21-3-13 Argenpress
Ester Kandel (especial para ARGENPRESS.info)
La complejidad del tema nos motiva presentarlo en dos partes para
incluir otros aspectos que merecen considerarse. Una pregunta guiará
este estudio ¿de dónde viene la sumisión a las mujeres?
“Todo cambia”, reza la canción y aquí sostenemos que también es posible
transformar la familia patriarcal. Una mirada filosófica sobre la
diferencia de los sexos, nos permite criticar las afirmaciones de la
mayoría de los textos y su metodología.
El estudio de las relaciones entre el ser humano y la naturaleza, entre
el ser y el pensar, el espíritu y la materia atravesó muchas etapas. Las
corrientes de pensamiento se desarrollaron también en distintos tipos
de sociedades, con relaciones sociales, políticas y económicas
particulares.
Geneviève Fraisse en el artículo Del destino social al destino personal.
Historia filosófica de la diferencia de los sexos, sostiene:
"El discurso filosófico sobre las mujeres y sobre la diferencia de los
sexos se halla necesariamente en la encrucijada de la historia -aquí
ruptura política, mutación económica de la época moderna- y la eternidad
de las cuestiones filosóficas: dualidad de cuerpo y espíritu, división
entre naturaleza y civilización, equilibrio entre lo privado y lo
público. P.70
En otros términos el filósofo Alfredo Llanos señala que la filosofía “no
puede estar desconectada de la realidad económica, social y política
dentro de la cual emerge y cuya verdad pretende expresar. Toda filosofía
es filosofía de su tiempo, decía Hegel.”
La propuesta nos invita a pensar en:
• el sentido de las doctrinas de los grandes pensadores del pasado;
• la perspectiva histórica que los empujó a dar determinadas soluciones
• los factores ambientales que determinan las distintas respuestas filosóficas planteadas en cada época.
Por ejemplo, en la Grecia clásica, los filósofos abordaron entre otros
temas el de la familia monogámica a través del modelo patriarcal
expresado en la regulación del contrato matrimonial, las conductas
sexuales dentro del mismo, la procreación, la herencia y las funciones
del padre.
El estudio Cuerpo de mujer - Sexualidad y política (1999), analiza la
posición de Platón, basada en la idea de “mezcla”, o sea la combinación
de bienes y caracteres (por ejemplo ricos-pobres, impetuosos-moderados),
lo que en primer lugar pone de manifiesto el grado de conflictividad
existente y por otro el camino que la sociedad ateniense tomó para
resolverlo. Precisamente, la regulación de los conflictos sociales por
la excesiva acumulación de riquezas se efectuaba por: la legislación de
las alianzas matrimoniales, el control de la generación y la herencia,
para lo cual resultó imprescindible el dominio del cuerpo femenino con
sentido de utilidad pública.
¿Cuál era la formación económico-social que sostenía la justificación de este modelo?
La democracia antigua o esclavista, cuyo poder lo tenía la aristocracia
terrateniente y luego fue disputada por una nueva clase mercantil, en
los últimos años del siglo V a c., según el historiador inglés George
Thomson, origina la lucha entre demócratas y oligarcas que asumió la
forma de una guerra panhelénica entre Atenas y Esparta.
La familia monogámica instituida en Grecia, suplantaba a la sindiásmica,
lo nuevo era el poder del hombre, con el fin formal de procrear hijos
de una paternidad cierta.
¿Por qué? En El origen de la familia la propiedad privada y el Estado, Federico Engels señala:
Esta paternidad se exige porque esos hijos en calidad de herederos
directos han de entrar un día en posesión de los bienes de la fortuna
paterna. (…) la existencia de la esclavitud junto a la monogamia, la
presencia de jóvenes y bellas cautivas que pertenecen en cuerpo y alma
al hombre, es lo que constituye desde su origen el carácter específico
de la monogamia, la cual sólo es monogamia para la mujer y no para el
hombre.
Monogamia, esclavitud y propiedad privada son el progreso y la
desventura porque el desarrollo de unos se verifica a expensas de la
desventura y de la represión de otros. Es la forma de la sociedad
civilizada (…) (1)
La concepción filosófica de la mujer en el mundo clásico partía de
considerarla como un ser inferior, como lo sustentaba el pensamiento de
los griegos:
Sócrates según Platón atribuye la inferioridad femenina a su propia
naturaleza y a la falta de educación, siendo deber del marido
proporcionársela;
Platón: subordinación al varón;
Aristóteles parte de la pasividad de la mujer en la reproducción y
justifica su sometimiento social jurídico. El macho es más apto para el
mando que la hembra, exceptuando algunos casos contra natura.
