09|12|2011- Es una alternativa a la OEA sin el enemigo adentro, es el
sueño de los Libertadores del siglo XIX. Fue fundada durante la cumbre
realizada en Caracas los días 2 y 3 de diciembre. Solidaridad e integración son
la clave para devolver la fuerza a un continente.
Por Emilio Meynet | Desde la redacción de APAS
“La declaración
de Caracas”, acordada durante los días 2 y 3 de diciembre emerge como producto
de una larga y centenaria lucha por la unidad y la integración de los pueblos
de la región latinoamericana.
Se constituye también como un documento histórico que no solo expresa la voluntad de unión de los treinta y tres países que adhirieron a ella,
sino que también destaca que el hecho es mandato histórico legado por
los Libertadores de América.
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (CELAC), fundada durante la cumbre realizada en Caracas puede pensarse en
términos históricos como la culminación de un proceso de integración que tuvo
su punto de partida en 1824, con la convocatoria de Simón Bolívar al Congreso
de Panamá, para crear una federación de las recién independizadas repúblicas.
Hoy, la creación de esta entidad fue acordada por los gobernantes de la región
en la cumbre de Playa del Carmen, México, el 23 de febrero de 2010, como una
continuación del Grupo de Río y la Cumbre de América Latina y el Caribe.
Planteos principales
Respecto de la
crisis financiera internacional el “Plan
de Acción de Caracas” - documento esencial de la fundación de la CELAC-, propone prevenir las crisis al interior de la región y los impactos
extra-regionales mediante el “mantenimiento de sólidas políticas fiscales y
monetarias”, además de incrementar
el intercambio de información y experiencias de la región, y mejorar las
capacidades de financiamiento del comercio intrarregional.
Por otra parte, la
intención es generar una nueva
arquitectura financiera regional sobre los principios de justicia, solidaridad y transparencia. En ese sentido se reconoce
necesario rediseñar las instituciones financieras regionales para incrementar la voz y
el voto de los países en desarrollo, eliminando o flexibilizando las
condiciones en el otorgamiento de préstamos para que se respeten su soberanía, independencia y
autodeterminación.
De esta manera se generarían instituciones con distinto carácter a las fundadas por el
nuevo orden mundial establecido luego de la última guerra inter-imperial
finalizada en 1945, donde la nueva superpotencia norteamericana había creado
las propias. Una de ellas es el Fondo
Monetario Internacional, históricamente utilizado como instrumento de presión para el ajuste
estructural de los países de producción semi-colonial o colonial, sumado a
políticas monetarias ortodoxas para lograr préstamos que deriven en deuda
externa.
El Tratado de Caracas también contempla la necesidad de complementariedad
y cooperación entre los mecanismos regionales y subregionales de integración, a
través de cinco ejes: el económico-comercial, el productivo, el social, el
cultural y el energético.
Entre las propuestas más importantes en lo económico-comercial, se encuentra el desarrollo de una “Preferencia Arancelaria Latinoamericana y del Caribe” y la
elaboración de un programa para facilitar el comercio en la región respecto del
transporte, los procedimientos aduaneros y la digitalización de procedimientos.
Otro de los desafíos es elaborar una Agenda Estratégica de Coordinación Regional para definir
objetivos compartidos y proyectos prioritarios de la región, con el fin de
obtener resultados de inclusión y desarrollo social, en el marco de la
elaboración de un Plan de Acción Regional de políticas públicas en materia
social.
Por último, sobre el eje de energía, se propone crear una instancia conformada por las
autoridades nacionales de cada país en materia energética para la integración energética regional.
Respecto de la
infraestructura para la integración física del transporte, las
telecomunicaciones y la integración fronteriza; el Plan se propone articular
todos los proyectos y programas en curso para lograr “una estrategia para el desarrollo e integración de la infraestructura
física, de la conectividad y de las regiones fronterizas en América Latina y el Caribe”, con el objetivo de “disminuir
la “brecha de infraestructura” que caracteriza a América Latina y el Caribe”.
También se ocupa del desarrollo
social y la erradicación del hambre y la pobreza, para lo cual plantea la creación de
un Foro que permita la articulación y complementación de las políticas públicas
nacionales en materia social, y la implementación de planes, políticas o
programas regionales comunes.
En este sentido se
destacan las iniciativas para desarrollar un Programa Latinoamericano y Caribeño de Alfabetización y
Post-alfabetización para erradicar el analfabetismo en la región para el
año 2015.
En esta misma línea
también se propone diseñar un Programa Latinoamericano y Caribeño para la
erradicación del hambre sobre la base de experiencias exitosas en los países de
la región. La misma propuesta de articulación de las políticas públicas
nacionales se replica en materia ambiental.
