17-x-13 Soberania Alimentaria
Ramón Meco Murillo, Carlos Lacasta Dutoit y Marta María Moreno Valencia (*)
Los secanos son los
grandes olvidados de la agricultura a pesar de que, todavía hoy en día,
la mayor parte de la producción agrícola y del tejido social que la
sustenta se sigue basando en estos sistemas productivos. La escasez de
bibliografía en comparación con la existente acerca de temas
relacionados con los cultivos irrigados, indica hasta qué punto no se ha
valorado este modelo de agricultura por el estamento técnico y
científico.
Una agricultura natural
Los cultivos en régimen de secano son aquellos que se
practican según permiten las condiciones naturales de la zona de que se
trate y sin aporte externo de agua. De esta forma podríamos decir que
el cultivo de secano es el más natural que existe, puesto que únicamente
se vale de las condiciones ambientales que la naturaleza pone a su
disposición en ese lugar para la obtención de la cosecha .
Debido a esta circunstancia, también se podría
afirmar que existen tantos secanos diferentes como climas y que,
lógicamente, a igualdad de cultivo entre un secano con 2000 mm de
precipitación y otro que reciba únicamente 200 mm de lluvia al año, va a
haber unas producciones bien distintas. Ambos casos constituyen
agroecosistemas diferentes pero, con todos los elementos que la
evolución y la adaptación de las especies les han conferido a lo largo
de los años y con la selección y mejora genética que las y los
agricultores han desarrollado y aplicado durante generaciones para esas
condiciones ambientales concretas, hoy constituyen, con su variabilidad,
la base de la biodiversidad cultivada.
Son,
por tanto, grandes áreas de nuestra geografía más próxima, tanto de la
Península Ibérica como del resto de Europa, las que están sometidas al
régimen climatológico que condiciona su productividad, puesto que el
agua y su distribución en el tiempo es el factor limitante por
excelencia. Desgraciadamente, según los datos científicos, las
proyecciones sobre las consecuencias del cambio climático en esta área
terrestre llevan a pensar que los regímenes de precipitación se van a
ver alterados en las próximas décadas. En consecuencia, si no queremos
que el medio rural se despueble, con las consecuencias socio-políticas
que este hecho puede conllevar, será necesario ir adaptándose a estos
cambios con una agricultura que proporcione unos alimentos de calidad y
producidos con una gran eficiencia energética, que les confiera un alto
valor añadido especialmente en el área mediterránea.
El secano que siempre nos alimentó
En nuestra área geográfica europea se diferencian
básicamente dos tipos de secanos: los húmedos, con precipitaciones por
encima de los 500 mm y que pueden llegar, según las latitudes, hasta más
de 3000 mm, y los secos, cuya precipitación no supera aquella cantidad y
que circundan especialmente la cuenca mediterránea. En la Península
Ibérica, se diferencian secanos húmedos, centrados en la cornisa
cantábrica y su zona de influencia, secanos llamados “frescos”, que
comprenden el resto del tercio superior con precipitaciones entre 500 y
1000 mm, y los secanos semiáridos, llamados popularmente “rabiosos”, que
alcanzan a duras penas precipitaciones de 400 mm y además con un
régimen muy dispar.
Es precisamente la región mediterránea y su área de
influencia más dura desde el punto de vista climatológico, ubicada en el
Norte de África y Oriente Próximo, con los llamados secanos áridos y
precipitaciones en el entorno de 250 mm, la que se puede considerar
históricamente la cuna de cultivos tan trascendentes para la Humanidad
como el olivo y la vid, cereales como el trigo, la cebada y el centeno, y
leguminosas como el garbanzo y la lenteja, entre otros. Sus derivados
(el aceite de oliva, el vino, el pan, la cerveza, etc.), han sido y son
en la actualidad la base de lo que actualmente se conoce como “dieta
mediterránea”, constituyendo la base de la alimentación de tantos y
tantos pueblos, culturas y civilizaciones que han habitado, por cientos
de generaciones, las orillas y proximidades del Mare Nostrum.