Las corrientes de pensamiento las podemos encuadrar en dos concepciones:
el idealismo y el materialismo, que se caracterizaron esencialmente por
diferenciar la comprensión del espíritu y la materia, con un registro
metafísico o dialéctico.
Un punto nodal ha sido la concepción sobre la realidad y la relación
entre el ser y el pensar siempre en un contexto, en un período
histórico.
Desde el materialismo dialéctico se considera a la realidad como
objetiva, con existencia independiente de los sujetos y al conocimiento
como un proceso vinculado a la práctica social.
En términos de Carlos Marx:
La producción de la vida, tanto de la propia en el trabajo, como de la
ajena en la procreación, se manifiesta inmediatamente como una doble
relación -de una parte, como una relación natural y de otra como una
relación social-; social en el sentido de que por ella se entiende la
cooperación de diversos individuos, cualesquiera que sean sus
condiciones, de cualquier modo y para cualquier fin. (…) ..La historia
de la humanidad debe estudiarse y elaborarse siempre en conexión con la
industria y del intercambio.
Si nos dirigimos al siglo XIX, observamos que de los cambios históricos
emergen reformulaciones de la relación entre los sexos y surge la
conciencia de una posible emancipación de las mujeres. Según Geneviève
Fraisse esta reflexión filosófica “enuncia algunas certezas o lanza
ciertas torpezas pero que, con todo, accede a un registro metafísico en
que lo mismo y lo otro adoptan la figura de la diferencia de los sexos
para interrogarse.” P.71
¿Qué temas se plantearon? Fundamentalmente:
1- la familia, entendida por una parte, como emanación del matrimonio y por otra, como célula primera de la sociedad;
2- la especie, cuya perpetuación se concibe como finalidad de la vida humana;
3- la propiedad, con sus corolarios: el trabajo y la libertad.
Según la autora los filósofos se dividen en dos posiciones: o bien
plantea las relaciones de armonía o por el contrario, las de conflicto
entre ambos sexos. Todos se preguntan cómo definir el amor, lugar de los
goces más elevados y de los peores sufrimientos.
A fines del siglo XIX se aborda la cuestión jurídica de las mujeres con
las siguientes posiciones, basadas en los conceptos que ya estaban
desarrollados:
Fichte señala claramente la dificultad:
Contrariamente a lo que ocurre en el resto del derecho, no se puede
establecer una “deducción del matrimonio” a partir del fundamento del
derecho natural, pues no se trata de una “asociación jurídica, como es
el caso del Estado”, sino de “una asociación natural y moral”. El
matrimonio es una “unión perfecta” que descansa en el instinto sexual de
ambos sexos y que no tiene ningún fin fuera de sí mismo. (…) el amor es
el punto en donde se reúnen del modo más íntimo la naturaleza y la
razón.
En cambio la posición de Kant sostenía antes que el matrimonio se da
como un “contrato.” El goce de los órganos sexuales del hombre por la
mujer y recíprocamente sólo es aceptable precisamente debido a esta
reciprocidad de la relación de posesión en que el hombre manda y la
mujer obedece.
Hegel plantea que matrimonio es una “acción moral y libre y no una unión
inmediata de individuos naturales y de sus instintos. El jefe de
familia, el hombre, es la persona jurídica.
Una basándose en el fundamento natural de la división de los sexos, la
otra en el reconocimiento de la ley y por último en el no reconocimiento
del deseo, estas tres posiciones tienen una coincidencia: es la
dependencia femenina del hombre; su realización en el matrimonio y su
destino es el espacio doméstico.
La metafísica del siglo XIX, señala Geneviève Fraisse, se alimenta de
los conceptos de dualidad, relación y unidad de polos opuestos, cuya
diferencia en el sexo es una de sus representaciones, incluso, tal vez,
una metáfora fundamental.
Intentado explicar el perfil de las corrientes filosóficas en relación
con el desarrollo de las ciencias, Alfredo Llanos señala que:
El materialismo del siglo XVIII era mecanicista porque entonces la
mecánica de los cuerpos sólidos, es decir, la mecánica de la gravedad
era de todas las ciencias naturales, la única que había llegado en
cierto modo a un punto culminante. La segunda limitación de este
materialismo consistía en su incapacidad para concebir el mundo como
proceso, como materia sujeta a desarrollo histórico. Esto correspondía
al estado de las ciencias naturales de ese entonces y al modo metafísico
y antidialéctico de filosofar que con él se relacionaba. Se sabía que
la naturaleza se hallaba sujeta a un perenne movimiento pero, según las
ideas dominantes en aquella época ese movimiento giraba en un sentido
circular, razón por la cual no se movía nunca de sitio.