Por último el Plan se encarga de establecer propuestas sobre las
tecnologías de información y comunicación para mejorar la infraestructura e integrar
los sistemas de comunicación nacionales.
Brega para que las instituciones nacionales de telecomunicaciones coordinen con
sus pares vecinos el uso de redes eléctricas para tender infraestructura de
telecomunicaciones entre ellos. Además plantea como necesario analizar las condiciones de roaming internacional y larga
distancia, para consolidar áreas de cobro que reduzcan los precios en los
servicios móviles de voz, texto y datos.
Vale destacar que el plan contiene políticas para corto, mediano y largo
plazo; ya que al
mismo tiempo que genera propuestas para generar espacios de intercambio de
experiencias, entiende la importancia de coordinación regional en lo
económico basado en la cooperación latinoamericana como si se tratara de un
único territorio.
Comprende además que es el momento de crear insituciones propias, que funcionen consignadas
por los mismos
valores mencionados (justicia, solidaridad, cooperación), para impulsar las
economías nacionales; en lugar de buscar la subordinación de los menores (como
sucedió en la Unión Europea).
La CELAC y sus antecedentes.
Lo primero que se
debe entender es que la CELAC no
sustituye a la Unión Sudamericana de Naciones (Unasur) creada en 2004. En términos políticos, la
Unasur sigue siendo el núcleo homogéneo y, desde allí se motorizó la creación
de la CELAC. Al
impulsar el nuevo organismo, brasileños y argentinos se cuidaron de no diluir a
la Unasur, así como la Unasur no
diluyó al preexistente Mercosur.
La
creación del Mercosur por parte de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay el 26
de marzo de 1991, al cual se han asociado otras naciones, fue un primer paso a
la integración luego de décadas de continuas dictaduras militares en el
continente, todos procesos de rasgo liberal en lo económico.
Sin embargo, nunca planteó un desarrollo industrial estratégico en el largo
plazo, ni una cooperación regional con motivo de acortar brechas entre países,
para posicionar como polo de poder mundial al continente en su conjunto.
En tanto, el 14 de diciembre de 2004 había nacido la Alianza Bolivariana para
los Pueblos de Nuestra América (ALBA), formada por Bolivia, Cuba, Ecuador,
Nicaragua, Dominica, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda y
Venezuela, con un programa integrador de nuevo tipo.
Chávez apeló a las cifras de la Cepal
sobre la región “CELAC”: 31 por ciento de
reservas de biocombustibles mundiales, 13 por ciento de reservas de petróleo,
47 por ciento de la producción de cobre, 48 por ciento de la producción de
soja, 31 por ciento de la carne y 23 por ciento de la leche, para reforzar su
potencial.
Con sus 590
millones de habitantes y un Producto Bruto Interno (PBI) global de unos 6
billones de dólares, los integrantes de la
CELAC tendrán un peso importante en el concierto de naciones. Estados Unidos tiene un
PBI de 14 billones y 313 millones habitantes, Alemania de 3 billones y 80
millones de habitantes, la Unión Europea de 15 países tiene un PBI de 14
Billones y 500 millones de habitantes, y China 14 billones y 1350 millones de
habitantes.
La presidenta Cristina Fernández remarcó: “Tenemos una oportunidad histórica de
convertirnos en grandes protagonistas del siglo XXI. Pero necesitamos
instrumentos que no se dan solamente en el campo de lo económico, sino también
en lo político”, aclaró.
De ese modo, convocó a fortalecer la integración regional. Destacó que hay un mercado de 600 millones de consumidores, pero
el 80 por ciento del comercio se realiza en regiones extrazona (se realizan 160
mil millones de importaciones extra zona); y solo el 20 por ciento, 40 mil
millones, son intra-CELAC.
Recordemos que aún, dentro del
territorio CELAC, existen países como México o Colombia que poseen firmados
varios Tratados de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos.
El presidente cubano Raúl Castro, que calificó a la CELAC de la iniciativa más
importante de los últimos 200 años, muestra otra cara del nuevo organismo. No
reemplaza a la Organización de los Estados Americanos (OEA), que sí incluye a
los Estados Unidos y tiene apartada a Cuba, pero sigue vaciando de contenido
concreto a la OEA.
De lo que se habló en Caracas, los días 2 y 3 de diciembre, fue básicamente de consolidar
el bloque regional para defenderse en la unidad y crecer en la integración,
mitigando las asimetrías sobre la base de la solidaridad de nuestros pueblos.
Las condiciones mundiales nos favorecen, los números nos alientan, y las
relaciones entre mandatarios nos ilusionan. Latinoamérica ha sido la periferia del mundo durante siglos. Llegó la
hora de refundarla.
http://www.prensamercosur.com.ar/apm/nota_completa.php?idnota=5375
No hay comentarios:
Publicar un comentario