violencia. Es mucho más que un gran perdonador. Y también la contradicción o el divorcio entre el elogio a Mandela y la actitud que uno tiene frente a las situaciones que Mandela hubiera denunciado. Hubiera sido interesante que la muerte de Mandela nos llevara a otra discusión… ¿qué pasa con el apartheid porteño? Con este orden espacial que se rompió porque ahora hay negros en la ciudad blanca… pero hay que pensar en cómo son vistos y tratados, y cómo muchos están intentando que se vuelvan a sus lugares “naturales” y que no invadan nuestra ciudad blanca.

http://www.revistacitrica.com/la-raza-es-una-categoria-acusatoria.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario