Mundo- Manuel Castells: “La izquierda ha desaparecido”
19-12-12 GSIA
Tras la reciente publicación al castellano de Redes de indignación y esperanza (Alianza, noviembre 2012), el destacado científico social Manuel Castells
se encuentra promocionando en diversos foros españoles las principales
ideas y resultados de investigación plasmados en tan oportuna obra.
En una somera entrevista concedida al diario El País, el
sociólogo español habla en su tradicional tono acerca de la crisis de
representatividad y el hermetismo de la clase política ante el cambio;
la Red como espacio de organización y movilización sociales; y la
importancia de los movimientos sociales como principal detonador de
cambio en la mentalidad de las personas.
—El País: Haga balance del movimiento de los indignados.
—Manuel Castells: Va por países. En Islandia se
nacionalizaron los bancos, se echó a los dos partidos que la gobernaban
desde 1927, se creó un nuevo gobierno con democracia participativa, se
elaboró una nueva Constitución debatida por internet con miles de
ciudadanos interviniendo. Fue una revolución, pacífica, pero una
revolución. En algunos países árabes se acabaron las dictaduras. Se
puede pensar si el islamismo gusta más o menos, pero es otra cosa.
Dictaduras inalteradas durante décadas se acabaron en semanas. En Túnez.
En Egipto. En otros casos, los gobernantes avisados convirtieron las
revueltas en guerra civil. En Estados Unidos la distinción entre ricos y
pobres era ajena a la cultura americana y ahora es un asunto vivo y ha
tenido un efecto electoral de segundo grado en la campaña, a favor de
Obama.
—El País: ¿En España?
—Manuel Castells: España es el país de Europa donde
el sistema político ha mostrado menos sensibilidad ante la protesta, y
con los dos grandes partidos de acuerdo en ignorarla. El caso más
dramático es el de las hipotecas. Los suicidios han disparado la alarma
social, pero hace más de un año y medio que viene planteándose sin
respuesta. La opinión pública ha registrado las críticas del 15-M. Las
encuestas señalan un 70% de apoyo, pero también registran que apenas se
cree que haya capacidad de cambio. Ha cambiado la conciencia de la
gente, pero el sistema político se mantiene impermeable. Y esto puede
degenerar en enfrentamientos y en violencia.
—El País: Una violencia que el movimiento rechaza de plano
—Manuel Castells: Sí, pero hay un caldo abonado por
las provocaciones policiales (en España las hay) y la rabia de los
jóvenes. Con una sociedad movilizada, indignada, sin respuesta
institucional creíble, es difícil evitar la violencia. Espero que no la
haya y mucha gente del 15-M lo espera también. Pero hablamos de un
movimiento, no de un partido, no de una organización hermética que puede
controlar la rabia de la gente.
—El País: Usted señala que parte de la desconfianza
hacia los partidos se debe a que son percibidos como subordinados al
capitalismo financiero. Pero anota que no hay un rechazo del capitalismo
—Manuel Castells: Dentro del movimiento hay una
tendencia que es anticapitalista, pero no todo el movimiento lo es. Lo
que se rechaza es el sistema financiero como funciona ahora. Su
indignidad e inmoralidad. Y también la subordinación de las
instituciones y los partidos a este estado de cosas. El movimiento parte
del malestar económico y social, pero es sobre todo un movimiento
político que exige la democracia real. Denuncia la falta de alternativa.
Salvo que se entre en el sistema político, pero para eso está la ley
electoral española que bloquea la entrada de minorías importantes. El
movimiento ha hecho varias propuestas razonables de democratización del
sistema electoral porque la sociedad ha cambiado, pero el sistema
político no cambia. Y es imprescindible restablecer la conexión.
—El País: En un momento del libro sintetiza usted algunas de esas propuestas. De 12 que recoge, ocho son negativas
Manuel Castells: El movimiento es, sobre todo, un
movimiento de crítica, de rechazo. A partir de ahí hay que abrir el
debate. Y se ha abierto con formas tanto asamblearias como reticulares
en Internet, esperando que de ese debate salgan fórmulas para el futuro
que sean asumidas por la ciudadanía. Hay propuestas positivas: la
reforma de la ley electoral, la modificación del sistema hipotecario,
mecanismos de control sobre la banca. Lo que no hay es un programa, sino
sería un partido y no lo es. Pero este movimiento ha generado más
debate y ha creado más conciencia política que los partidos en los
últimos 20 años. Y todos los cambios empiezan en la mentalidad de las
personas. Más tarde ya se traducirá en votos. El problema es que ninguna
de las propuestas políticas refleja hoy esta nueva sensibilidad.
