lunes, 15 de octubre de 2012

OIT- Informe sobre el trabajo en el mundo 2012

15-X-12 OIT

MEJORES EMPLEOS PARA UNA ECONOMÍA MEJOR- RESUMEN

¿ COMO SALIR DE LA TRAMPA DE LA AUSTERIDAD?


La situación del empleo se está deteriorando en Europa y ha dejado de mejorar en
muchos otros países ...
Durante el año pasado, los mercados de trabajo se vieron afectados por la
desaceleración del crecimiento mundial. Un hecho que resulta especialmente
problemático si se tiene en cuenta que los mercados laborales no se habían recuperado
totalmente de la crisis mundial que estalló en 2008: todavía existe un déficit de
aproximadamente 50 millones de empleos en comparación a la situación anterior a la
crisis (Capítulo 1). Es poco probable que durante los próximos dos años la economía
mundial crezca a un ritmo suficiente para reducir el actual déficit de empleo, y ofrecer
trabajo a más de 80 millones de personas que se calcula que entrarán en el mercado
laboral durante este período.
Esta tendencia es particularmente preocupante en Europa, donde la tasa de desempleo
aumentó en cerca de dos tercios de estos países desde 2010; pero la recuperación del
mercado de trabajo se ha estancado también en otras economías avanzadas como
Japón y Estados Unidos. En otras regiones, los progresos en materia de empleo fueron
débiles con respecto a las necesidades de una población en edad de trabajar cada vez
más numerosa y mejor educada, como en China. Y el déficit de empleo sigue siendo
considerable en gran parte de la región árabe y África.

… como resultado, la crisis mundial del empleo ha entrado en una nueva fase, de
carácter más estructural.
Esta no es una desaceleración normal del desempleo. Después de cuatro años de crisis
mundial, los desequilibrios en el mercado del trabajo son más estructurales, y por lo
tanto, más difíciles de erradicar. Ciertos grupos de personas, como los desempleados de
larga duración, corren el riesgo de quedar excluidos del mercado laboral. Esto significa
que no podrían obtener un nuevo empleo incluso aunque se produzca una fuerte
recuperación.

Además, para una parte cada vez mayor de los trabajadores que sí tienen trabajo, el
empleo es más inestable o precario. El empleo a tiempo parcial y temporal de carácter
involuntario aumentó en dos tercios y en más de la mitad de las economías avanzadas,
respectivamente. La proporción de empleo informal permanece alta, y se sitúa en más
del 40 por ciento en dos tercios de los países emergentes y en desarrollo para los cuales
se dispone de datos.

Además, las mujeres y los jóvenes se ven afectados de manera
desproporcionada por el desempleo y la precariedad laboral. En concreto, las tasas de
desempleo juvenil aumentaron en cerca del 80 por ciento de las economías avanzadas y
en dos tercios de las economías en desarrollo.


La inestabilidad laboral es, sobre todo, una tragedia humana para los trabajadores y sus
familias; pero además supone un desperdicio de la capacidad productiva, ya que hay
una tendencia a perder las competencias como resultado de una rotación excesiva entre
empleos y largos períodos de desempleo o inactividad. Una mayor inestabilidad laboral
significa, por lo tanto, una productividad más débil en el futuro y menos oportunidades
para prosperar y ascender profesionalmente.

El déficit de empleo va de la mano de un déficit prolongado de inversión, otra señal de
que la crisis ha entrado en una nueva fase. La cantidad de dinero sin invertir en las
cuentas de grandes empresas ha alcanzado niveles sin precedentes (Capítulo 4).
Mientras que, en el caso de las economías avanzadas, las pequeñas empresas siguen
teniendo dificultades de acceso al crédito, que les permitiría invertir y crear puestos de
trabajo. Es importante destacar que el Informe constata que las inversiones son más
volátiles, y que esto ha exacerbado la precariedad del empleo tanto en las economías
avanzadas como en las emergentes y en desarrollo.

