Alexis Tsipras - Presidente del partido unificado de la izquierda radical griega Syriza.
La pasada semana, Alexis Tsipras (el presidente de SYRIZA, el partido de la izquierda radical unificada griega) pronunció una conferencia en el Kreisky Forum, en Viena. Se dirigió a los socialdemócratas austríacos en la que fuera residencia de Bruno Kreitsky. Reproducimos la versión castellana de esa conferencia por dos razones: primero, porque envía un interesante mensaje a la socialdemocracia centroeuropea (austriaca y alemana, en particular). Y segundo, porque este importante discurso parece haber pasado desapercibido por los medios de comunicación establecidos.
Querida Gertraud, queridos todos:
Gracias por vuestra amable invitación. Me siento
honrado y feliz de estar aquí. En la casa de Bruno Kreisky. Entre amigos
austriacos que, supongo yo, comparten conmigo las mismas preocupaciones sobre
nuestro común hogar europeo. Nuestro común hogar, cuyos fundamentos se ven
ahora amenazados por una peligrosa bomba de tiempo social y política. Una bomba
de tiempo que podemos y debemos desactivar.
Como ustedes saben, yo no soy un socialdemócrata.
Pero soy muy consciente de la grandeza de Bruno
Kreisky y de la importancia de la socialdemocracia en la que él creyó y a la
que se entregó políticamente con abnegada honradez durante toda su vida. Y
tengo asimismo un gran respeto por sus logros.
La razón de que empiece declarando francamente que yo no soy un
socialdemócrata no es, huelga decirlo, porque quiera levantar una barrera ideológica
entre ustedes y yo. El diálogo y las alianzas políticas se hallan en el corazón
mismo, en el DNA de mi partido, SYRIZA, como parte esencial de la vía
democrática al socialismo con libertad y democracia.
Yo estoy seguro de que comparto con la mayoría de ustedes idénticos o
similares valores. Sin embargo, no puedo ocultarles mi sorpresa y mi decepción
con el giro que el grueso de los partidos socialdemócratas europeos han dado en
los últimos años.
Queridos amigos:
Como estoy convencido de que todos ustedes saben, hemos experimentado
últimamente en Grecia una reviviscencia del apabullante fenómeno nazi. El atroz
asesinato político de un músico antifascista, Pavlos Fyssas, en las cercanías
de la Plaza del Pireo es buena prueba de sus objetivos y de sus métodos.
En 1967 Bruno Kreisky era uno de los dirigentes
de los movimientos europeos de solidaridad con la lucha por la restauración de
la democracia en Grecia.
Los demócratas griegos le estaremos eternamente
agradecidos, a él y a sus camaradas austriacos, por demostrar su solidaridad
con el pueblo griego en tiempos críticos.
Yo me temo que la reaparición del nazismo tiene
que ver con las implacables políticas de austeridad impuestas a Grecia por la
Troika de los prestamistas y los sucesivos gobiernos de Grecia, señaladamente
el actualmente en el poder, formado por una coalición entre la conservadora
Nueva Democracia y el socialdemócrata PASOK.
El actual PASOK se ha eclipsado porque no se
percató de las consecuencias ni de la crisis en sí, ni de las de gestión
neoliberal de la misma en un país deficitario como Grecia, y encima, miembro
de una unión monetaria de arquitectura mal concebida sometida a un shock simétrico.
De esta crisis todos debemos sacar una lección,
pero especialmente los partidos socialdemócratas.
Queridos amigos:
En los 90, el grueso de los partidos
socialdemócratas se divorció gradualmente de las políticas que buscaban regular
el capitalismo.
Sin embargo, luego de la II Guerra Mundial, hubo
tiempos y socialistas valientes e inspirados como Bruno Kreisky que marcharon
por la vía de los valores, los principios y las políticas socialdemócratas.
