martes, 14 de agosto de 2012- Argenpress
Carlos del Frade (APE)
Ayer fue el día del niño en la Argentina. En realidad, siempre el día del niño es ayer. Los diarios decían que las ventas de juguetes crecieron casi un veinte por ciento en relación con el año anterior y que hubo mayor cantidad de productos nacionales. Los gobiernos nacionales, provinciales, municipales y comunales regalaron caramelos, juguetes y actuaciones. Los parques y las plazas se llenaron de pibas y pibes junto a sus familias. Valió la pena el día de ayer, el día del niño en la Argentina. Por veinticuatro horas pareció volver aquello de los únicos privilegiados, resurgió el imperativo moral de que con los pibes no y muchos sintieron que los chicos y las chicas son sagradas como decían los pueblos originarios. Pero el día del niño siempre es ayer en estos arrabales del mundo.El desafío es pensar en todos los días de todos los niños y todas las niñas en la Argentina de 2012.
Es cierto que bajó la tasa de mortalidad infantil y la pobreza, pero hay provincias donde los porcentajes gritan que el 63 por ciento de las pibas y los pibes no tienen para comer bien todos los días.
Porque los privilegios están claros en los números del presupuesto nacional: la asignación universal por hijo e hija suma diez mil millones de pesos contra cuarenta mil millones que se les da a las grandes empresas en concepto de exenciones impositivas, asistencias crediticias, reintegros y otras yerbas. Los grandes empresarios, cuatro; los pibes, uno. Allí están los únicos privilegiados.
Porque hay casi un millón de chicas y chicos que no escucharon el relato de un cuento de boca de un mayor en los últimos tres años. Que no tienen preparada ni la cabeza ni el alma para soñar con un final feliz y modificar aquella historia que empieza con el había una vez de todos los días. Que al no escuchar un cuento creen que siempre la realidad será igual y que no tendrán otra posibilidad que no sea la resignación.
Porque hay otro millón de pibas y pibes menores de doce años que no saben qué es celebrar un cumpleaños en los últimos cuatro años, según dicen las estadísticas que se vienen publicando en los últimos años y no aparecen en los dichos de los referentes de las principales fuerzas políticas argentinas. “No tienen fotos de los cumpleaños. Eso que nosotros si tuvimos y nos permitían, esas fotos, reconstruir la historia de la familia. Los pibes que llegan a la Casa de Ruca Hueney, son los hijos de la pobreza, los pibes descartables para el sistema”, dice con serenidad y firmeza Omar Giuliani al comentar aquella cifra que da cuenta de la cantidad de chicas y chicos que no son celebrados el día de su nacimiento.
Porque en los barrios populares del Gran Buenos Aires, Gran Rosario, Gran Santa Fe y Gran Córdoba, ocho de cada diez pibas y pibes no terminan la escuela secundaria y entonces la palabra futuro mete miedo. No hay sentido para el presente y cuando se vive sin sentido, se mata o se es muerto sin sentido.
El mismo sentido que explica la lógica carcelaria del mayor estado de la Argentina, la provincia de Buenos Aires, donde la mayoría de los detenidos son chicas y chicos menores de veintiún años, procedentes de hogares saqueados.
El mapa más frágil de la Argentina, el cuerpo de las chicas y los chicos, es el que aparece maltratado en las noticias policiales cada vez con mayor frecuencia y que va camino a naturalizar la perversión contra lo más sagrado de un pueblo, como entendían las culturas que habitaron primero estos lugares.
Porque en la cárcel de mujeres de Rosario el principal castigo sigue siendo prohibir la visita del hijo o la hija el día del niño; porque en la provincia de La Rioja, el gobierno de Beder Herrera se dio el lujo de cerrar el primer jardín de infantes impulsado por la mítica maestra Rosario Vera Peñaloza porque sus docentes están en contra de la megaminería; porque hace ocho meses que no llegan las becas para los hogares de menores de la provincia de Buenos Aires y porque matar casi veinte chiquitos santiagueños como hizo la multinacional inglesa GlaxoSmithKline costó solamente quinientos mil pesos, la quinta parte de lo que factura en un solo día.
Porque el sabor a alfajor de chocolate solamente aparece en el día del niño, el día del niño siempre es ayer en la Argentina del tercer milenio.
Habrá celebración de todos los días de todos los niños de la Argentina el día que se recupere aquella realidad del país hecho a imagen y semejanza de las mayorías, aquella donde la existencia concreta marque que las pibas y los pibes volvieron a ser los únicos privilegiados, que con los chicos no y que ellos, todas y todos los niños son sagrados.
Hasta entonces, siempre el día del niño será ayer.
http://www.argenpress.info/2012/08/el-dia-del-nino-siempre-es-ayer.html
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