Por último, la sociedad se está volviendo cada vez más ansiosa ante la falta de trabajos
decentes. En 57 de los 106 países, el Índice de Descontento Social, construido a efectos
de este Informe, aumentó en 2011 en comparación con 2010. En Europa, Oriente
Medio, África del Norte y África Subsahariana se registraron los índices más altos de
riesgo de descontento social. En promedio, América Latina – donde ha habido un cierto
grado de recuperación del empleo y, en algunos casos, mejoras en la calidad del trabajo
– ha experimentado una disminución del riesgo de descontento social.




El deterioro de la situación refleja la trampa de la austeridad en las economías
avanzadas, sobre todo en Europa ...

Desde 2010, y a pesar de las declaraciones a favor del empleo en las sucesivas reuniones

del G20 y otros foros globales, la estrategia política cambió sus prioridades alejándose
de la creación y mejora del empleo, y concentrándose en cambio en la reducción de los
déficits fiscales a toda costa. En los países europeos, la reducción del déficit fiscal ha

sido considerada esencial para calmar los mercados financieros. Pero incluso en países
que no han sufrido los efectos de la crisis, esta estrategia está siendo aplicada por
razones preventivas, reduciendo los déficits fiscales para evitar cualquier reacción
negativa por parte de los mercados financieros. Este enfoque pretendía preparar el
camino para mayores inversiones y crecimiento, junto con déficits fiscales inferiores

Además, como parte del cambio político, la mayoría de las economías avanzadas han
flexibilizado las normas del trabajo y debilitado las instituciones del mercado laboral
(Capítulo 2), y además se han anunciado más medidas de liberalización. Estas medidas
están siendo adoptadas con la esperanza de que los mercados financieros reaccionen de
manera positiva, y así reforzar la confianza, el crecimiento y la creación de empleo.

Sin embargo, estas expectativas no han sido satisfechas. En los países que aplicaron el
enfoque de la austeridad y de la liberalización en su mayor extensión, principalmente en
los países del sur de Europa, el crecimiento económico y del empleo continuó
deteriorándose. Además, en muchos casos, estas medidas también fracasaron a la hora
de estabilizar la situación fiscal. La razón fundamental para estos fracasos es que estas
políticas – implementadas en un contexto de perspectivas de demanda limitada y con la
complicación adicional de un sistema bancario en medio de su proceso de
“desapalancamiento” - no tienen la capacidad de estimular la inversión privada. La
trampa de la austeridad se está accionando. La austeridad, en efecto, ha producido un
crecimiento económico más débil, incrementado la volatilidad y empeorando el balance
financiero de los bancos ocasionando una mayor contracción del crédito, menores
inversiones y, en consecuencia, mayores pérdidas de empleos. Paradójicamente esto ha
afectado de manera negativa a los presupuestos de los gobiernos y, por lo tanto, ha
aumentado las exigencias de mayor austeridad. La realidad es que ha habido pocos
progresos en los déficit fiscales de los países que aplicaron enérgicamente las políticas
de austeridad (Capítulo 3).

En relación a las políticas de liberalización, el Informe señala que fracasarán en el
objetivo de impulsar el crecimiento y el empleo a corto plazo, el horizonte temporal
clave en una situación de crisis. De hecho, los efectos de las reformas de los mercados
laborales en el empleo dependen en gran medida del ciclo coyuntural. Ante una
recesión, normas menos rígidas pueden dar lugar a más despidos sin apoyar la creación
de empleo. Del mismo modo, un debilitamiento de la negociación colectiva es probable
que genere una espiral descendente de los salarios y, por consiguiente, retrase aún más
la recuperación.
En general, el Informe confirma las conclusiones de estudios anteriores que muestran
que no existe una relación evidente entre las reformas del mercado laboral y los niveles
de empleo. De manera interesante, dentro del rango en el cual la mayoría de los países

se encuentran, regulaciones laborales adecuadas tienden a estar relacionadas
positivamente con el empleo. Y lo que es más importante, las regulaciones laborales mal
diseñadas pueden afectar negativamente al funcionamiento del mercado laboral. En
estos casos hay motivos para considerar reformas como parte del diálogo social y
adoptadas conjuntamente con medidas de protección social. Esta política ha sido
aplicada con éxito en el pasado reciente en países como Austria y Brasil.