En un artículo recientemente publicado en el Spiegel, el columnista habitual del Financial Times Wolfgang Münchau dijo lo
siguiente:
“La SPD renunció finalmente al keynesianismo
cuando el último keynesiano del partido, Oskar Lafontaine, lo abandonó en 1999
y dejó el campo abierto a Gerhard Schröder, quien luego habría de poner por
obra políticas económicas reformistas del lado de la oferta.
“Ahora, la SPD no es sino otro partido
conservador más del lado de la oferta, y las diferencias con la CDU han quedado
reducidas a discusiones sobre la distribución, pero ya no sobre los asuntos
fundamentales de fondo. Por eso el debate entre Merkel y Steinbruck ha sido tan
cojo: un dueto, como lo han calificado algunos periódicos.”
Yo coincido totalmente con esta opinión. Si los
socialdemócratas hubieran secundado el legado de estadistas como Bruno Kreisky,
Willy Brandt u Olof Palme, Europa no se habría convertido en el desierto
neoliberal que es ahora.
Queridos amigos:
Recordemos el desplome de 1929. Me permitirán que
resuma sumariamente lo que entonces ocurrió en dos frases:
- la “moneda común”, por decirlo así, del
momento, el Patrón Oro, un sistema con tasas de cambio fijas, se desplomó y se
incendió:
- el gobierno negó que hubiera un fallo de
arquitectura en el diseño global, insistió en la austeridad y en la política de
salida de la crisis a través de las exportaciones netas.
Se trataba de un conjunto de políticas económicas
que los historiadores vinculan al ascenso del fascismo en la Europa meridional
y del nazismo en la Europa central y septentrional.
¿Se percatan ustedes de las similitudes con la
presente situación en Europa?
La Eurozona se parece al Patrón Oro, con una
diferencia que hace peores las cosas: en vez de tasas de cambio fijas entre las
monedas, hay una única moneda de la que es imposible salir en tiempos de crisis
grave.
Pero al estar tan mal diseñada, la moneda común
nos hizo dos cosas terribles. Dos cosas que hacen especialmente apta la
analogía con el Patrón Oro:
Primero causó, durante sus primeros años de
existencia, masivos movimientos de capital desde los países desarrollados
excedentarios de la Eurozona hacia la Periferia.
Los países excedentarios tienen industrias
oligopolísticas intensivas en capital que producen bienes de capital y bienes
de consumo que la Periferia no puede producir por sí misma (al menos, a precios
competitivos).
Por su propia naturaleza, una unión monetaria entre economías avanzadas
de este tipo y una periferia menos avanzada y menos capitalizada tiene que
generar excedentes comerciales crecientes.
Pero esos excedentes comerciales crean
inmediatamente montañas de beneficios en los países excedentarios, muy
superiores a sus necesidades de inversión.
El resultado es el colapso de las tasas de
interés en los países excedentarios, razón por la cual los bancos
septentrionales tienen incentivos para canalizar su capital hacia una Periferia
en la que los tipos de interés son superiores. Por eso hubo enormes flujos de
capital hacia la Periferia.
¿Y por qué el flujo de capitales es un problema?
Porque el dinero que fluye a la Periferia crea
burbujas.
En Grecia causó una burbuja de deuda pública, en la medida en que el Estado tomó a
préstamo por encargo de los emprendedores y desarrolladores cleptócratas que se
servían de ese dinero para crear, indirectamente, todo tipo de burbujas.
Igual que Hoover en los 20 y los 30, los gobiernos conservadores y
socialdemócratas europeos insistieron en que las deudas impagables tienen que
ser pagadas.
¿Pero cómo?
Con nuevas deudas contraídas con los países excedentarios.
Así terminó la quebrada Grecia de mayo de 2010 aceptando el mayor
empréstito jamás realizado en la historia universal, lo que aceleró las
pérdidas en el ingreso nacional.
La falta de socialdemócratas en la tradición de Bruno Kreisky creó el
espacio político para que
prosperaran políticas anticrisis que dieron lugar al levantamiento de un
nuevo e invisible muro entre los países acreedores excedentarios del Norte y
los países deudores deficitarios del Sur.
