Mi cuerpo, Mis Derechos!!!
Millones de jóvenes y niñas en todo el mundo son obligadas a
casarse, sufren violencia sexual, se les niega el acceso a
anticonceptivos, no pueden prevenir el SIDA y
sufren otras muchas violaciones en sus derechos a la salud reproductiva y
sexual. que tienen graves consecuencias para su vida, sostiene Amnistía
Internacional en el Día Internacional por los derechos de la Mujer que
se celebra este 8 de marzo.
La organización lanza en esta efeméride una ciberacción, ¡Mi cuerpo, mis derechos!, a través de su centro de activismo en Internet, con una petición dirigida a los líderes mundiales con este objetivo. Entregará las firmas recogidas como medida de presión en la próxima reunión de Naciones Unidas en la que se aborde la cuestión de los derechos sexuales y reproductivos a lo largo de este año 2013.
Testimonios sobrecogedores
Latifah, una niña indonesia de 14 años, fue acusada de adulterio por la policía local cuando acudió a denunciar que había sido violada. Louisa, una joven de Burkina Faso, fue insultada y abofeteada mientras daba a luz en un hospital local. A Marta, una empleada doméstica indonesia de 30 años, le negaron anticonceptivos en un centro de salud de Yakarta porque aún no había tenido hijos. Elena, una niña de 10 años violada por un sacerdote en Nicaragua, sufrió presiones para que guardase silencio y no denunciase el abuso antes de que el violador fuese por fin procesado y condenado a 30 años de cárcel.
Los nombres de estas mujeres son ficticios, pero sus historias son reales y muestran las consecuencias de la arraigada discriminación que sufren millones de mujeres y niñas de todo el mundo, simplemente debido a su género.
Para Amnistía Internacional, cuando las mujeres y niñas carecen de acceso a los servicios de salud efectivos y de información sobre ellos, las consecuencias son a menudo catastróficas. En muchos países, la falta de autonomía y capacidad decisoria suele constituir un impedimento adicional para las mujeres y las niñas.
La ONU ha denunciado recientemente que cada día mueren en torno a 800 mujeres por causas relacionadas con el embarazo y el parto, y que, por cada una de ellas, otras 20 soportan sufrimiento durante toda la vida como consecuencia de lesiones, infecciones, enfermedades o discapacidades derivadas del embarazo, el parto o abortos practicados en condiciones de riesgo.
“De Indonesia a Perú, de Sierra Leona a Estados Unidos, millones de mujeres y niñas pagan con su vida las políticas de salud fallidas, la atención insuficiente, y las leyes discriminatorias. Muchas sufren discriminación y violencia en sus familias y comunidades, con poca o ninguna esperanza de obtener justicia o recibir apoyo de sus gobiernos”, ha afirmado Marianne Mollmann, asesora general de política de Amnistía Internacional.
El coste de ser pobre
En muchos países, a las mujeres y las niñas les resulta casi imposible acceder a información y servicios básicos de salud sexual y reproductiva.
En algunos casos se debe a que los gobiernos no dan prioridad a esta cuestión ni invierten recursos en ella. En otros, cuando sí existen servicios de salud, suelen estar concentrados en zonas más prósperas, limitando así el acceso para muchas mujeres que viven demasiado lejos o no pueden permitirse el coste del desplazamiento hasta allí.
Amnistía Internacional ha documentado que las mujeres que viven en la pobreza, aunque consigan llegar a los centros de salud, a veces son objeto de maltrato por parte de profesionales de la salud que no entienden sus necesidades y que, en ocasiones, ni siquiera hablan su idioma. No sólo ocurre en países del Sur del mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, muchas mujeres migrantes afirmaron que las habían echado del centro de salud justo después de dar a luz porque no tenían dinero suficiente para pagar el tratamiento.
“Cada año, millones de mujeres y niñas se encuentran con obstáculos casi insalvables para acceder a la atención a la salud más básica, especialmente cuando se trata de su salud sexual y reproductiva. Se les niega sistemáticamente el acceso a información, anticonceptivos, servicios obstétricos de emergencia, e incluso a reparaciones por la atención de baja calidad”, ha afirmado Mollmann.
“La trágica realidad es que muchas muertes y lesiones relacionadas con el embarazo y el parto son evitables.”
Falta de información
Tras examinar la disponibilidad y calidad del acceso a la atención a la salud en más de una decena de países, Amnistía Internacional asegura que una de las principales causas de muerte de las mujeres es la falta de información sobre los servicios de atención a la salud disponibles.
En Indonesia, por ejemplo, las mujeres entrevistadas por la organización afirmaron que no se les proporcionaba información adecuada sobre su derecho a acceder a anticonceptivos.
La falta de información, unida a las restricciones en el acceso al aborto, supone que muchas mujeres jóvenes no tienen más remedio que seguir adelante con un embarazo no deseado o someterse a un aborto clandestino, que suele practicarse en condiciones poco seguras.
Según estimaciones de la ONU, de los aproximadamente 19 millones de abortos inseguros que se llevan a cabo anualmente en los países del Sur, 2,5 millones se practican a adolescentes, y el 70% de las hospitalizaciones derivadas de abortos en condiciones de riesgo, son de niñas de entre 10 y 19 años.
En 2011, ONUSIDA informó de que solo el 34% de la juventud de los países del Sur era capaz de responder correctamente cinco preguntas básicas sobre el VIH y cómo prevenirlo. Actualmente, en esa misma población se registra el 41 por ciento de todos los nuevos casos de VIH.
