11-3-12 Publicado por Sin Permiso
Por Ignacio Ramonet- Le Monde Diplomomatique · · · · ·
El 21 de febrero
será recordado en Grecia como la jornada de la Gran Capitulación. Ese día, a
cambio de la promesa de un segundo plan de rescate financiero, el
gobierno heleno aceptó las humillantes condiciones exigidas por el “clan europeo
de la triple A” liderado por Alemania: draconianos recortes del gasto público,
rebaja del salario mínimo, reducción de las pensiones, despido de 150.000
funcionarios, subida de impuestos y privatizaciones masivas.
De nada ha servido que los griegos lleven ya cuatro años de terapia de choque y
de sacrificios sociales muy duros, ni que hayan tenido que someterse, el pasado
10 de noviembre, a un “golpe de Estado financiero” mediante el cual Berlín
impuso, sin ninguna consulta democrática, al banquero Lukas Papademos
(exvicepresidente del Banco Central Europeo) como Primer ministro de un
gobierno tripartito compuesto de social demócratas, conservadores y extrema
derecha.
Esta vez la afrenta ha sido mayor. Lo que se le ha exigido a Atenas es
claramente una enorme cesión de soberanía, “probablemente la mayor realizada
por un país en tiempos de paz” (1). De hecho, Grecia ha sido colocada bajo
tutela europea, y dispone ahora, para todo lo que concierne a su presupuesto y
a su economía, de un estatuto de soberanía limitada.
Semejante agresión se veía venir. Como una advertencia además a los otros
países en dificultad de la zona euro, entre ellos España. En julio de 2011, ya
Jean-Claude Juncker, primer ministro de Luxemburgo y presidente del Eurogrupo
(2), había avisado: “La soberanía de Grecia será enormemente restringida” (3).
Y el 27 de enero pasado, el diario británico Financial
Times reveló un documento alemán que exigía el envío a Atenas de un
Comisario con derecho de veto para dirigir el presupuesto público de esa nación
y bloquear cualquier gasto no autorizado por sus acreedores. La víspera, en una
entrevista al semanario Der Spiegel,
el jefe del grupo parlamentario de la Unión Cristiano-Demócrata (CDU), Volker
Kauder, fue aún más lejos: reclamó el envío a Grecia de “funcionarios alemanes
que ayuden a construir una administración financiera eficiente”. Cosa que
también pidió el propio ministro alemán de Economía, el muy liberal Philipp
Rösler.
A tanto no se ha llegado, pero el acuerdo del 21 de febrero prevé “una
presencia permanente en Grecia de una misión de la Comisión Europea” para
controlar y vigilar sus cuentas, así como “una presencia reforzada de la troika [Comisión Europea, Banco Central
Europeo, Fondo Monetario Internacional] para supervisar permanentemente el pago
de la deuda”. Los fondos transferidos en el marco del Plan de ajuste serán
ingresados en una cuenta bloqueada que sólo la troika gestionará, no el gobierno griego. Y que únicamente
servirá para reembolsar la deuda soberana, no para pagar los salarios de los
funcionarios, por ejemplo, o las pensiones de los jubilados. Los nuevos bonos
del Estado heleno no serán de derecho griego sino de derecho británico... En
caso de conflicto entre Atenas y los acreedores privados, el litigio será juzgado
en Luxemburgo, no en Grecia... Aunque no es oficial, la República Helénica ha
dejado de ser un Estado soberano.
De modo encubierto, la Unión Europea (UE) ha entrado en una nueva etapa en la
que los Estados fuertes (“el clan de la triple A” más Francia) exigen de los
demás, y en particular de los Estados de la periferia, un cambio de régimen. No
se trata directamente de un estatuto colonial. Pero se asemeja bastante a un
tipo de administración que las grandes potencias establecieron durante la era
colonial: el de protectorado.
