16-4-2013, Argenpress
Germán Mangione (SURSUELO, especial para ARGENPRESS.info)
Radiografía de uno de los grupos económicos más poderosos, poseedor de
cientos de miles de hectáreas en el país y la región, y dueño del
imperio inmobiliario más grande de la Argentina. Sus propiedades,
historia y vínculos con el poder.
En la estructura agraria argentina parece, desde hace algunos años,
estar todo en discusión. Pero entre todos los aspectos que hacen al
“campo” argentino hay un tema tabú: la concentración de la tierra. Según
datos del Censo Nacional Agropecuario de 2002, de las más de 170
millones de hectáreas agropecuarias de todo el país, 74,3 millones están
concentradas en cuatro mil dueños y corresponden a las propiedades con
superficies mayores a cinco mil hectáreas. Es decir, el 1,3% de los
propietarios hoy posee el 43% de la superficie. Los Censos Nacionales
Agropecuarios (CNA) de 1988, 2002 y 2008 demuestran una importante caída
en la cantidad de EAPs (explotaciones agropecuarias) que van desde
421.221 en 1988 a 276.581, lo que representa la desaparición de 144.640
EAPs en un período de 20 años.
Como afirmó el investigador y docente de la UBA, Azcuy Ameghino, en el
Número 1 de SURsuelo: “El concepto de concentración económica se utiliza
para describir el proceso mediante el cual el número de unidades de
producción se va reduciendo al mismo tiempo que una parte de las
restantes va creciendo en la proporción de los recursos disponibles que
dejan quienes son eliminados. En la agricultura esto es particularmente
visible dado el papel insustituible de la tierra como condición de la
producción. Si algunas empresas aumentan la superficie que cultivan es
porque otras la pierden”.
Además explicó que “de esta manera, el gran capital agrario -tanto el
terrateniente como el arrendatario- va controlando progresivamente el
uso de la tierra útil y, con ello, haciéndose cargo de porciones cada
vez mayores de la producción. Este es un proceso que a su vez se
autoalimenta, pues con el aumento de las escalas se consiguen mejores
condiciones de venta para los granos, menores costos de producción y,
por ende, la maximización de la rentabilidad del capital invertido”.
Es por ello que esta nueva sección de SURsuelo, “Los dueños de la
tierra”, intentará generar una radiografía de quiénes son los “grandes
actores de la tierra” que se han visto beneficiados por el modelo
agrario de los últimos 20 años en detrimento de los pequeños y medianos
productores.
En esta primera entrega analizaremos a uno de los grupos económicos que
más ha crecido durante la última década, llegando en 2012 a declarar un
aumento del 85% de sus ganancias. Estamos hablando del grupo Cresud.
La empresa
Cresud es una empresa que además de sus negocios agrícolas, su principal
fuente de ingresos, es dueña del 64,2% de IRSA, una de las empresas
inmobiliarias más grandes de la Argentina. Se presenta en su perfil
corporativo como “la empresa líder agropecuaria del país y la única que
cotiza en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y en el Nasdaq de Estados
Unidos. Desde septiembre de 1994, la compañía encaró una gran
transformación realizando una importante inversión en tierras, ganado y
tecnología”. Transformación de la que dan cuenta los números de sus
balances.
En sus comienzos, en plena década menemista, poseía siete campos
propios, llegando a tener 32 a septiembre de 2012, lo que implicó un
salto de 20.263 a 473.093 hectáreas. En los últimos años logró traspasar
las fronteras para sumar 240 mil hectáreas más entre Brasil, Paraguay y
Bolivia.
Según la empresa, poseen 406.572 hectáreas de campos propios explotadas
para la producción, aproximadamente 82.955 hectáreas de campos propios
se destinan a la explotación ganadera, 100.911 hectáreas se dedican a la
explotación de ganado lanar, 2.958 hectáreas se destinan a la
producción de leche y aproximadamente 55.101 hectáreas se arriendan a
terceras partes para la producción de granos y carne.