La adaptación de los ecosistemas mediterráneos agostando y haciendo desaparecer la práctica totalidad de las especies herbáceas se complementa con una capacidad extraordinaria de las leñosas tradicionales como la vid, el olivar, el algarrobo, la higuera, el pistachero y algunas otras especies frutales de carácter local como las palmeras, para mantener el color verde en el paisaje en condiciones ambientales absolutamente dramáticas.
El aumento de la población ha sido, y continúa
siendo, el principal motivo para justificar la necesidad de incrementar
los rendimientos de todos los cultivos adaptados a las condiciones de
aridez propias de los secanos. Sin embargo, la intensificación de las
prácticas de la revolución verde, ahora reconocidas como insostenibles,
no sólo no ha llegado a satisfacer las demandas alimenticias reales,
sino que ha provocado una enorme y galopante contaminación difusa en el
medio, debida especialmente a los medios técnicos puestos, de una manera
un tanto indiscriminada, a disposición de las y los agricultores. Está
más que demostrado que el problema de la falta de alimentos en países
empobrecidos se debe a varias causas, pero no a la falta de materias
primas o a la capacidad de producción de las tierras actualmente
cultivadas.
Consecuencia
lógica de estos hechos ha sido la aparición de las llamadas
“agriculturas sostenibles” que, según la propia definición de
sostenibilidad enunciada en el informe Brundtland (1987), constituyen el
conjunto de técnicas cuya aplicación no compromete el futuro de las
siguientes generaciones a causa de la explotación excesiva de los
recursos. Ahora se plantea la sostenibilidad como un logro a alcanzar
cuando la agricultura bien hecha es sostenible en sí misma y un derecho
de cualquier habitante del planeta.
En los momentos
actuales, estamos sufriendo un segundo aviso en referencia a la crisis
que se avecina en los próximos años, ante el hecho incuestionable de la
escasez del petróleo y su imparable incremento de precio. Este hecho va a
poner en duda todo el sistema productivo actual, incluidas las nuevas
tecnologías, altamente dependientes de los combustibles fósiles, y
probablemente el problema del hambre en un mundo superpoblado no se
solucionará con ellas sino con el desarrollo de producciones locales
basadas en los propios recursos.
Malas prácticas con el secano
La agricultura extensiva de secano, según se ha
desarrollado en los últimos años, especialmente desde la implantación de
la Revolución Verde, se ha basado en dedicar la práctica totalidad de
los recursos de investigación y desarrollo a técnicas dirigidas hacia un
aumento de producción en base a la mejora genética, al aumento de la
fertilización química y al uso de biocidas para el control de plagas,
enfermedades y malas hierbas, consiguiendo duplicar e incluso triplicar
las producciones normales de mediados del pasado siglo.
Este aumento de la productividad no fue tan
beneficioso en los secanos españoles y ya estamos pagando algunos de los
costes ecológicos (erosión, salinización y contaminación) por imponerse
un modelo de agricultura intensiva propia de países húmedos en zonas
donde es totalmente inadecuada.
Las variedades obtenidas por multinacionales del
sector, especialmente de cereales -trigo, cebada, avena, centenos y
triticales-, manifiestan su potencial productivo en función de los
fertilizantes y la precipitación total recibida y su distribución
espacio-temporal. Sin embargo, en la climatología mediterránea del sur
de Europa y el Norte de África, los años en que las precipitaciones se
sitúan por debajo de la media o su distribución no se ajusta a los
momentos clave del cultivo, la asimilación de los fertilizantes es
escasa y las producciones descienden hasta mínimos antirentables. Este
hecho, conocido por todas y todos los agricultores, determina que una
gran proporción de los fertilizantes químicos incorporados al suelo no
sean asimilados por el cultivo y se conviertan en contaminantes al
llegar las precipitaciones otoñales, dando lugar, debido al gran
incremento en su utilización durante los últimos cincuenta años, a un
gravísimo problema ambiental relacionado con la nitrificación y
contaminación por nitratos de los acuíferos.
