Acabo
de regresar de Rimini, Italia, en donde he vivido uno de los más
asombrosos espectáculos de mi vida académica. Cuatro colegas de la
Universidad de Missouri en Kansas City (UMKC) fuimos invitados a dictar
conferencias durante tres días sobre la Teoría Monetaria Moderna
(TMM), a fin de explicar por qué se halla actualmente Europa en tamaño
lío monetario y para mostrar que hay una alternativa, que la austeridad
impuesta al 99% y la enorme riqueza pillada por el 1% no es una fuerza
de la naturaleza.
Stephanie Kelton (incorporada al Departamento de Teoría Económica de la UMKC, y directora y editora de su blog –New Economic Perspectives—),
el penalista y profesor de derecho Bill Black, el banquero de
inversiones Marshall Auerback y yo mismo, junto con el economista
francés Alain Parquez, comparecimos en el pabellón polideportivo de
Rimini el viernes por la noche. Bajamos hasta la cancha central,
rodeados de un auditorio estimado en más de 2.100 personas. Fue como
entrar en una ceremonia de los Oscars, con gente coreando nuestros
nombres. Algunos decían haber leído todos nuestros blogs económicos.
Stephanie bromeó: ahora sabía cómo se sentían los Beatles. Grandes
aplausos, no para un acontecimiento físico deportivo, sino intelectual.
Con
una diferencia, claro está: nuestros adversarios no estaban allí.
Había mucha prensa, pero los eurotecnócratas dominantes –los lobistas
bancarios que determinan la política económica europea— están
persuadidos de que cuanta menos discusión haya en torno a posibles
alternativas a la austeridad, más fácil les resultará asestar su brutal
golpe de mano financiero.
Todos
los miembros de la audiencia habían contribuido a financiar nuestro
viaje desde los EEUU (en el caso de Alain, desde Francia) y nuestro
alojamiento en el Gran Hotel de Federico Fellini en la playa de Rimini.
El acto fue organizado por el periodista Paolo Barnard, antiguo
estudiante de TMM con Randall Wray. Paolo Barnard se percató de que en
Italia podría haber una demanda masiva para una discusión económica
seria sobre lo que en estos momentos determina las condiciones de vida
en Europa: la aparición de una elite financiera dispuesta a servirse de
la crisis para convertirse en los nuevos señores financieros capaces de
construirse feudos por la vía de privatizar un dominio público
liquidado a precios de saldo por unos Estados que, por lo mismo que
carecen de un banco central capaz de financiar sus déficits, están
trágicamente a merced de tenedores de bonos y de eurócratas sacados del
campo neoliberal.
Paolo
y su gran equipo de apoyo (traductores incluidos) lograron que se
escuchara un enfoque de la teoría y la política monetarias y fiscales
del que hasta hace muy poco apenas se oía nada en los EEUU. Justo una
semana antes, el Washington Post había publicado un artículo sobre la TMM, a lo que siguió una larga discusión en el Financial Times.
Pero la TMM sigue básicamente radicada en el Departamento de Teoría
Económica de la UMKC y en el Levy Institute del Bard College, con los
que casi todos nosotros estamos asociados.
El núcleo de la Teoría Monetaria Moderna
El
núcleo básico de nuestra tesis es que, así como los bancos comerciales
crean crédito electrónicamente en las pantallas de ordenador (creando
un depósito de crédito bancario para sus prestatarios, a cambio de que
estos firmen un pagaré con intereses), los Estados pueden crear dinero.
No es necesario tomar prestado de los bancos, pues las pantallas de
ordenador suministran creación prácticamente libre de crédito para
financiar el gasto.
La
diferencia, ni que decir tiene, es que los Estados gastan el dinero
(al menos, en principio) para promover el crecimiento y el empleo a
largo plazo, para invertir en infraestructuras, investigación y
desarrollo, para proporcionar atención sanitaria y para cumplir otras
funciones económicas básicas. Los bancos tienen, en cambio, un marco
temporal más de corto plazo. Prestan crédito contra colateral. Cerca
del 80% del préstamo bancario son hipotecas contra bienes raíces. Otros
préstamos se hacen para financiar compras apalancadas y toma de
control empresariales. Pero el grueso de la inversión empresarial en
nuevo capital fijo se financia con los ingresos retenidos.