Su stock ganadero pasó de 20.177 cabezas en 1994 a las 74.756 actuales,
teniendo en su poder también 6.861 cabezas para lechería y una capacidad
propia de almacenaje de granos de 98.500 toneladas. La empresa da
cuenta también de 539.879 hectáreas de “tierras de reserva”. Según
afirma en su web www.cresud.com.ar:
“Las reservas de tierras de Cresud están localizadas en su mayoría en
áreas marginales donde la producción agropecuaria no está totalmente
desarrollada. La compañía cree en el uso de la tecnología y de las
buenas prácticas agropecuarias para mejorar la productividad de tales
tierras e incrementar su valor de largo plazo”. En su mayoría son montes
naturales. Además, tienen el derecho de concesión sobre aproximadamente
132 mil hectáreas de terreno por un período de 35 años, con opción de
prórroga por otros 29 años.
¿Quién es Elsztain?
Eduardo Elsztain es presidente del grupo IRSA, de Cresud y, a su vez,
Tesorero del Consejo Judío Mundial. Su abuelo fue el fundador de IRSA,
en 1943, por entonces una importante inmobiliaria que, con el tiempo, se
convirtió en la mayor empresa argentina de inversiones en bienes
raíces. Considerado uno de los mayores terratenientes de la Argentina,
es dueño de los principales shoppings de Buenos Aires y también el
principal accionista del Banco Hipotecario. A su vez, reviste en el
Consejo Asesor Global de The Endeavour Foundation de Nueva York entre
otros junto a Edward Misrahi (Director de la banca Goldman, Sachs &
Co. - Área Latinoamérica -dueños del grupo Clarín-), y Francisco de
Narváez (Next International, CEO).
Además, vicepresidente del Banco Hipotecario, controlado por IRSA, el
cual fue privatizado con un gran trabajo de lobby del grupo IRSA durante
el menemismo. Entre otros bienes de su imperio inmobiliario se
encuentran los principales shoppings de Buenos Aires: Abasto Shopping
(Buenos Aires), Alto Avellaneda (Avellaneda), Alto NOA (Salta), Alto
Palermo (Buenos Aires), Alto Rosario (Rosario), Buenos Aires Design
(Buenos Aires), Córdoba Shopping (Córdoba), DOT Baires Shopping (Buenos
Aires), Mendoza Plaza (Mendoza), Paseo Alcorta (Buenos Aires), Patio
Bullrich (Buenos Aires), Patio Olmos (Córdoba), Soleil Factory
(Boulogne). Campos ganaderos y agrícolas en todo el país (agrupados bajo
la empresa Cresud), hoteles de lujo (Llao-Llao, Intercontinental y
Sheraton Libertador) y varios edificios emblemáticos como el Rulero de
Retiro, el Laminar Plaza, de Catalinas, y su última adquisición, la
Torre de Microsoft, por la que hace unas semanas pagó 27 millones de
dólares, según reseña el diario La Nación en la nota titulada “Eduardo
Elsztain: el dueño de la tierra”.
Sus vínculos con el poder
De los 100 mil dólares de capital inicial que detentaba allá por 1994
cuando se hizo con la compañía hasta las ganancias de más de 176,7
millones de pesos registradas en 2012, hubo un camino plagado de
alianzas y vínculos con el poder. Su asociación durante los ‘90 con el
magnate George Soros le permitieron a este último ganancias por
operaciones inmobiliarias superiores a los 500 millones de dólares y al
argentino la capitalización necesaria para seguir expandiendo su
poderío.
Luego de que Soros decidiera poner la mira en otros horizontes de
negocios más promisorios por el 2000 en plena crisis, IRSA fue buscando
nuevos socios. Entre ellos tres de los empresarios más ricos del mundo:
Sam Zell, uno de los cinco mayores propietarios de inmuebles de los
Estados Unidos; Michael Steinhardt, dueño de uno de los principales
fondos de inversión; y el propio Bronfman, que hizo su fortuna con la
venta de la fabricante de bebidas Seagram y los estudios Universal.