Queridos amigos:
Ya llevo un rato hablando, y apenas he mencionado a Grecia.
Me permitirán, pues, que dedique unas cuantas palabras a mi sufrido
país.
Grecia no es un caso especial.
Puede que Grecia haya sido el eslabón más débil
de la cadena de la Eurozona.
Pero aun si Grecia no hubiera existido, la cadena
de la Eurozona habría tenido otro eslabón más débil.
Grecia fue, por decirlo simplemente, el canario
en la mina, cuya muerte dispara todas las alarmas, indicando a los mineros –y
al resto de los socios europeos— que algo anda mal en la mina.
En vez de eso, se privó al canario agonizante de
todo alimento hasta casi dejarlo morir; se le trató como a un chivo expiatorio.
Aun si Grecia hubiera logrado ser más eficaz, más competitiva y moderna antes de
2008, igual nos habríamos dado de bruces con una Eurozona que no pudo hacer
frente al terremoto de 2008.
Tal vez no habríamos sido los primeros en caer. Pero habríamos
terminado cayendo. Porque si Irlanda, el país que encabezaba todas las listas
de “buenos” resultados, cayó, Grecia estaba condenada a caer también. Como
Portugal, Italia, España y, eventualmente, Francia.
No quiero con ello decir que Grecia no precise de
reformas o que no tenga debilidades. Sería absurdo.
Todo eso es verdad. Pero no hay reforma que valga en una economía en colapso.
Sin embargo, hay otra verdad que tal vez ustedes no hayan oído nunca.
Es el hecho de que nuestra cleptocracia se ha aliado con las elites
europeas para propagar un sinfín de mentiras sobre Grecia.
Mentiras que quitan de culpas sobre nuestras debilidades a la
cleptocracia griega para cargarlas en las espaldas de las gentes del común, del
pueblo trabajador de Grecia.
Mentiras que los ayudan a imponer políticas tan terribles para Grecia
como penosas para Austria y el resto de Europa, pero excelentes para los
banqueros quebrados y oportunísimas para los eurócratas.
Les ruego que me permitan entrar en algunas de esas míticas mentiras:
Mito Número Uno: el trabajo griego está sobreprotegido.
Mito Número Dos: Los griegos son holgazanes.
Mito Número Tres: el mercado laboral griego es demasiado rígido. ¿Saben ustedes que desde 2001, cada año, se ha despedido a
un tercio (33,3%) de los trabajadores asalariados?
Mito Número Cuatro: Los trabajadores parados
griegos reciben una cobertura de desempleo demasiado generosa.
Mito Número Cinco: Los salarios reales en Grecia
se fueron acercando en el período 2000-2009 a la media del salario real
europeo. Jamás llegaron a alcanzar ese nivel.
Podría seguir y seguir. No lo haré.
Si ustedes quieren entender realmente por qué
Grecia sigue en depresión, la respuesta es muy sencilla: está atrapada en una
Eurozona que impone austeridad a Grecia y al resto de la Periferia.
Sin embargo, una vez instalados en ella,
desmantelar la Eurozona tendría un coste terrible para todos nosotros.
De modo que, aun si pensamos que se trata de una
unión monetaria terrible, de una unión que divide a nuestros pueblos mediante
una simple moneda, estamos obligados a rediseñarla.
Desgraciadamente, ese rediseño no puede hacerse
tan fácilmente:
• Los banqueros quebrados de Grecia y de España,
en total cooperación con los banqueros quebrados de Alemania y de Francia, se
niegan a admitir cualesquiera cambios drásticos.
• Los políticos actualmente en el poder tampoco
quieren cambios radicales.
• Los eurócratas están particularmente en contra
de admitir el menor error en el pésimo diseño de las instituciones.
Desgraciadamente, si los banqueros, los políticos
dominantes y los eurócratas siguen a su aire, Europa se desintegrará.
¿Quieren ustedes tener un vislumbre de lo que
ocurrirá aquí en Viena, una vez se contagie, como terminará por ocurrir, de la
enfermedad de la Periferia?
