Por Jorge Alemán *
La
globalización ha sido el argumento histórico que ha encubierto la
verdadera situación del capitalismo financiero: el estado de excepción
sin el clásico golpe de Estado. La teoría que intentaba mostrar a la
globalización como una red que se expandía sin límite y sin centro fue
tan sólo un recurso ideológico para obturar el siempre difícil
pensamiento emancipatorio. Para dificultar una vez más la
inteligibilidad de su lógica.
La deuda es el instrumento político de este terrorismo de Estado de
nuevo cuño. En otros términos, el golpe financiero en el siglo XXI es un
golpe que se ha realizado con la complicidad de los Estados dominantes y
sus aparatos jurídicos, todos ellos pertenecientes a lo que llamamos la
“racionalidad” neoliberal. El “estar endeudado” es el dispositivo con
el que se extorsiona a la población para hacerla renunciar a su
responsabilidad política. Una población excluida de la responsabilidad
política es una población reducida a los protocolos de evaluación y
contabilidad, instrumentos que reducen al sujeto a su pura vida desnuda.
En la Argentina, el Megacanje, el Blindaje y ahora el fallo del
tribunal americano a favor de los fondos buitre son un clarísimo ejemplo
de este mecanismo que obliga a las generaciones a la exclusión
generalizada. Sin embargo, esa exclusión, paradójicamente, continúa
siendo productora de plusvalía, incluso en el desempleo y en la
desocupación permanente, en la medida en que el consumo de publicidad es
incesante. Es la nueva realidad del individuo de masa que, aun estando
desposeído, sigue siendo un potencial consumidor de todos los artefactos
técnicos que promueven las estructuras mediáticas.
Los esfuerzos del gobierno kirchnerista en su intento por mantener
la soberanía quedarán para la historia como un testimonio singular del
esfuerzo de un gobierno democrático por no perder el rumbo de su legado
histórico de emancipación frente a los dispositivos de endeudamiento
neoliberal. Algún día, la historia y sus sujetos hablarán de los
intelectuales en los medios hegemónicos, advirtiendo siempre sobre el
“espectro” populista mientras preparaban el camino de los centuriones y
los lobos. A pesar del escepticismo que este panorama infunde, todavía
se puede pensar que el presente es injusto, pero la historia es el lugar
donde la verdad retorna. Por ello, aquellos sermoneadores de la ética
en medios hegemónicos salpicados de sangre, aquellos expertos en
economía cómplices de lo peor, que recuerdan siempre las “reformas
estructurales inevitables”, aquellos custodios de la “racionalidad” que
advierten día tras día sobre el demonio populista, aquellas izquierdas
pseudo republicanas, pseudo socialistas de las “bellas almas” reunidas
que gustan denunciar el carácter prosaico del mundo, que no piensen que
la cosa va a ser tan fácil para ellos, porque son muchos los que han
tejido una memoria común, que los recordarán en su traición.
* Psicoanalista y escritor. Consejero cultural en la Embajada de Argentina en España.
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