Un amigo de la Kasa
Empresario de perfil bajo, Elsztain comenzó, bajo el gobierno de
Cristina Kirchner, a tomar notoriedad. No sólo por las reiteradas
menciones de la mandataria sobre su persona en los discursos, sino
también por ser parte importante de varios anuncios de obras
gubernamentales como el plan PRO.CRE.AR, financiado por el Banco
Hipotecario del que es accionista mayoritario, o el polo audiovisual de
la Isla Demarchi, de gran interés inmobiliario para el empresario por la
revalorización que se daría en las zonas aledañas, obviamente, de su
propiedad.
Según reseña en su libro “La mafia judía” el escritor sanjuanino Fabián
Spollansky, Elsztain tuvo gran influencia en las decisiones del gobierno
de Cristina Kirchner sobre la crisis agraria del 2008: “En el mes de
enero Eduardo Sergio Elsztain se entrevistó lejos de los despachos
oficiales con Martín Lousteau, entonces ministro de Economía, y le
sugirió elevar ‘nuevamente’ las retenciones. Éstas ya habían sido
elevadas dos veces durante el 2007. Más allá de los intereses fiscales
en juego, Elsztain necesitaba esta medida para incrementar aún más su
ganancia extraordinaria. Sabido es que existe una ganancia
extraordinaria básica por el precio internacional y porque la demanda
sigue creciendo en el Extremo Oriente. Pero para poder hacer más fáciles
los negocios de penetración terrateniente en Brasil, en Paraguay y en
el este boliviano, le hace falta a la mafia más y más dinero. Esos
recursos deben ser extraídos de la gran masa de productores en negro,
que ante el crecimiento de las retenciones habrían de quedar a merced de
los acopladores y de los grandes cerealistas exportadores, de los
cuales Elsztain y su amigo Marcos Marcelo Mindlin son los primeros”. En
aquel momento el magnate sojero declaró: “Nunca se puede decir que una
suba de impuestos no afecte a un negocio, pero acá hay que mirar la
película y no la foto. Evidentemente el campo sigue siendo un negocio
atractivo para los inversores”.
No sólo en las obras y los negocios coincide el magnate con el gobierno
nacional, sino también en la visión global del papel que le toca a la
Argentina y la región en el concierto económico mundial. “Nuestra visión
de una población mundial creciente impulsando fuertemente la demanda de
alimentos junto con la escasez de tierra arable en el mundo y las
atractivas condiciones de clima, suelo y agua que posee la región nos
impulsa a posicionarnos en Latinoamérica como un gran productor y
exportador de alimentos para el mundo”, aseguró el presidente de Cresud
en la carta de balance a sus accionistas de 2012.
También parecen unir los intereses de Cresud con los esperados por el
modelo agropecuario kirchnerista, las expectativas futuras. Mientras el
gobierno pone en manos de la soja su gran esperanza de dólares para
aceitar la economía en un año electoral, Cresud ve en el mismo sentido
una posibilidad de seguir aumentando sus ganancias. “El contexto luce
atractivo para el segmento agropecuario en la región. Tras haber
experimentado una dura sequía en 2012 que luego se expandió al norte del
continente, los precios de los commodities, principalmente la soja,
evidenciaron una tendencia alcista ubicándose en valores superiores a
los 500. Asimismo, esperamos muy buena producción anual ya que se
vislumbra un buen nivel de precipitaciones. El USDA proyecta en
Argentina una campaña de 27 millones de toneladas de maíz y 53 millones
de toneladas de soja. Nosotros esperamos sembrar aproximadamente 203 mil
hectáreas de granos en toda la región”, auguró a sus accionistas el
dueño de la tierra en Argentina.
Si bien se han sancionado algunas leyes referidas a la posesión de la
tierra, han tenido más que ver con cuestiones secundarias (aunque
relacionadas), como la extranjerización. Mientras tanto, siguen
desapareciendo numerosas pequeñas y medianas chacras y avanzando el
desierto verde de latifundios y pooles. “Quien busque la razón última
por la cual esto ocurre en buenas y malas épocas para el chacarero,
asegura el investigador Azcuy Ameghino, no la encontrará sino en la
naturaleza del régimen capitalista y la competencia mercantil, donde
inevitablemente, desde siempre, y en todas las ramas de la producción,
el comercio y los servicios, el pez grande se come al pez chico, o vive a
sus expensas”.
http://farmlandgrab.org/post/view/21990
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