Desgraciadamente,
el flujo de ingresos esta siendo en nuestros días crecientemente
derivado hacia el sector financiero: no sólo para pagar intereses y
recargos a los bancos, sino para la recompra de acciones concebida para
apoyar los precios de las acciones, y así, el valor de las opciones
sobre acciones con que se obsequian a sí propios los ejecutivos de las
empresas financiarizadas de nuestro tiempo. En lo tocante a las bolsas y
los mercados de valores –que los libros de texto siguen describiendo
como el lugar en que se consigue dinero para nuevas inversiones de
capital—, se han convertido en un vehículo para comprar empresas a
crédito (por ejemplo, con bonos basura a intereses elevados) y
substituir los fondos propios por deuda. En la medida en que el pago de
intereses es deducible fiscalmente –como si fuera un coste necesario
del negocio—, ha bajado la recaudación por impuestos al ingreso. Y lo
que deja de ingresar el fisco por ese concepto, queda disponible para
que lo ingresen los banqueros y los tenedores de bonos, que se hacen
ricos lastrando al conjunto de la economía con deuda.
El insuficiente diagnóstico de Paul Krugman sobre Europa
Bienvenidos
a la economía postindustrial, estilo financiarizado. El capitalismo
industrial ha pasado por una serie de etapas de capitalismo financiero,
desde la Economía de la Burbuja hasta la etapa de la quiebra técnica
de los hipotecados, los desahucios, la deflación por deuda, la
austeridad y lo que ahora parece una servidumbre por deuda en Europa,
singularmente en los llamados PIIGS: Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y
España. (Los países bálticos de Letonia, Estonia y Lituania ya se han
hundido tan profundamente en la deuda, que sus poblaciones están
emigrando en busca de trabajo y huyendo de los bienes raíces lastrados
por la deuda. La misma plaga se ha abatido sobre Islandia desde que sus
estafas bancarias colapsaron en 2008.)
¿Por
qué son tan reluctantes los economistas a entrar en la descripción de
este fenómeno? Por una mezcla premeditación ideológica y de
obnubilación analítica? No bien terminó la conferencia de Rimini el
domingo por la noche, por ejemplo, la columna de Paul Krugman del
pasado 27 de febrero en el NYT "¿Qué aflige a Europa?",
imputaba todos los problemas de Europa, simplemente, a la incapacidad
de los países miembros para devaluar sus monedas. Criticaba con razón a
los republicanos norteamericanos por culpar a los gastos en bienestar
de los problemas de la Eurozona, y criticaba acertadamente también a
quienes culpan a los déficits presupuestarios.
Pero
dejaba fuera de su foco crítico a la verdadera camisa de fuerza que
impide al Banco Central Europeo (BCE) monetizar los déficits,
consecuencia de la teoría económica basura que inspiró a la
constitución de la Unión Europea.
Si
las naciones periféricas tuvieran todavía su propia moneda, podrían y
deberían servirse de la devaluación para restaurar la competitividad.
Pero ya no tienen moneda propia, lo que significa que se hallan
inmersas en un largo período de desempleo masivo y de una lenta y
demoledora deflación. Sus crisis de deuda son, substancialmente, un
producto lateral de esa triste perspectiva, porque las economías
deprimidas llevan a déficits presupuestarios y la deflación magnifica
el lastre de la deuda.
La
devaluación rebajaría el precio del trabajo al tiempo que
incrementaría el precio de las importaciones. La carga de la deuda
denominada en moneda extranjera aumentaría con la devaluación, lo que
sería una fuente de problemas a menos que el gobierno legislara para
redenominar la deuda toda en moneda nacional. Eso satisfaría la primera
regla de toda finanza internacional, y es a saber: ten siempre deudas
denominadas en tu propia moneda (como los EEUU).
En
1933, Franklin Roosevelt anuló la Clásula del Oro en los contratos
estadounidenses de crédito, que obligaba a pagar a los bancos y a otros
acreedores con equivalentes al valor en oro. Pero en su característico
estilo neoclásico, el Sr. Krugman ignora el problema de la deuda:
"Los
países afligidos, en concreto, no tienen nada excepto malas
alternativas. O bien sufren el dolor de la deflación o toman la drástica
medida de abandonar el euro, lo cual no será políticamente factible
hasta que, o a menos que, todo lo demás fracase (un punto al que parece
estar aproximándose Grecia). Alemania podría ayudar si suprimiera sus
políticas de austeridad y aceptara una inflación más elevada, pero no
va a hacerlo."