… pero se está extendiendo a otros países.
Muchos países emergentes y en desarrollo adoptaron la estrategia de estimular la
demanda interna con el objetivo de compensar las débiles perspectivas de exportación a
las economías avanzadas. Existen señales de que en algunos de estos países, como India,
América Latina, Sudáfrica y, más recientemente, China, los salarios han aumentado para
recuperar terreno en relación a la productividad. La inversión pública y la protección
social también fueron fortalecidas y la integración regional ha demostrado ser favorable
en este sentido.

No obstante, incluso en estos países, los mercados laborales y las inversiones reales no
son inmunes al debilitamiento económico mundial. Los flujos volátiles de capital
también han agravado la inestabilidad de la economía real y la posibilidad de crear
mejores empleos.
Por lo tanto, es crucial insistir en el enfoque actual de estimular la demanda interna,
asociado con una mejor aplicación de las normas fundamentales del trabajo y medidas
para evitar flujos de capital desestabilizadores.

Existe un enfoque alternativo ...



Es posible escapar de la trampa de la austeridad. El Informe sobre el Trabajo en el
Mundo del año pasado presentaba un enfoque triple, que se mantiene vigente. Primero,
las instituciones del mercado laboral deberían fortalecerse de manera que los salarios
crezcan al mismo ritmo que la productividad, comenzando en los países con superávit.
En la situación actual, es necesario tener en cuenta un aumento riguroso y coordinado
del salario mínimo. También podrían ser útiles mayores esfuerzos para implementar las
normas fundamentales del trabajo, sobre todo en los países emergentes y en desarrollo
donde existen problemas. La ratificación de los Convenios fundamentales de la OIT por
parte de todos los países del G20 daría una señal positiva en este sentido.
Segundo, es esencial reanudar el acceso al crédito y crear un ambiente empresarial más
favorable para las pequeñas empresas. Esto es particularmente urgente en los países de
la zona Euro, donde la política del Banco Central de ofrecer liquidez a los bancos ha
fracaso a la hora de incentivar el crédito destinado a la economía real. Podría también

ser necesaria una imposición más alta para las empresas que no reinvierten sus
ganancias, y/o una imposición menor para aquellas empresas que dan prioridad a las
inversiones y a la creación de empleo.
Tercero, es posible promover el empleo y al mismo tiempo cumplir con los objetivos
fiscales. El Informe demuestra que un cambio neutral desde el punto de vista fiscal en la
composición de los gastos y los ingresos crearía entre 1,8 y 2,1 millones de empleos en
un plazo de 1 a 2 años. En el caso de los países emergentes y en desarrollo, los esfuerzos
deberían concentrarse en la inversión pública y en la reducción de la pobreza y las
desigualdades de los ingresos y en estimular la demanda agregada. En las economías
avanzadas, la prioridad deberían ser las personas desempleadas, especialmente los
jóvenes, a fin de garantizar que reciban el apoyo adecuado para encontrar nuevos
empleos.

Ante todo, es el momento de avanzar hacia una estrategia orientada hacia el
crecimiento y hacia el empleo. Esto ayudaría a coordinar las políticas y a evitar el
contagio ocasionado por la austeridad fiscal. En Europa, la estrategia podría incluir un
enfoque coordinado a fin de solucionar la crisis de la deuda, para lo cual unos
mecanismos de financiación innovadores y una mejor utilización de los Fondos
Estructurales Europeos – adecuadamente reformados para enfrentar mejor el problema
– podrían ser instrumentos fundamentales.