Estas ideas modelaron e instituyeron un perfil y una práctica dominante
de las mujeres; sin embargo las contradicciones que se gestaron en el
seno de algunas sociedades como los acontecimientos revolucionarios a
finales del siglo XVIII, encontró a las mujeres participando y
debatiendo con los varones por la instauración de la República.
A la idea de la dualidad de los sexos se une la complementariedad de
estos, desarrollada durante el siglo XIX. Esta posición es sostenida por
Ludwig Feuerbach y compartida por Auguste Comte. En la última parte de
este siglo se desarrolla una polémica desde una visión histórica de las
relaciones familiares que cuestiona el andamiaje del patriarcado.
Los temas presentes en los discursos filosóficos hacían referencia a:
• la “jerarquía de los sexos” (correspondencia A. Comte - Sturat Mill, 1843);
• la mujer se caracteriza por ser afectiva y el hombre por su capacidad intelectual;
• adjudicación de los calificativos “ángel” para el hombre y “diosa” para la mujer;
• participación indirecta en la vida pública y saludable exclusión de la vida social y política.
John Stuart Mill (2) (1806-1873) señalaba la conveniencia de que la
mujer permaneciera en la esfera privada, en beneficio de la sociedad.
Explica su subordinación de este modo:
La subordinación social de la mujer queda en pie como un hecho aislado
dentro de las modernas instituciones: una brecha solitaria en lo que ha
llegado a ser la ley fundamental; una reliquia única de un viejo mundo,
de su pensamiento y su práctica que ha evolucionado en todas las otras
cosas pero que retiene esta sola por un interés universal. (...)
No es conveniente sobrecargar el mercado del trabajo con un doble número
de competidores. En un estado de cosas sano, el marido debería poder
ganar con su solo trabajo todo lo necesario para los dos.
Esta visión positivista adjudicaba a las mujeres el rol de “auxiliares
de lo espiritual” en el espacio familiar; también se les confería un
papel en la religión.
Estas opiniones estaban en debate y se puede observar cierto cambio
frente a la naturaleza de la misoginia. Según la autora citada se debe:
...la emancipación de la mujer se deja entrever concretamente y el
feminismo como movimiento social y político, se convierte decididamente
en una realidad pública. Mientras ciertos filósofos -Pierre Leroux, Marx
o Stuart Mill - hablan con benevolencia acerca de las mujeres, otros se
inscriben en la tradición de Kant y de Schopenhauer (y la ideología
revolucionaria francesa), como, sobre todo Proudhon y vacilan entre la
exclusión social y política del sexo femenino y su designación como
fuerza maléfica.
La condición social de las personas, vislumbra la posibilidad de la
igualdad real entre el hombre y la mujer, en contraposición del Código
Civil que consagra la dependencia de la esposa.
Señalábamos antes que en el último cuarto del siglo surge un debate a
partir de la existencia de nuevos actores sociales y de nuevas lecturas
de estas relaciones: se analiza el sujeto psicológico la historicidad de
la familia.
La inmutabilidad del patriarcado y una explicación de la familia por
fuera del relato bíblico se inician con el estudio de Bachofen, El
matriarcado de 1861. El derecho materno queda inscripto en la historia y
se transforma con el matrimonio y el rol del padre.
A partir de los aportes de Carlos Marx y Federico Engels, las
contradicciones de las relaciones sociales y su necesidad de
transformarlas en su contrario, también se pone en cuestión el rol de la
familia.
Uno de los debates lo produjo la visión materialista metafísica de L.
Feuerbach quien, sobre la relación entre el hombre y la mujer, se oponía
a la visión asexuada que postula el cristianismo y adhería a la idea de
la complementariedad de los sexos, es decir que sostenía la oposición
entre lo masculino, activo y lo femenino pasivo, el pensamiento por un
lado y la intuición por el otro.
Como señalamos anteriormente L. L. Feuerbach, ha hecho un recorrido en
su formación y posturas filosóficas desde el contexto del desarrollo del
materialismo del siglo XVIII.
