12-5-13 Sin Permiso
Mario Bunge
1789, que hasta ahora no ha pasado de ser aspiración: Liberté, égalité, fraternité
. (...) el socialismo auténtico, a diferencia del nominal y del dictatorial, combina la democracia con la cooperación y con la libertad para pensar y actuar en provecho de todos excepto los parásitos. Realiza así las aspiraciones de los filósofos más avanzados de la Ilustración: Holbach, Diderot y Helvétius.”
Los plural es que figuran en el título nos recuerdan que hay más de un socialismo y más de una
filosofía. En efecto, los idearios y movimientos llamados ‘socialistas’ van del socialismo libertario
al dictatorial. Con la filosofías ocurre otro tanto: las hay claras y serias como la aristotélica, claras
y vacías como la de Wittgenstein, confusas pero con un grano de verdad, como el materialismo
dialéctico, y herméticas y ridículas como el existencialismo.
l título de esta nota plantea un segundo interrogante: ¿qué relación puede haber entre un
movimiento político, con su ideología concomitante, y una doctrina que trata de ideas más bien
abstractas, como las de ser y devenir, Argumento válido y falacia, conocimiento y error, bien y
mal? El liberal clásico y el socialista libertario negarán que haya tal relación, mientras que el
socialista autoritario exigirá la subordinación de la filosofía a su ideología.
El típico profesor de filosofía, que no se arriesga pensando ni actuando, se pronunciará por la
neutralidad cuando goce de libertad, y por el partidismo más servil cuando así se lo exija quien le
paga. En cambio, el filósofo auténtico, el que prefiere abordar problemas nuevos a enseñar
soluciones envejecidas, se atreverá a pensar en la relación entre filosofías y políticas, porque es
un problema tan descuidado como importante para ambos términos de la relación de marras.
Entre nosotros, sólo José Ingenieros se atrevió a abordar este problema: lo hizo en
Emilio Boutroux y la filosofía universitaria en Francia
(Buenos Aires: Cooperativa Editorial Limitada,
1923). Este libro, que lo convirtió en el precursor mundial de la sociología de la filosofía, apareció
al mismo tiempo que emergió la “reacción antipositivista”, encabezada en Buenos Aires por
Coriolano Alberini, discípulo del neohegeliano Giovanni Gentile, colaborador de Mussolini y
ministro de su gobierno.
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(En realidad, se llamó “antipositivismo” a la reacción contra el cientificismo, o sea, el programa
de Condorcet y otros ilustrados, de abordar todos los problemas del conocimiento con ayuda del
método científico. Desde 1960, el anticientificismo es parte no sólo de las ideologías derechistas
como la de Hayek, sino también del pseudoizquierdismo que nos llega de París, el que no
entiende que la política sin ciencia social es improvisada y por tanto irresponsable y condenada
al fracaso. Esto lo mostraron tanto la trágica aventura boliviana del Che como las costosas
“revoluciones” de Mao en el poder.)
Por algo, Ingenieros fue uno de los primeros socialistas argentinos y el fundador de la
Revista de filosofía , así como el primer expositor en francés y español de la psicología científica (biológica y
experimental) y uno de los críticos más elocuentes de la psicología acéfala y especulativa que
aun predomina en el país bajo la protección de las filosofías anticientíficas y pseudo
filosofías que se enseñan en nuestras facultades de humanidades y ciencias sociales.
Quedamos, pues, en que la política y la filosofía están relacionadas entre sí.
Esta no es novedad para un marxista, quien ve intereses económicos y contradicciones dialéc
ticas hasta en la sopa. Y debiera ser obvia para quienquiera que se ponga a pensar en los supuestos filosóficos de la acción política, sea contenciosa o administrativa.
Se practica una filosofía realista , y no irrealista, cuando se admite que lo que se aspira a
construir, cambiar o gobernar existe o puede existir realmente; se es materialista
, y no espiritualista, cuando se sobre-entiende que no hay ideas fuera de cerebros, y cuando se admite
que lo primero que hay que hacer para sobrevivir es obtener medios de sustento y protección; y
se es humanista y no nihilista, deontologista ni utilitarista, cuando se procura el bien ajeno
además del propio.
Con los valores sucede otro tanto: Los valores filosóficos como la verdad, el bien y la justicia, son
los más sensibles a la política. Baste recordar la mentira noble o “razón de Estado”; el nihilismo
moral que preconizaba Nietzsche; la equiparación utilitaria de verdad con eficacia y del bien con
la utilidad; y la afirmación de Hayek, de que la justicia social es un espejismo.
En suma, todo político filosofa, aunque casi siempre lo hace tácitamente y a veces toma meras
tonterías por verdades profundas, como mi primo Manolito quien, a la edad de diez años,
anunció que cierto oscuro escriba catalán Eugenio D’Ors , que publicaba bajo el pseudónimo
Xenius, era más inteligente que Platón porque él, Manolito, lo entendía a Platón pero no a
Xenius.
