Opinión.
El capital financiero y los acreedores
de la deuda Argentina no tienen una cara. Es como la hidra de la mitología
griega que custodiaba la entrada al inframundo que se escondía bajo las aguas
del lago de Lerna, que por cada cabeza que se le cortaba le crecían dos. Pero
aún sabiendo esto, insertos en la economía mundial como estamos, el gobierno no
podía rechazar la deuda por la simple razón que las más grandes empresas del
país son extranjeras, porque dependemos de insumos y tecnología provenientes de
los países centrales y porque el comercio que desarrollamos lo hacemos a través
de grandes corporaciones y grandes bancos que son el nudo gordiano del
capitalismo mundial.
Pensar que se podía rechazar la deuda y no pasa nada
sería desconocer la realidad y la sociedad que conformamos. Pero también se debe
sopesar siempre, pero siempre, que el interés que tienen los acreedores es
cobrar lo más que puedan, sin trepidar los medios, y que no contemplan “buena
letra”, ni promesa de resarcimiento o de redención, que no les interesa (y lo
han demostrado mil veces) en qué situación nos dejan, o el destino de nuestro
pueblo y de la Nación.
La inteligencia de Néstor Kirchner fue que los conocía
bien y siempre les desconfió, por eso negoció en marzo de 2005 y en mayo de 2010
sin miramiento y con coraje, exigiendo quitas de capital y alargamiento de plazo
si querían cobrar. Caso contrario, quedaban afuera y a la espera de que la
justicia norteamericana, como el Séptimo de caballería de las películas del far
west, viniera en su ayuda. Pero la diferencia estribaba en que Kirchner –como
esos boxeadores de larga trayectoria de más de 200 peleas aunque hayan perdido
50 caminan el ring y miden los tiempos- sabía que en algún momento el Séptimo de
caballería aparecía y allí se debería ser cauteloso y volver a renegociar, por
eso la cláusula RUFO que a ningún otro acreedor se le podía dar mejor
condiciones que los que habían aceptado el canje de la deuda vieja por la nueva
de los años 2005 y 2010, debía tener fecha de vencimiento, que (y seguramente la
debe haber peleado) se fijo el 31 de diciembre de 2014.
Ese viejo lobo de
mar, inteligentemente audaz, es mortal y entonces tras varios derroteros, de los
que quisieron seguir el rumbo y de los que en cambio piensan que en el
capitalismo se puede confiar, se le deja a los segundos la administración del
tema, y en consecuencia se decide pagar cinco fallos favorables del Ciadi por
677 millones de dólares en octubre 2013, indemnizar a Repsol de España por 5.000
millones de dólares en marzo, y en mayo 2014 reconocer una deuda total por 9.700
millones de dólares y acordar un plan de pago con el Club de París. Todo esto en
la creencia que haciendo “buena letra”, la Corte Suprema de los Estados Unidos
iba a permitir llegar al 31/12 /2014 ya sea aceptando la causa, o pidiéndole la
opinión a la Procuración General del Tesoro de los EE.UU., para lo que incluso
se contrató al abogado Paul Clement, quien ocupara ese cargo en ese país en el
2007.
La estrategia debía haber sido otra, no haber realizado ningún pago
hasta que la Justicia de los Estados Unidos, de la cual depende parte
considerable de los títulos de deuda Argentina, hubiera fallado, entonces la
presión la debería haber tenido la Corte Suprema de Justicia de ese país, la
Corte de Apelaciones de Nueva York, y hasta el mismo Juez Thomas
Griesa.
Ahora, se corre con la desventaja de que el Juez Griesa sostenga
que la Argentina quiere burlar a la justicia norteamericana, y por ende entramos
en default, habiendo pagado y queriendo pagar, pero ante la imposibilidad de dar
lugar al fallo que significa tener que abonarle a todos los que no entraron en
el canje el capital adeudado, más los intereses, más los punitorios, más las
costas judiciales que, según el Gobierno Nacional, implican no menos de 15.000
millones de dólares y en un plazo perentorio, lo que además empujaría a darle,
por la cláusula RUFO, las mismas condiciones al conjunto de acreedores que
entraron en los canjes 2005 y 2010, y allí los vencimientos serían por más de
U$s 160.000 millones.
No se puede pagar, y eso es lo que buscan, sabiendo que
como el bloqueo a Cuba, debemos “terciarizar” nuestras exportaciones y nuestras
importaciones, recurriendo a terceros países que por supuesto van a usar el
transporte y el seguro de ellos, encareciendo los costos del comercio exterior,
para finalmente el 2 de enero de 2015 tener que acordar con los fondos buitre un
plan cierto de pago.
Pero aún más nefasto y peligroso que los buitres de
afuera, son los buitres de adentro, esos argentinos que viven entre nosotros y
tienen 217.500 millones de dólares en el exterior, según estimaciones del Indec
del año 2013, y que pretenden valorizar esos dólares comprando en el país por la
mitad lo que vale el doble. Entonces los supuestamente derrotados de fines del
año pasado y comienzo de este año 2014 tras la fallida corrida cambiaria, van a
tratar de tomarse una fuerte revancha a costa de nuestro pueblo y del país,
porque esa diferencia de precios la pagamos los “ciudadanos de a pie”.
La
pagamos con la suba generalizada de los precios, con el congelamiento de los
salarios, con la suba de las tarifas y con los aumentos de los impuestos
(locales y nacionales), de donde se extraen los dólares del país para “honrar la
deuda”.
Los resultados demuestran que la estrategia fue equivocada, en
cambio Hércules con fuerza y destreza cortó las siete cabezas de la hidra, pero
su sobrino Yolao, a medida que Hércules cortaba cada cabeza, las quemaba,
cauterizando la herida y evitando así que las dos nuevas cabezas brotasen.
Hércules cortó todas las cabezas y Yolao quemó los cuellos abiertos matando así
a la Hidra; por lo tanto, o se tiene la fuerza de Hércules (y la ayuda de su
sobrino) o la inteligencia y experiencia de Ulises para vencer, pero para eso se
debe haber leído y aprendido de la Ilíada y la Odisea.
http://www.iade.org.ar/modules/noticias/article.php?storyid=5448
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