martes, 11 de diciembre de 2012

Europa: el nuevo campesinado emergente

11-12-12 Biodiversidad en ALatina


 Se aprecia un nuevo campesinado, que desde fuera o desde dentro, quiere construir Soberanía Alimentaria. Son la garantía de una alimentación local para el planeta y un medio rural vivo.
Por Neus Monllor

Buscando los porqués
Desde pequeña me apasiona el mundo de la comida, el origen de los alimentos, ir a buscarlos al mercado o al campo, compartirlos alrededor de una mesa, descubrir nuevas maneras de cocinarlos, etc. Y entre plato y plato, un buen día empecé a pensar cómo sería la agricultura del futuro y quien cultivaría los alimentos que me gusta cocinar. Mi curiosidad e inquietud me llevó a descubrir que detrás de los alimentos que comemos cada día, se esconde la apasionante realidad del cultivo de la tierra y del cuidado de los animales. Me sorprendió también percibir un pesimismo instaurado en el sector agrario tradicional, que no apostaba por las generaciones futuras, ni por el cuidado ecológico de sus tierras, ni tampoco por conocer la satisfacción de saber quien se alimenta con su trabajo. Encontré personas derrotadas por el modelo agroindustrial, que les había robado su ilusión, su apego a las labores de antaño y sus ganas de transmitir su conocimiento a las personas más jóvenes. Fue entonces cuando empecé a investigar sobre el relevo generacional y el futuro de nuestros campos.
La búsqueda de respuestas a mis interrogantes me ha llevado a realizar una tesis doctoral (enlace al final del artículo) donde exploro los caminos, prácticas y actitudes de un grupo de jóvenes incorporado al sector agrario, comparando experiencias de la provincia de Ontario, Canadá y las comarcas de Girona, Catalunya.

NADA ES ABSOLUTO
El estudio que presentamos analiza dos realidades que no pueden ser tomadas como absolutas. Hablamos de tendencias. Es decir, por un lado las personas que se incorporan desde fuera del mundo rural a la agricultura con una visión politizada y cercana a la Soberanía Alimentaria; y por otro las personas que acceden al campo como relevo de sus padres o madres manteniendo modelos más propios de la agricultura industrial. Pero, insistimos, en ambos grupos encontraremos las dos tendencias que aquí hemos querido sistematizar.

Quién se incorpora
En primer lugar podemos distinguir dos perfiles claramente divergentes entre el campesinado tradicional y el recién llegado. El perfil tradicional es casi siempre un hombre que ha nacido en la explotación familiar y que tiene unos veinte años cuando se incorpora al sector después de terminar la formación profesional agraria. No acostumbra a utilizar su propia página web, porque no la necesita para vender, ni tampoco cree importante tener y mantener actualizado un plan de empresa, porque se guía por lo que siempre se ha hecho en su casa. En cambio, el perfil de la persona recién llegada es más probable que sea una mujer de origen urbano que se ha instalado en el sector agrario por cuenta propia una vez acabados los estudios universitarios no relacionados con la agricultura, cerca de cumplir los treinta. Tiene su propia página web que le ayuda a vender sus productos, y utiliza un plan de empresa o una guía de trabajo como herramienta básica de gestión y planificación.
Estos dos perfiles nos muestran dos maneras distintas de realizar las tareas agrarias y de tomar las decisiones estratégicas en el día a día. Por tanto, ya nos podemos imaginar que el modelo de producción y el impacto social, ambiental y económico de la actividad agraria en el territorio será diferente.
Quiero destacar que una de las diferencias clave entre los dos perfiles es el papel visible y activo de la mujer al frente de la actividad agraria. Dentro de las nuevas incorporaciones al sector hay más mujeres que hombres que toman las riendas de la actividad, que asisten a las reuniones con otros colegas y que se relacionan con las y los consumidores. La fuerza femenina arraigada a la tierra nos muestra un cambio de modelo con unas garantías de futuro ligadas al cuidado del medio ambiente, a la recuperación de semillas locales, a la diversificación de las fincas y, en general, a una visión más integral de la función agrosocial del campo.
Otra diferencia significativa entre los dos grupos de personas es el nivel y el tipo de educación que tienen en el momento de incorporarse. En general, las y los agricultores que provienen de ambientes familiares agrícolas terminan los estudios de formación profesional agraria, mientras que entre las y los recién llegados predominan los estudios universitarios en diferentes disciplinas, como las ciencias ambientales o sociales. Este tema es relevante porque implica, por una parte, que las personas nuevas en la actividad pueden tener una visión más amplia de la realidad, sobre todo porque conocen otras disciplinas que pueden complementar el conocimiento campesino. Por otra, implica el reto complejo de aprender de nuevo los métodos y herramientas de producción y la necesidad de adoptar conocimientos desde diferentes fuentes de información.

