Las condiciones de vida de las poblaciones afrodescendientes en América Latina se caracterizan por la pobreza y la exclusión social y política, determinadas por la discriminación étnica y el racismo estructural. En este contexto, las consecuencias de las violaciones de derechos son especialmente perjudiciales en el período de la infancia y adolescencia, incluso reconociendo variaciones entre países.
Las múltiples privaciones que caracterizan la vida de gran parte de los/as niños/as y adolescentes afrodescendientes[1] generan impactos diversos. Cuatro de cada diez niños/as no tienen garantizado el acceso al agua potable, y en varios países de América Latina, una gran cantidad de estos sujetos residen en viviendas sin instalaciones adecuadas de saneamiento. Además, se estima que ocho de cada diez niños/as afro-descendientes son afectados/as por algún tipo de privación en el acceso a equipamientos necesarios para la implementación del derecho a la información.[2] En el contexto educativo, más allá de los significativos avances alcanzados, los/as afro-descendientes siguen compartiendo con los/as indígenas los más bajos índices de escolarización y graduación, el menor rendimiento y las ofertas educativas más precarias.[3]
Al mismo tiempo, el discurso racista de desvalorización o negación de los saberes y las prácticas culturales presente en todos los ámbitos de desarrollo de los/as niños/as (familia, escuela y comunidad) afecta directamente su desarrollo psicosocial y los procesos de construcción identitaria, autorreconocimento y autovaloración. Por otra parte, en el dimensionamiento de los problemas que enfrentan los/as niños/as, adolescentes y jóvenes afro-descendientes, es necesario considerar los otros ejes de exclusión -de clase, de generación, de género, territoriales- que se enlazan en las experiencias singulares, potencializando las desventajas que deben enfrentar.[4]
No obstante las enormes inequidades, importantes transformaciones socioculturales y políticas ocurridas en las últimas décadas han redibujado este panorama, redefiniendo la posición de los/as afro-descendientes en el escenario social y en la relación con los Estados. Dichos avances son producto de la acción colectiva de los movimientos sociales en la ciudad y en el campo, cuyas reivindicaciones y luchas fueron y siguen siendo decisivas para colocar en la agenda pública y gubernamental sus problemáticas y lograr que se aprueben leyes y se generen instituciones y políticas de promoción de la igualdad racial. En este sentido, fueron grandes las conquistas en términos normativos y de compromisos asumidos para la erradicación del racismo y la superación de las desigualdades.[5]
Dado los marcos normativos nacionales e internacionales de protección de derechos, son necesarios esfuerzos conjuntos para erradicar las disparidades e injusticias de base étnico-raciales persistentes.
Desde Equidad para la Infancia América Latina, entendemos que es necesario ampliar el conocimiento sobre la situación de los/as niños/as, adolescentes y jóvenes afro-descendientes, así como también fortalecer los procesos de participación, decisión e incidencia política, en tanto condiciones básicas para la efectivación de políticas públicas que atiendan a sus legítimas necesidades y demandas.
[1]
De acuerdo con un estudio en que se analizaron los datos disponibles en
ocho países latino-americanos, se estima que el 17,8% de la población
de niños y adolescentes en la región son afro-descendientes, lo que
equivaldría a 31 millones de personas, siendo Brasil el país en donde
vive la mayoría de ellas, seguido por Colombia. http://www.equidadparalainfancia.org/pobreza-infantil-en-pueblos-indigenas-y-afrodescendientes-de-america-latina/
[2] Ibid.
[4] En lo que atañe a la problemática de las violencias contra niños/as y jóvenes, esto se hace particularmente evidente. http://www.equidadparalainfancia.org/news/abril2012_1.htm
[5]
De forma específica, los derechos de las personas afro-descendientes
son previstos en la Convención Internacional sobre la Eliminación de
todas las Formas de Discriminación Racial. La misma define que toda
doctrina de superioridad basada en la diferenciación racial es
“científicamente falsa, moralmente condenable y socialmente injusta y
peligrosa”. Asimismo, la Declaración y el Programa de Acción de Durban
expresan el compromiso de los Estados en la lucha contra la
discriminación racial y por motivos étnicos, destacando la necesidad de
incorporar medidas especiales a fin de prestar atención prioritaria a
los derechos y a la situación de las personas jóvenes que sufren esas
prácticas. http://www.equidadparalainfancia.org/juventud-afrodescendiente-en-america-latina-realidades-diversas-y-derechos-incumplidos/
Por otra parte, en junio del 2013 fueron aprobadas en la 43ª Asamblea de la OEA dos Convenciones importantes que definen marcos normativos en este ámbito: la Convención Interamericana Contra el Racismo, la Discriminación Racial y Formas Conexas de Intolerancia y la Convención Interamericana contra toda forma de Discriminación e Intolerancia.
http://www.equidadparalainfancia.org/infancia-afro-descendiente-racismo-estructural-y-nuevos-escenarios-en-america-latina/
Por otra parte, en junio del 2013 fueron aprobadas en la 43ª Asamblea de la OEA dos Convenciones importantes que definen marcos normativos en este ámbito: la Convención Interamericana Contra el Racismo, la Discriminación Racial y Formas Conexas de Intolerancia y la Convención Interamericana contra toda forma de Discriminación e Intolerancia.
http://www.equidadparalainfancia.org/infancia-afro-descendiente-racismo-estructural-y-nuevos-escenarios-en-america-latina/
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