… que requiere adoptar la idea de que las políticas que favorecen el empleo tienen un
efecto positivo en la economía y que la voz de las finanzas no debería guiar la toma de
decisiones.
La explicación del actual enfoque político es la premisa de que el crecimiento es el
resultado de la austeridad y que los empleos, en cambio, son una consecuencia del
crecimiento. Por ello, los mayores esfuerzos hasta la fecha se han concentrado en
reducir los déficits y restablecer el crecimiento mundial hacia valores positivos con la
creencia de que, en lo sucesivo, producirá la creación de empleos. Como consecuencia,
los esfuerzos más directos para estimular la creación de empleo y potenciar los ingresos
de los más vulnerables a la crisis han tenido una importancia secundaria.







Puesto que ahora existen indicios de que estas premisas han demostrado ser
contraproducentes, es esencial progresar con la alternativa, es decir, un enfoque
centrado en el empleo, tal y como se describió anteriormente. Además es importante
nutrir este enfoque alternativo con ejemplos concretos de políticas que funcionan, para
lo cual la OIT ha desempeñado un papel fundamental a través de la adopción del Pacto
Mundial para el Empleo y podría contribuir aún más como foro de análisis de políticas.

Otro factor en juego es el desequilibrio entre la voz de la economía real y la del sector
financiero. Ambas son importantes y ambas necesitan ser escuchadas. Para subsanar
esto, primero debería prestarse atención a la creación de observatorios sociales y del
empleo a nivel nacional. Esta medida puede ayudar a identificar un límite máximo de
desempleo que de ser superado serían necesarias nuevas medidas, de manera muy
similar a los objetivos de inflación. Esta tarea podría ser facilitada gracias al
establecimiento de observatorios independientes y fiables a fin de supervisar y anticipar
tendencias en el mercado laboral, que podrían ser responsables de presentar
evaluaciones independientes del impacto sobre el empleo de las propuestas políticas. Su
misión sería advertir a los gobiernos contra la adopción o continuación de políticas que
no tienen probabilidades de alcanzar los objetivos de desempleo.

Segundo, existen argumentos sólidos para establecer foros de consulta nacionales,
donde se discutan las políticas económicas y sociales por los gobiernos y los
interlocutores sociales. Si bien los resultados no serían vinculantes, este tipo de
consultas pueden ofrecer a los gobiernos información importante sobre la situación
actual del mercado laboral y una perspectiva del desempleo. El foro podría también
desempeñar un papel central en colaborar y consultar con el observatorio o agencia
nacional creada para supervisar y evaluar la evolución del mercado laboral y el impacto
de las políticas.

Finalmente, los esfuerzos nacionales para pasar a políticas que garantizarán niveles de
empleo más altos se verán facilitados en gran medida por las reformas en la gobernanza
de la economía mundial. El objetivo principal de esta reforma es ofrecer un nivel alto y
estable de demanda efectiva en la economía mundial. Esto implicaría (i) garantizar una
coordinación global eficaz de las políticas económicas para eliminar políticas del tipo
“molestar a mi vecino” que conducen a desequilibrios mundiales y cohíben el potencial
de crecimiento; (ii) eliminar la amenaza constante a la estabilidad económica mundial
provocada por los flujos financieros transfronterizos volátiles y no regulados; y (iii)
desarrollar políticas macroeconómicas coordinadas para hacer frente a futuras crisis
económicas.
En pocas palabras, el Informe exhorta a los países a instaurar las condiciones necesarias
para preparar un cambio drástico en el actual enfoque político. Destaca la necesidad de
un enfoque que reconozca la importancia de colocar el empleo entre las prioridades de
la agenda política y la necesidad de coherencia entre las políticas macroeconómicas,
sociales y del empleo. Esto requiere cambios significativos en la gobernanza interna y
mundial, lo que supone una labor compleja. Aunque la tarea es exigente, los avances en
esa dirección serán premiados con mejores perspectivas de empleo y una economía más
eficiente.





http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---dgreports/---dcomm/documents/publication/wcms_179553.pdf







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