Qué modelo adoptan
En relación a la actividad agraria que ponen en marcha las personas jóvenes, cabe destacar que gran parte de las del perfil tradicional comienza en la explotación familiar siguiendo el sector productivo mayoritario de la zona y el método de producción heredado. La tendencia principal es aumentar de tamaño, invertir en maquinaria y vender a un intermediario o a una gran empresa distribuidora. Se constata que en la mayor parte de los casos se siguen las pautas de la agricultura industrial, donde encontramos una pérdida general de autonomía y autoestima. Las personas jóvenes que siguen el paso de la tradición familiar, no acostumbran a estar contentas ni orgullosas de su trabajo en el campo.
Las nuevas incorporaciones a la agricultura, por el contrario, comienzan en solitario o se unen a una finca agraria ya en marcha, donde las actividades mayoritarias suelen ser el cultivo de hortalizas y la cría de ganado menor. La gran mayoría defiende la producción ecológica cómo la única vía de trabajar la tierra y de criar a los animales. La principal característica de su perfil es que se mantienen a pequeña escala para no hacer grandes inversiones en las etapas tempranas y apuestan por vender directamente a la población consumidora. En general, acceden a crear su propia experiencia agraria con alegría y decisión y se caracterizan por una pasión intensa hacia una manera concreta de entender la vida y el trabajo en el campo.
El camino de incorporación de las personas jóvenes y las prácticas agrarias que realizan en sus fincas, muestran dos modelos agrarios diferentes. Por ejemplo, las tradicionales han perdido la escala local, no dan importancia a conocer la persona consumidora final de su producto. Han priorizado el primer eslabón de la cadena alimentaria, dejando de lado las funciones de elaboración y comercialización. También se ha constatado que no están interesadas en incluir prácticas innovadoras más allá de las puramente tecnológicas. Han dejado que las grandes empresas innoven por ellas, perdiendo el control de las mejoras e invirtiendo demasiado dinero. Finalmente es importante destacar que muestran poco interés en seguir las prácticas respetuosas con el medio ambiente. Acostumbran a cumplir con la normativa, pero no sienten que tengan que cuidar de su entorno más allá de producir y aumentar la cantidad de su producto.
Las nuevas incorporaciones, en cambio, valoran la proximidad de la agricultura a las y los consumidores finales de una manera innata. Su método de producción incorpora una parte social muy relevante que hace imprescindible mantener un contacto regular y de confianza con las personas que compran sus productos. Es interesante apuntar que muchas de ellas introducen prácticas alternativas al modelo predominante, tales como recuperar antiguas semillas, introducir energía renovable o combinar diferentes tipos de cultivo. La gran mayoría cultiva alimentos ecológicos y tienen un gran cuidado de los recursos naturales que les rodean. Muestran una gran conciencia, basada en términos de ecología profunda, que les permite mantener la ilusión por mejorar y por dedicarse activamente a dejar un planeta mejor a las generaciones futuras.

Qué piensan sobre el futuro
Las personas jóvenes con tradición agrícola comparten la necesidad de reorientar algunas de sus estrategias para producir alimentos hacia la población local, así como de modificar su sistema productivo y ganar autonomía frente a los bancos y las grandes empresas. Un buen número de ellas cambiaría su modelo de producción, sin embargo se encuentran con que éste les tiene sujetos de pies y manos. Una reflexión en profundidad sobre estas trabas es necesaria.
La actitud de las personas recién incorporadas responde a un cambio de paradigma respeto al modelo agroindustrial defendido desde las administraciones, la universidad y las empresas multinacionales. Muestran un deseo de recuperar la escala humana de la actividad agraria, tanto en el método de producción como en la relación con el entorno social. Encontramos ideas de futuro donde se tienen en cuenta factores más allá de los exclusivamente económicos, como el impacto social de la agricultura en diferentes lugares del mundo o la vinculación cultural de las diferentes producciones agrarias.