Para los colonizadores, el protectorado era una manera de extender su
influencia política y económica, y de colocar bajo tutela territorios
extranjeros a los que se deseaba extraer las riquezas, sin asumir los
inconvenientes y los gastos que acarrea habitualmente una anexión pura y
simple. La diferencia con la colonia, es que el “Estado protegido” conserva
formalmente sus instituciones, pero cede a la “potencia protectora” su política
exterior y, sobre todo, su economía y su comercio exterior.
No puede sorprendernos pues que, desde el comienzo en 2008 de la crisis
financiera, hayamos asistido, en el seno de la UE, y más particularmente en la
Eurozona, a una pérdida manifiesta de soberanía de los Estados más deprimidos
(Irlanda, Grecia, Portugal, Italia, España).
Como fase preliminar del nuevo estatuto de “protectorado europeo”, al que acaba
tristemente de acceder Grecia.
Angela Merkel acuñó en septiembre pasado el concepto de “marktkonforme demokratie” (democracia en
conformidad con el mercado). Lo definió de la manera siguiente: “La elaboración
del presupuesto del Estado es una prerrogativa fundamental del Parlamento, pero
hay que hallar vías para que ese requisito democrático esté en conformidad con
el mercado” (4). El mercado es ahora la pauta. Lo cual significa que ya no son
los electores los que determinan las decisiones legislativas sino las Bolsas,
los especuladores y los bancos (5).
Esta nueva filosofía antidemocrática triunfa hoy en Europa. Se está traduciendo
ya en normas, leyes y tratados que limitan los márgenes de maniobra de los
gobiernos y funcionan como un “piloto automático” para domesticar a las
sociedades. A ese respecto, Grecia funciona como un modelo de lo que amenaza a
los demás países de la periferia. Y que el Mecanismo Europeo de Estabilidad
(MEDE) va a establecer, a partir del proximo mes de julio, como norma legal en
la Unión Europea.
Concebido por Angela Merkel y aprobado ya, en su principio, por el Presidente
del Gobierno español Mariano Rajoy, el MEDE es un nuevo organismo
intergubernamental, una suerte de FMI europeo. Está siendo ratificado por los
Parlamentos de los países europeos sin ningún debate público, a pesar de
que sus características podrían tener consecuencias nefastas para los ciudadanos.
En efecto, el MEDE prevé la concesión de ayudas financieras a países en
dificultad, a condición de que cedan soberanía, acepten colocarse bajo la
tutela de una troika europea y
apliquen despiadados planes de ajuste.
El MEDE está
articulado con el “Pacto fiscal” adoptado el pasado 30 de enero por 25 de los
27 jefes de Estado y de Gobierno de la UE. Este temible Pacto (cuyo nombre
verdadero es “Tratado sobre Estabilidad, Coordinación y Gobernanza de la Unión
Económica y Monetaria”) es también una exigencia de Alemania, y obligará a los
Estados firmantes a incluir en sus Constituciones la llamada “regla de oro”,
que impone mantener el déficit estructural anual por debajo del 0,5 % del PIB.
Los países que no incluyan en sus Constituciones ese techo de gasto podrán ser
denunciados ante el Tribunal de Justicia de la UE por cualquier otro de los
Estados miembros.
Carlos Marx decía que los gobiernos, en la era industrial, no eran más que los
consejos de administración de la burguesía. Hoy podríamos decir que, en la Europa
“austeritaria” de Angela Merkel, los Gobiernos se están convirtiendo en los
consejos de administración de los mercados. ¿Hasta cuándo?
Notas:
(1) El País, Madrid, 21 de febrero de 2012.#
(2) El Eurogrupo coordina y supervisa las políticas y estrategias económicas
comunes de los Estados de la zona euro (eurozona). Una vez al mes congrega a
los ministros de Economía y Finanzas de esos Estados.
(3) Entrevista al semanario alemán Focus, 4 de julio de 2011.
(4) Declaración a la radio pública alemana Deutschlandfunk, 1 de septiembre de
2011.
(5) Léase Rafael Poch, “Un documento alemán pide un comisario para Grecia”, La Vanguardia,
Barcelona, 28 de enero de 2012.
Ignacio Ramonet fue director de Le Monde Diplomatique entre 1990 y 2008.
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4776
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