Pero no divaguemos: vayamos derecho al grano, que es el problema de la relación entre
socialismo y filosofía. Por lo pronto ¿de qué clase de socialismo estamos hablando? De todo
ideario o movimiento que se proponga favorecer a los de abajo, reemplazado la explotación por
la cooperación, el privilegio por la justicia social y la opresión por la participación.
Irónicamente, el socialismo se propone poner en práctica la hermosa consigna de la Revolución
Francesa de 1789, que hasta ahora no ha pasado de ser aspiración:
Liberté, égalité, fraternité
.
Los socialistas tibios o nominales, al igual que los liberales, han destacado el primer miembro de
esta admirable tríada, como si la libertad pudiera reinar entre desiguales; los comunistas
destacan la igualdad, como si ésta pudiera coexistir con el despotismo; sólo los anarquistas
aprecian por igual a los tres miembros de la célebre triada; pero, al proponerse abolir el Estado,
preconizan tácitamente un retorno al estado salvaje. Y la fraternidad o solidaridad no puede
darse entre los de arriba y los de abajo, ni puede imponerse, ni debiera confundirse con la
caridad.
En suma, cada de los tres miembros de la triada libertad-igualdad-fraternidad
depende de los otros dos, al modo en que los lados de un triángulo se dan a la vez. Más aun, el triángulo político no es autónomo, sino que descansa sobre el cuadrado trabajo-salud-educación-seguridad
. El 3 diagrama siguiente sugiere el socialismo como democracia integral, o sea, expansión de la
democracia, del terreno político a todos los demás campos de la acción humana.
ver cuadro en http://www.sinpermiso.info/articulos/ficheros/MB.pdf
Suponiendo que se haya convenido en los objetivos, ¿cómo lograrlos? La respuesta clásica es
que hay dos medios: el pacífico o democrático, que proponen los socialistas democráticos, y el
violento o revolucionario, que procuran imponer los socialistas autoritarios. Nótese que en el primer caso se trata de proponer , y en el segundo de imponer
. Y quien propone está dispuesto a
discutir, mientras que quien impone clausura el debate. De aquí que la filosofía asociada al
comunismo –el marxismo dogmático –haya suprimido muchas más ideas que las que ha
generado o prohijado. En efecto, los marxistas dogmáticos han pretendido imponer sus ideas,
casi todas anticuadas, tanto por su admiración por Hegel - el proto-post-moderno –como por su
descuido de la matemática.
Esto explica el que los marxistas rechazaran por “burguesas” todas las grandes innovaciones
científicas del siglo XX, con excepción de las que generó la investigación del pasado. En efecto,
ha habido eminentes estudiosos marxistas o semi-marxistas del pasado social, pero no ha
habido matemática, física, química, biología, psicología, sociología, politología, ni siquiera
economía, que fuesen a la vez marxistas, rigurosas y originales.
Por su parte, aunque el socialismo democrático ha sido tolerante, no ha creado muchas ideas.
Esto ha ocurrido, ya porque se ha empeñado en permanecer filosóficamente neutral, ya porque
no ha abrazado con entusiasmo a la ciencia. Es así que muchos famosos charlatanes
postmodernos se han autodenominado socialistas. No debieran quitarnos el sueño, porque son
pocos e incomprensibles. De hecho, en las ciencias propiamente dichas no abundan los
dogmáticos, porque la investigación original requiere libertad de búsqueda y de expresión, así
como la búsqueda de pruebas de algún tipo.
La tabla siguiente es un resumen muy simplificado de la cuestión que nos ocupa:
Doctrina y movimiento Esfera privada Esfera pública
Socialismo nominal Libertad personal Neoliberalismo
Socialismo democrático Libertad & responsabilidad Estado servidor
Socialismo dictatorial Sumisión Estado protector y opresor Doctrina y movimiento Esfera privada/publica
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Nótese la distinción privado/público, inexistente bajo el totalitarismo, que todo lo incluye en el
Estado. La diferencia entre el totalitarismo de izquierda y el de derecha es que el primero tiende
a favorecer a los trabajadores, mientras que el de derecha actúa en defensa de los explotadores,
de modo que lleva eventualmente a la agresión militar.
Lamentablemente, los marxistas han solido confundir socialización con estatización. Esto les ha
llevado a despreciar el cooperativismo, que es socialista porque auna la propiedad colectiva con
el autogobierno. Este es el núcleo del socialismo cooperativo que preconizó Louis Blanc en su
exitoso libroL’organisation du travail
(París: Société de l’Industrie Fraternelle, 1839).