Pues vengan a Grecia y echen un vistazo a los
escaparates clausurados, a las fábricas vacías, al miedo dibujado en el rostro
de los inmigrantes cuando vuelven de noche a casa.
Queridos amigos:
No es necesario llegar a eso.
SYRIZA ganará las próximas elecciones en Grecia y
realizará un cambio político fundamental.
Un gobierno de la izquierda en Grecia tenderá la
mano a los socialdemócratas europeos, a los liberales genuinamente
librepensadores europeos, a todos los europeos que no quieren ver deslizarse a
Europa por la pendiente de la pesadilla.
Y a todos les pediremos sumarse a un proyecto
común: al proyecto de estabilizar Europa, el primer paso para llegar a una
Europa abierta, democrática y cohesionada.
Para hacerlo, tendremos que negociar tenazmente
con las principales palancas del neoliberalismo en Francfort, en Berlín, en
Bruselas, en París.
Para hacerlo, necesitaremos vuestro apoyo.
No sólo para conseguir un mejor resultado para Grecia. Sino para
construir una Europa mejor, una Europa humana.
Un gobierno de SYRIZA no esperará de los sufridos trabajadores
alemanes y austriacos que sostengan nuestra recuperación contra sus propios
intereses.
Un gobierno de SYRIZA pondrá sobre la mesa un Plan Marshall para
Europa que incluirá una unión bancaria propiamente dicha, una deuda pública
centralmente gestionada por el BCE y un programa de inversiones públicas.
Estamos particularmente empeñados en convocar una Conferencia especial
sobre la deuda europea en el conjunto de la Periferia, por analogía con la
Conferencia de Londres de 1953 para la deuda de Alemania, que decidió condonar
una gran parte de esa deuda, así como una moratoria para el pago de intereses y
una cláusula de crecimiento.
Esas son las exigencias mínimas del futuro gobierno de SYRIZA:
• Pueden lograrse sin alterar ninguno de los Tratados
actualmente en vigor.
• Sin necesidad de que los contribuyentes
alemanes o austriacos tengan que pagar un céntimo a la Periferia.
• Sin que nuestros Parlamentos cedan un ápice de
su soberanía. [1]
Mi intención es mirar a los ojos del trabajador alemán
o austriaco y poder decirle:
Ellos nos hicieron aceptar el mayor empréstito de
la historia procedente de ti. Pero no ha beneficiado a nuestro pueblo. Todo fue
una cínica estratagema para cargar sobre tus espaldas las pérdidas de los
bancos septentrionales.
No será fácil convencer a la Señora Merkel, al
Señor Asmussen, al Señor Draghi.
Tenemos que estar preparados para arrostrar las
consecuencias de su resistencia.
Y las arrostraremos.
Sabed que la única alternativa a eso es la aceptación de una lenta agonía para
mi nación y de la lenta
desintegración de la Eurozona, lo cual terminará por llevarse también por
delante a la propia Unión Europea.
Para terminar: mi partido, SYRIZA, esta dispuesto a promover una
agenda europea para la salvación de la Eurozona como medio de dar a Grecia un
respiro.
Yo no sé si el partido socialdemócrata austriaco me apoyará en ese
combate para salvar a Europa de sí misma.
De lo que en cambio estoy convencido es de que Bruno Kreisky estaría
de mi lado.
¡Juntemos nuestras fuerzas para hacer el bien! ¡En toda y por toda
Europa!
Muchas gracias.
NOTA de la T.: [1] Tsipras está haciendo suyo aquí el programa de
la Modesta
Proposición para terminar con la crisis de la Eurozona ideado por Yanis
Varoufakis (su principal asesor en materia económica), Stuart Holand y Jamie
Galbratih.
Alexis Tsipras es el presidente del partido unificado de la
izquierda radical griega Syriza.
Traducción
para www.sinpermiso.info:
Ventureta Vinyavella
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=6311
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