Según A. Llanos, analiza sus orígenes filosóficos en forma crítica, de este modo:
Procedía de los materialistas de los siglos XVI y XVII, Spinoza, La
Mettrie, Holbach y Diderot. Refiriéndose a su propia evolución expresa
que su primer pensamiento fue Dios aunque no tardó en comprender su
error, su segundo pensamiento la razón, demiurgo de la filosofía
hegeliana y el tercero y último el hombre, objeto fundamental de su
materialismo antropológico. (…)
Sin embargo, el principio antropológico de Feuerbach nos da una
definición incompleta y limitada del materialismo. Su autor, que
concebía demasiado estrechamente el objeto de la filosofía pues lo
reducía a la interpretación materialista de la unidad del sujeto y el
objeto, a la relación entre el yo y el no-yo, consideraba al hombre de
modo unilateral, como un ser corpóreo, sensible, pero no como ser
histórico social. (…)
El conocimiento no es, para él, más que contemplación, primero sensible y
luego racional, sin vínculo alguno con la práctica, con la
transformación de la realidad objetiva. Otro defecto, no menos
importante, de su teoría del conocimiento reside en que le es ajena por
completo su concepción histórica. (…) no veía que la producción social
es la base de la actividad cognoscitiva del hombre.
Desde una perspectiva histórica el análisis sobre la opresión de las
mujeres cobra otra dimensión. Los estudios de Carlos Marx y Federico
Engels introdujeron otra visión sobre la situación de las mujeres. Por
ejemplo en el Prólogo a la primera edición (1884) de El origen de la
familia, la propiedad privada y el Estado, cita un texto de su difunto
amigo sobre las investigaciones del antropólogo norteamericano, Morgan
en Ancient Society. (3)
Desglosaremos algunos de los conceptos, que según nuestra consideración son esenciales:
A. Según la teoría materialista, el móvil esencial y decisivo al cual
obedece la humanidad en la historia, es la producción y la reproducción
de la vida inmediata.
1. la producción de los medios de existir (alimento, vestido y los utensilios,
2. la producción del hombre mismo, la propagación de la especie
B. Las instituciones sociales bajo las que viven los hombres de una
época y de un país dados, están íntimamente enlazados con estas dos
especies de producción, por el grado de desarrollo del trabajo y por el
de la familia.
C. Organización de la sociedad:
• fundada en los lazos de familia, cada vez es menos productivo el trabajo;
• progresan la propiedad privada y el cambio de productos, la diferencia de fortunas, la valoración de la mano de obra extraña;
D. Surgen los antagonismos de clase: elementos sociales, nuevos todos
ellos, que con el transcurso de las generaciones se esfuerzan por
adaptar la antigua constitución social a nuevas condiciones, hasta que a
la postre la incompatibilidad entre una y otras acarrea una completa
revolución.
• La sociedad antigua cimentada en la consanguinidad(4), desaparece entre el choque de las clases sociales recién formadas:
• sociedad nueva resumida en el Estado y cuyas unidades constituyentes
ya no son lazos de familia sino vínculos locales, una sociedad donde el
orden de la familia está completamente sometido al orden de la propiedad
y en el seno de la cual tienen libre curso esos antagonismos y esas
luchas de clases que componen hasta hoy toda la historia “escrita”.
Consideramos acertada la reflexión de Geneviève Fraisse al expresar que
“Engels no se equivoca al relativizar el derecho patriarcal, quiebra su
fundamento mismo; si no existe desde siempre, puede dejar de existir. Y
lo cita:
Una de las ideas más absurdas que nos ha transmitido el Siglo de las
Luces es la idea según la cual la mujer, en el origen de la sociedad,
fue esclava del hombre. En todos los salvajes y en todos los bárbaros
del estadio inferior y del estadio medio, e incluso parcialmente en los
del estadio superior (5), la mujer tiene una posición no sólo libre,
sino de enorme consideración. (6)
Cita de Morgan sus conceptos de que “la familia es el elemento activo;
nunca permanece estacionaria, sino que pasa de una forma inferior a una
forma superior a medida que la sociedad evoluciona de un grado más bajo a
otro más alto. En cambio, los sistemas de parentesco son pasivos, sólo
después de largos intervalos registran los progresos hechos por la
familia en el curso de las edades y no sufren radical modificación sino
cuando se ha modificado radicalmente la familia”.
El término familia por su etimología, famulus se aplicaba sólo a los
esclavos, o sea esclavo doméstico. Luego fue incorporado por los romanos
para designar un nuevo organismo social, cuyo jefe tenía bajo su poder a
la mujer, los hijos y cierto número de esclavos.