El socialismo concebido como democracia integral presupone la distinción entre tres
subsistemas en toda sociedad: el económico (producción, comercio y finanzas), el
cultural (creación y difusión de bienes culturales, desde recetas culinarias y planos de viviendas a
poemas y teoremas), y el político (lucha por el poder y ejercicio del mismo en todos los grupos
sociales, de la familia y la empresa a la Nación).
La democracia integral preconiza la participación de todos en el gobierno de los tres subsistemas
mencionados, o sea, tanto la propiedad como la administración de los mismos. Los socialismos
escandinavos, que son tan prósperos como estables, lo practican. En cambio, el economicismo,
que privilegia al subsistema económico, tanto en su versión neoliberal como en su versión
comunista, se ha hundido como un buque escorado por mala distribución de su carga.
Los tres subsistemas mencionados existen e interactúan en el mismo nivel. (V. mi
Filosofía política (Gedisa, 2009.)
Finalmente, pasemos de la filosofía política a la filosofía total, que incluye a la ontología (teorías
del ser y del devenir), la gnoseología (teorías del conocimiento), la semántica (teorías del
significado y de la verdad) y la filosofía práctica -teorías del valor, de la acción, de la moral y de
la política. La lógica fue absorbida hace tiempo por la matemática.
La filosofía marxista ignora a la ciencia aunque profesa amarla. Su ontología combina la confusa
dialéctica hegeliana con un trozo del materialismo de cimonónico; su gnoseología es empirista y
carece de metodología; y su ética es utilitaria. Es tan escueta, tosca y anticuada, que ha dado de
comer a un sinnúmero de comentaristas, ninguno de los cuales ha hecho contribuciones
originales ni ha ayudado al nacimiento de nuevas ciencias, como la microfísica, las biologías
evolutiva y molecular, la neurociencia cognitiva, o siquiera la sociología.
Evidentemente, un régimen socialista democrático no debe imponer ninguna filosofía particular
en la esfera privada. Pero, en su calidad de buen administrador de los bienes culturales que
debieran ser comunes, tiene la obligación de favorecer el avance de todas las ramas del arte y
del conocimiento, el científico y el filosófico entre ellas.
Ahora bien, la filosofía avanza solamente cuando investiga y cuando interactúa con las demás ramas del conocimiento, desde la matemática y la física hasta la ingeniería y la medicina. Estas, a su vez, no se desarrollan en un vacío filosófico, sino que prosperan al calor de las filosofías ilustradas, y se estancan o
retroceden ante los ataques de las oscurantistas. En mi Evaluating Philosophies
(Springer, 2012)
he argüido que el conocimiento avanza a fuerza de investigar dentro de la matriz esbozada en el
diagrama siguiente:
ver CUADRO: http://www.sinpermiso.info/articulos/ficheros/MB.pdf
El materialismo en cuestión no está contaminado por los dislates de la dialéctica hegeliana y
afirma que lo material se da a varios niveles, del físico al social; el realismo concomitante
coincide con el objetivismo; el sistemismo afirma que cuanto existe es un sistema o parte de un
sistema; el cientificismo, que el enfoque científico es el más fértil; y el humanismo, que el
principio moral supremo es Disfruta de la vida y ayuda a disfrutarla
. Este principio se opone tanto al individualismo como al globalismo, en particular el estatismo. Además de reemplazar el culto de la muerte por el de la vida feliz y útil, implica al secularismo, aunque no impone el ateísmo.
Lamentablemente, las facultades de humanidades, en particular las nuestras,ignoran el
pentágono que empolla ideas nuevas, en particular las que resultan más o menos verdaderas
por ser realistas y sistémicas, por cumplir el programa cientificista, y que no dañan por ajustarse
al humanismo. En efecto, en esas escuelas predominan hoy quienes repiten o comentan textos
herméticos o retrógrados, como los de Hegel, Nietzsche, Heidegger y sus imitadores.
En resumen, el socialismo auténtico, a diferencia del nominal y del dictatorial, combina la
democracia con la cooperación y con la libertad para pensar y actuar en provecho de todos
excepto los parásitos. Realiza así las aspiraciones de los filósofos más avanzados de la
Ilustración: Holbach, Diderot y Helvétius.
Mario Bunge
es el más importante e internacionalmente reconocido filósofo hispanoamericano del siglo XX. Físico y
filósofo de saberes enciclopédicos y permanentemente comprometido con los valores del laicismo republicano, el socialismo democrático y los derechos humanos, son memorables sus devastadoras críticas de las pretensiones pseudocientíficas de la teoría económica neoclásica ortodoxa y del psicoanálisis “charlacanista”
.
http://www.sinpermiso.info/articulos/ficheros/MB.pdf
http://www.sinpermiso.info/articulos/ficheros/MB.pdf
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