Abandonar el euro no bastaría para evitar la austeridad y la deflación por deuda
Lo
cierto es que abandonar el euro no bastaría para evitar la austeridad,
los desahucios y la deflación por deuda, si la nación que lo abandona
mantiene las políticas económicas neoliberales que infectan al euro.
Para
percatarse, basta suponer que la economía post-euro dispone de un
banco central que sigue rechazando financiar los déficits públicos,
forzando al gobierno a tomar prestado de bancos comerciales y de
tenedores de bonos. O que el gobierno cree que debe equilibrar su
presupuesto, antes que suministrar a la economía la capacidad de gasto
necesaria para crecer económicamente. O que el gobierno desmantela el
gasto público en bienestar. O que rescata las pérdidas de los bancos
privados. O que, como Irlanda, hace suyas, incorporándolas a la
contabilidad pública, las pérdidas dimanantes de las apuestas
especulativas bancarias.
El
resultado seguiría siendo la deflación por sobreendeudamiento, la
pérdida de las viviendas, el desempleo y la imparable ola emigratoria
que acompañaría a la contracción de la economía nacional y de las
oportunidades de empleo.
¿Cuál es la clave?
Así
pues, ¿cuál es la clave? La clave es disponer de un banco central que
haga aquello para lo que fueron fundados los bancos centrales:
monetizar los déficits presupuestarios públicos, a fin de verter dinero
en la economía para promover del mejor modo posible el crecimiento
económico y el pleno empleo.
Ese
es el mensaje básico de la TMM que los cinco invitados tratamos de
explicar a nuestra audiencia en Rimini. Algunos se nos acercaron para
contarnos que venían de España expresamente para escucharnos. Otros, de
Francia, y de otras ciudades italianas. Y aunque concedimos muchas
entrevistas a prensa, radio y televisión, los grandes medios de
comunicación ignoraron tranquilamente tesis políticamente tan
incorrectas.
Tal
es el espíritu censor de la austeridad monetaria neoliberal. Su
consigna es NHA: No Hay Alternativa, y hacen todo para que así parezca.
Mientras puedan seguir suprimiendo la discusión sobre las carias (y
superiores) alternativas planteadas, mantendrán viva la esperanza de
enseñorearse de un público resignado a que sus niveles de vida se
contraigan y su riqueza sea vampirizada por el 1% en la cúspide de la
pirámide económica.
La
audiencia quedó especialmente satisfecha con la presentación teórica
de Stephanie Kelton, quien ofreció la más diáfana clase de teoría
económica que yo haya oído en mi vida: una introducción euclidiana a la
lógica de la Teoría Monetaria Moderna. (Puede verse en youtube,
traducida a un italiano muy inteligible, en: http://www.youtube.com/watch?v=XP60tpwu5cs.) Al final, nos sentimos como unos concertistas.
La
cantidad de gente que atestaba el polideportivo para escuchar nuestra
explicación sobre cómo ha de operar un banco central para evitar la
austeridad y promover, no destruir, el empleo, mostró que el propósito
del gobierno de lavar el cerebro de la población es vano. No funciona.
Funciona tan poco como en la clase 101 de Teoría Económica de Harvard,
famosamente abandonada por los estudiantes para protestar contra el
ficticio universo intelectual paralelo allí imperante, sólo atractivo
para pacientes del Síndrome de Asperger convenientemente seleccionados
como idiotas útiles entrenables para construir imágenes de la economía
capaces de excluir el análisis del coste de la deuda, de la barra libre
rentista y del parasitismo financiero.
Michael Hudson
es ex economista de Wall Street especializado en balanza de pagos y
bienes inmobiliarios en el Chase Manhattan Bank (ahora JPMorgan Chase
& Co.), Arthur Anderson y después en el Hudson Institute. En 1990
colaboró en el establecimiento del primer fondo soberano de deuda del
mundo para Scudder Stevens & Clark. El Dr. Hudson fue asesor
económico en jefe de Dennis Kucinich en la reciente campaña primaria
presidencial demócrata y ha asesorado a los gobiernos de los EEUU,
Canadá, México y Letonia, así como al Instituto de Naciones Unidas para
la Formación y la Investigación. Distinguido profesor investigador en
la Universidad de Missouri de la ciudad de Kansas, es autor de
numerosos libros, entre ellos Super Imperialism: The Economic Strategy
of American Empire.
Traducción para www.sinpermiso.info: Mínima Estrellahttp://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4791
No hay comentarios:
Publicar un comentario