Un nuevo modelo en el escenario
Una de las principales aportaciones que salen de la investigación es la visualización de un grupo de jóvenes que está poniendo en marcha un nuevo paradigma agrosocial dando respuesta al atroz modelo agroindustrial. La mayoría de sus integrantes son personas recién llegadas, pero también entre los y las jóvenes ligadas tradicionalmente a la agricultura se está dando el paso a cambiar el modelo instaurado en la familia. A esta suma la he llamado NuevoCampesinado, siguiendo el marco teórico que el profesor Jan Douwe van der Ploeg especifica en el libro TheNewPeasantry.
El Nuevo Campesinado está arraigado a la localidad, cree en la diversificación, promueve prácticas respetuosas con el medio ambiente, coopera para avanzar en su causa común, introduce tecnologías apropiadas y de escala humana, lucha por su propia autonomía, tiene en cuenta las generaciones futuras y trata de reducir la intensificación respecto a las prácticas agrícolas convencionales. Este Nuevo Campesinado está dibujando el futuro de una renovada agricultura, desde la perspectiva de la Soberanía Alimentaria
En este sentido también se ha constatado que cada vez cobran más importancia los temas agrarios y sociales, tanto en las áreas urbanas como rurales. El estudio de las personas jóvenes, de sus prácticas y de sus actitudes permite afirmar que estamos asistiendo a un cambio de paradigma en términos de agrosociabilidad. Esta nueva realidad social muestra el surgimiento de una energía vital renovada para el cultivo de una nueva agricultura.
Una cuestión que queda pendiente por analizar y debatir, es lo que aporta o lo que complica la convivencia conjunta de dos paradigmas: El marcado por la industrialización de la agricultura y el más nuevo, esgrimido por el Nuevo Campesinado.
Recopilando, las actividades llevadas a cabo por el Nuevo Campesinado se caracterizan sobretodo porque:

  • Fomentan el capital social,
  • mantienen los ámbitos rurales y urbanos conectados,
  • apuestan por la calidad óptima de los alimentos promoviendo así la salud de las personas,
  • re-habitan zonas abandonadas,
  • crean nuevas relaciones sociales,
  • proponen formas alternativas de organizarse y colaborar,
  • tienen en mente a las futuras generaciones y se esfuerzan por mantener la tan apreciada multifuncionalidad de los espacios agrarios.

Entiendo, por lo tanto, que las contribuciones económicas, sociales y ambientales del Nuevo Campesinado deben ser tomadas seriamente en consideración para reactivar y renovar las áreas rurales.
El Nuevo Campesinado emergente es una realidad internacional que permite pensar en positivo el futuro de las áreas rurales. La mayor parte son agricultoras recién llegadas, pero también encontramos agricultores y agricultoras tradicionales que están modificando sus pautas y que están apostando por su territorio a partir de reinventarse una nueva agricultura campesina. Una suma donde encontramos personas con discursos optimistas, con una energía focalizada en la calidad y el trato personal y con un amor a la tierra que las mantiene vivas y activas.

Un gran apoyo social
El estudio del Nuevo Campesinado muestra como la actividad agraria vuelve a ser valorada por la sociedad. En este sentido encontramos cada vez más actores y entidades que apoyan de una manera directa el modelo agrario que el Nuevo Campesinado defiende y pone en marcha. Los ejemplos son cada vez más y más heterogéneos y van desde los grupos de consumo locales, pasando por las escuelas que ponen en marcha comedores ecológicos, hasta las entidades que acompañan a las nuevas generaciones de campesinos y campesinas a caminar hacia la consolidación de la actividad agraria.
En nuestras manos está la apuesta por un cambio de modelo agrario y de alimentación. Como personas consumidoras podemos apostar por la compra de los alimentos que produce el Nuevo Campesinado cerca de casa. Comer es un acto de política agraria y tomar decisiones con conciencia nos permite formar parte del cambio.
Por Neus Monllor
Espai Tomata. www.laccb.cat
PARA SABER MÁS
Descargar la tesis completa aquí
Revista Soberanía Alimentaria

http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Europa_el_nuevo_campesinado_emergente

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