De ahí que Marx afirmara:
La familia moderna contiene en germen, no sólo la esclavitud (servius),
sino también la servidumbre, puesto que desde el comienzo refiérese ésta
a los servicios de la agricultura; encierra en miniatura todos los
antagonismos que se desarrollarán más adelante en la sociedad y el
Estado.
Esta familia no estaba basada en el amor, sino en la propiedad
individual, en la que el hombre era el jefe y propietario de su mujer e
hijos y estos últimos los herederos de sus bienes.
Este desarrollo de las familias entrañó un progreso con obstáculos y
contradicciones. Surgió en una sociedad de desigualdad, con un eje
organizador desplegada a lo largo de siglos y a través de diversas
expresiones culturales, modelando relaciones que intentaban reproducirla
en forma conflictiva.
Notas:
1) Civilización: período en que el hombre aprende a elaborar productos
artificiales, valiéndose de los productos de la naturaleza como primeras
materias, por medio de la industria propiamente dicha y del arte.
2) En el ensayo On Liberty intenta definir la naturaleza y los límites
del poder en la esfera social externa y el poder sobre el individuo.
3) En la cuarta edición -1891- “Hasta 1860 no hay que pensar en una
historia de la familia. La ciencia histórica se encontraba aún, en este
terreno, bajo el influjo exclusivo de los cinco libros de Moisés. (…) No
cabe duda de que, aparte de la monogamia, conocíanse también la
poligamia de Oriente y la poliandria del Tibet; pero estas tres formas
no se sucedían en el orden de una serie histórica, sino que figuraban
una junto a otra, sin relacionarse entre sí por medio de ningún
vínculo.”
Engels estudia y analiza en forma crítica los aportes de tres
antropólogos, el alemán Bachofen, el inglés Mac Lennan y el
norteamericano Morgan. Los estudios de éste los consideró como un
progreso en el conocimiento del origen de las familias.
4) La familia monogámica nace de la familia sindiásmica, en la época que
sirve de límite entre el estadio medio y el estadio superior de la
barbarie; su triunfo definitivo es uno de los signos característicos de
la civilización na-ciente. Se funda en el poder del hombre, con el fin
formal de procrear hijos de una paternidad cierta; y en esta paternidad
se exige, porque esos hijos, en calidad de herederos directos, han de
entrar un día en posesión de los bienes de la fortuna paterna. F.
Engels, op.cit.
5) Estos estadios se diferencian por el tipo de alimento que consumen,
los instrumentos que crean y usan para modificar la naturaleza y los
lugares que eligen para vivir.
6) Al estudiar a los iroqueses (Estado de Nueva York, encontró un
sistema de parentesco en contradicción con verdaderos vínculos de
familia. Reinaba allí esa especie de matrimonio, fácilmente disoluble
por ambas partes, llamado por Morgan “familia sindiásmica”. (…) El
iroqués no sólo llama hijos e hijas a los suyos propios, sino también a
los de sus hermanos. (…) Los apelativos de padre, hijo, hermano/a no son
simples títulos honoríficos, sino que por el contrario, traen consigo
serios deberes recíprocos perfectamente definidos y cuyo conjunto forma
una parte esencial de la constitución social de los pueblos.
Bibliografía:
- Engels, Federico, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, Editorial Claridad, 1974.
- Fioretti, Susana - Tejero, Graciela, Cuerpo de mujer - Sexualidad y
política, Publicado por el Area de Estudios de la mujer y de género, Nº 1
del Instituto Superior del Profesorado “Dr. Joaquín v. González.
- Geneviève Fraisse, Del destino social al destino personal. Historia
filosófica de la diferencia de los sexos, en Historia de las mujeres, T.
4- Georges Duby y Michele Perrot, Santillana, 1993.
- Kandel, Ester, Ley de Trabajo de Mujeres- Un siglo de su sanción - La doble opresión: reconocimiento tácito, Dunken, 2008.
- Kandel, Ester, La opresión de la mujer tiene historia, Revista Periferia, agosto de 2010.
- Llanos, Alfredo, Introducción a la dialéctica, Editorial Rescate, 1986.
- Thomson, George, Los primeros filósofos, Ediciones siglo Veinte, primera edición argentina, 1975.
- Marx, Carlos / Engels, Federico, Antología, Centro Editor de América Latina, 1972.
http://www.argenpress.info/2013/03/se-puede-transformar-la-familia.html
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