¡Mi cuerpo, mis derechos!
http://www.periodistas-es.org/derechos-humanos/8-marzo-millones-de-mujeres-y-ninas-ven-violados-sus-derechos-en-todo-el-mundo
La organización lanza en esta efeméride una ciberacción, ¡Mi cuerpo, mis derechos!, a través de su centro de activismo en Internet, con una petición dirigida a los líderes mundiales con este objetivo. Entregará las firmas recogidas como medida de presión en la próxima reunión de Naciones Unidas en la que se aborde la cuestión de los derechos sexuales y reproductivos a lo largo de este año 2013.
Testimonios sobrecogedores
Latifah, una niña indonesia de 14 años, fue acusada de adulterio por la policía local cuando acudió a denunciar que había sido violada. Louisa, una joven de Burkina Faso, fue insultada y abofeteada mientras daba a luz en un hospital local. A Marta, una empleada doméstica indonesia de 30 años, le negaron anticonceptivos en un centro de salud de Yakarta porque aún no había tenido hijos. Elena, una niña de 10 años violada por un sacerdote en Nicaragua, sufrió presiones para que guardase silencio y no denunciase el abuso antes de que el violador fuese por fin procesado y condenado a 30 años de cárcel.
Los nombres de estas mujeres son ficticios, pero sus historias son reales y muestran las consecuencias de la arraigada discriminación que sufren millones de mujeres y niñas de todo el mundo, simplemente debido a su género.
Para Amnistía Internacional, cuando las mujeres y niñas carecen de acceso a los servicios de salud efectivos y de información sobre ellos, las consecuencias son a menudo catastróficas. En muchos países, la falta de autonomía y capacidad decisoria suele constituir un impedimento adicional para las mujeres y las niñas.
La ONU ha denunciado recientemente que cada día mueren en torno a 800 mujeres por causas relacionadas con el embarazo y el parto, y que, por cada una de ellas, otras 20 soportan sufrimiento durante toda la vida como consecuencia de lesiones, infecciones, enfermedades o discapacidades derivadas del embarazo, el parto o abortos practicados en condiciones de riesgo.
“De Indonesia a Perú, de Sierra Leona a Estados Unidos, millones de mujeres y niñas pagan con su vida las políticas de salud fallidas, la atención insuficiente, y las leyes discriminatorias. Muchas sufren discriminación y violencia en sus familias y comunidades, con poca o ninguna esperanza de obtener justicia o recibir apoyo de sus gobiernos”, ha afirmado Marianne Mollmann, asesora general de política de Amnistía Internacional.
El coste de ser pobre
En muchos países, a las mujeres y las niñas les resulta casi imposible acceder a información y servicios básicos de salud sexual y reproductiva.
En algunos casos se debe a que los gobiernos no dan prioridad a esta cuestión ni invierten recursos en ella. En otros, cuando sí existen servicios de salud, suelen estar concentrados en zonas más prósperas, limitando así el acceso para muchas mujeres que viven demasiado lejos o no pueden permitirse el coste del desplazamiento hasta allí.
Amnistía Internacional ha documentado que las mujeres que viven en la pobreza, aunque consigan llegar a los centros de salud, a veces son objeto de maltrato por parte de profesionales de la salud que no entienden sus necesidades y que, en ocasiones, ni siquiera hablan su idioma. No sólo ocurre en países del Sur del mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, muchas mujeres migrantes afirmaron que las habían echado del centro de salud justo después de dar a luz porque no tenían dinero suficiente para pagar el tratamiento.
“Cada año, millones de mujeres y niñas se encuentran con obstáculos casi insalvables para acceder a la atención a la salud más básica, especialmente cuando se trata de su salud sexual y reproductiva. Se les niega sistemáticamente el acceso a información, anticonceptivos, servicios obstétricos de emergencia, e incluso a reparaciones por la atención de baja calidad”, ha afirmado Mollmann.
“La trágica realidad es que muchas muertes y lesiones relacionadas con el embarazo y el parto son evitables.”
Falta de información
Tras examinar la disponibilidad y calidad del acceso a la atención a la salud en más de una decena de países, Amnistía Internacional asegura que una de las principales causas de muerte de las mujeres es la falta de información sobre los servicios de atención a la salud disponibles.
En Indonesia, por ejemplo, las mujeres entrevistadas por la organización afirmaron que no se les proporcionaba información adecuada sobre su derecho a acceder a anticonceptivos.
La falta de información, unida a las restricciones en el acceso al aborto, supone que muchas mujeres jóvenes no tienen más remedio que seguir adelante con un embarazo no deseado o someterse a un aborto clandestino, que suele practicarse en condiciones poco seguras.
Según estimaciones de la ONU, de los aproximadamente 19 millones de abortos inseguros que se llevan a cabo anualmente en los países del Sur, 2,5 millones se practican a adolescentes, y el 70% de las hospitalizaciones derivadas de abortos en condiciones de riesgo, son de niñas de entre 10 y 19 años.
En 2011, ONUSIDA informó de que solo el 34% de la juventud de los países del Sur era capaz de responder correctamente cinco preguntas básicas sobre el VIH y cómo prevenirlo. Actualmente, en esa misma población se registra el 41 por ciento de todos los nuevos casos de VIH.
¡Mi cuerpo, mis derechos!
http://www.periodistas-es.org/derechos-humanos/8-marzo-millones-de-mujeres-y-ninas-ven-violados-sus-derechos-en-todo-el-mundo
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