—El País: De modo que, cuando hay elecciones, vencen las formaciones que defienden lo contrario
Manuel Castells: Es que la izquierda ha
desaparecido. Hoy, en términos políticos, estamos en un periodo
constituyente. No desaparecen los partidos conservadores, pero la
izquierda está en crisis, pese a que hay un espacio de centroizquierda
que no se llena porque la ley electoral funciona como mecanismo de
bloqueo. De todas formas, van surgiendo alternativas.
—El País: A largo plazo
—Manuel Castells: El movimiento español tiene un
eslogan: “Vamos despacio porque vamos lejos”. Es decir, se trata de un
movimiento muy autorreflexivo que tiene perspectiva histórica y que ha
empezado a plantearse qué incidencia política se debe producir. Lo que
no puede hacer es transformarse en partido, eso haría que perdiera su
legitimidad movilizadora, pero pueden esperarse pactos entre nuevas
formas organizativas y corrientes del movimiento. Claro, es necesario
que el sistema político sea flexible. En Italia, por ejemplo, lo es; en
España, no. Los partidos españoles se sienten acosados, creen que si se
abren desaparecen. Y tienen razón, sobre todo, la izquierda. Y eso es
dramático.
—El País: El movimiento se comunica a través de las redes informáticas, como antes los obreros se organizaban al coincidir en la fábrica
Manuel Castells: Todos los movimientos sociales
nacen de la comunicación. El individuo aislado con su enfado no tiene
fuerza. Puede suicidarse. Los suicidios son lo que precede a las
revoluciones islámicas. La gente pasa de la humillación a la
autodestrucción. La suerte es que existe un espacio de comunicación,
internet, en el que muchos jóvenes viven. La gente se organiza donde
vive. Los obreros se comunicaron en las fábricas, los jóvenes de hoy lo
hacen en internet, pero es vital que luego ocupen el espacio público. Al
ocupar un espacio público, la gente se da cuenta de que existe y de que
puede imponer su derecho a la ciudad por encima de las reglas de
tráfico. Lo que produce los cambios históricos es la combinación de un
espacio de comunicación, un espacio de reunión, un espacio de incidencia
política. Son viejas libertadas (de reunión, de expresión) traducidas a
la era digital. Los movimientos nacen en la red y se organizan en el
espacio urbano. Y como la ocupación del espacio urbano no se puede
eternizar (a veces de eso se encarga la policía) se repliegan en la red,
pero no desaparecen.
—El País: Una comunicación a la que el poder combate con la coacción y la manipulación
Manuel Castells: La dominación perfecta es la que no
se siente. Puede ser por adhesión a los valores dominantes o por
resignación y ahí los procesos de persuasión son fundamentales. Cuando
fallan, se recurre a la coerción, pero los mejores sistemas de control
son los que no necesitan del uso de la policía.
—El País: Resalta usted el papel de las emociones, del miedo que paraliza o la esperanza que estimula
—Manuel Castells: La primera emoción que aparece es
la indignación. El miedo atenaza a la gente. Miedo a perder lo poco que
le queda. El miedo y la resignación paralizan a la gente. Esto salta
cuando no se puede más. En ese momento se supera el miedo. La esperanza
llega cuando superas el miedo y encuentras en las redes, en la calle,
mucha gente que está como tú. Empieza al hablar con otro, al sentir con
otro. Al percibir que no tenemos el poder pero estamos juntos y tenemos
la razón con nosotros. Ése es el paso del miedo a la esperanza. No se
producen efectos a corto plazo, pero aun así la gente se siente mejor
protestando que quedándose en casa.
—Vía El País
http://sociologiac.net/2012/12/19/manuel-castells-la-izquierda-ha-desaparecido/
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