Zully Flomenbaum · · · · ·
Al
psicoanalista en Israel le toca tratar con sujetos que, cada uno en su
subjetividad, están convencidos de que morir y matar en nombre de
la patria, tiene sentido.
Tratamos
con los sujetos del inconsciente, sujetos del deseo y del goce e interrogamos
sobre cómo se inscriben los conflictos bélicos en su subjetividad. Para muchos
jóvenes que por primera vez entran en combate, esta guerra -como todas las guerras-
forjará una relación con la muerte que cambiará para siempre la vida del
sujeto.
Los
israelíes suelen debatirse buscando el sentido en sus vidas, un sentido que
permita justificar su angustiosa existencia, mientras que el psicoanálisis
sostiene que la vida es un sinsentido, que a pesar de ello hay que amar.
El psicoanálisis no levanta banderas de verdad, no le propone al sujeto
soluciones y mucho menos "soluciones finales", consciente de
que el analista solo está en un lugar de supuesto saber, nunca del saber.
El
psicoanálisis trabaja con el goce, esa conjunción entre la libido y la pulsión
de muerte común a todos y que lleva a odiar al prójimo como nos odiamos a
nosotros mismos. A no aceptar las diferencias porque de esa manera, aceptar la otredad,
es aceptar nuestra división subjetiva.
Generalmente
escuchamos, y despedimos a soldados que van a la guerra: mientras están sumidos
en el escenario bélico, casi no sufren depresiones y funcionan como autómatas,
arrastrados por una euforia que tapa agujeros tan humanos como, por ejemplo,
el encuentro con lo femenino de cada sujeto, que en el marco militar es
imposible expresar, frente a la necesidad y el esfuerzo del ejercicio de
fomentar la virilidad tanto en hombres como en mujeres.
Mucho
mas compleja es la situación de los padres de los soldados que, al igual que
todo el sistema social israelí, ubican a sus hijos en ese lugar de
ideal-nacional, sacrificándolos de alguna manera en aras de la patria, posición
que la mayoría de los jóvenes son incapaces de rechazar, transformándolos de
esa manera en objetos del ideal social, objetos con su subjetividad borrada, de
uso y de cambio. Esto lo percibimos claramente cuando justifican las muertes de
civiles palestinos por el solo hecho de residir cerca de las casas de los
combatientes de Hamas. Por cierto, la guerra genera posturas radicales,
libera lo que Freud denomino "la pulsión de muerte" y genera
bandos muy difíciles de reconciliar, con pasiones al rojo vivo que se inscriben
en la lógica de las identificaciones.
Salir
de esta guerra no va a implicar solamente un cese del fuego, que indudablemente
no será poco, teniendo en cuenta el horror en el que vive la población de Gaza;
tampoco será suficiente reconstruir las miles de casas destruidas en
Gaza: hay un discurso de odio, que se justifica y que seguirá actuando e
infiltrando las subjetividades.
Para
recomponer los tejidos sociales va a tener que haber un compromiso, una
renuncia a la venganza, y la sociedad israelí deberá pensar en la gente de Gaza
de una manera humana, racional, comprender lo que significa ser un pueblo
axfisiado, humillado bajo la ocupación, para poder de esa manera preservar los
valores que nos unen con la vida. Ignorar la realidad no ayuda nunca a
encontrar una salida.
Desde
el psicoanálisis lo que se necesita en este momento es una apuesta por escuchar
esa búsqueda de humanidad.
Zully Flomenbaum es
psicoanalista en Jerusalén
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=7144
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