Las buenas prácticas
El Informe del Relator Especial sobre el derecho a la
alimentación, Olivier De Schutter, publicado en la Asamblea General de
la ONU en diciembre de 2010, hace referencia y aconseja la Agroecología
como el mejor modelo a seguir para garantizar el abastecimiento
alimentario en las próximas décadas. Plantea a los estados
recomendaciones importantes con objeto de conseguir una armonización
entre la necesidad de alimentos y la forma sostenible para conseguirlos,
y manifiesta la posibilidad de crear un entorno propicio para esos
modos de producción mediante políticas públicas adecuadas, entre las que
se incluyen dar prioridad a la contratación de bienes públicos en lugar
de limitarse a ofrecer subvenciones a los insumos, e impulsar el
conocimiento mediante la inversión en investigación agrícola y en
servicios de extensión.
Para gestionar correctamente un sistema agrario,
especialmente de secano, es necesario estudiar los elementos y procesos
que intervienen en su constitución y funcionamiento, empezando por el
aporte de energía. Toda la energía tiene su origen en el sol y son las
plantas las encargadas de su transformación a través de la fotosíntesis
fijando el carbono, la base de la vida. Esta energía es repartida
posteriormente a través del suelo a la cadena trófica. Los nutrientes
presentes en el suelo, tanto los provenientes de los restos de cosecha
como los componentes de su material de origen, se van reponiendo gracias
a la transformación que producen los microorganismos que habitan en él.
Cuando estos nutrientes son extraídos o perdidos por lavado o erosión a
mayor velocidad que su reposición, se produce la quiebra y el colapso
del sistema.
En consecuencia, las estrategias y técnicas
agronómicas se deberían encaminar hacia la regulación del flujo de
energía, aportando restos orgánicos al sistema para favorecer la
actividad biológica de los suelos que transformará los elementos
minerales en formas asimilables para las plantas. Esto se conseguirá
principalmente gracias a la gestión temporal de los cultivos, las
rotaciones, en las que se utilizarán diferentes estrategias de laboreo,
distintas especies, época de siembra, densidades, etc.Al agricultor de
los climas húmedos le resulta casi imposible manejar las condiciones del
reciclado de nutrientes, porque hace frío o falta aire, de ahí que el
carbono se acumule en el suelo; en cambio, los climas secos y cambiantes
como los de nuestros secanos son favorables a la acumulación de
nutrientes y es posible manejar las condiciones que promueven su
reciclado.. Por ejemplo, cuando se deja un barbecho estamos dejando agua
en verano para que continúe la actividad biológica en el suelo. No se
puede, por tanto, manejar la fertilización en nuestros secanos de la
misma forma que en los países húmedos.
CUIDAR Y DEFENDER EL SECANO, para garantizar vida y agricultura:-con cultivos adaptados a diferentes las zonas,-con aquellas variedades locales que ofrezcan más rusticidad de acuerdo con el clima,-con labores y prácticas de cultivo acompañadas del conocimiento sobre las características del suelo y la distribución de las precipitaciones,-y con un buen asesoramiento por parte de agricultores y agricultoras experimentadas o de personal técnico preparado.-Y cuando es necesario alimentando el suelo con materia orgánica para que no se interrumpa el proceso de generación de nutrientes que alimenten a su vez los cultivos.
(*) Ramón Meco Murillo. Servicio de Investigación Agraria. Consejería de Agricultura de Castilla –La Mancha.
Carlos Lacasta Dutoit. Finca Experimental “La Higueruela”. Museo Nacional de Ciencias Naturales. CSIC.
Marta María Moreno Valencia. Universidad de Castilla – La Mancha
Para saber más:
Meco, R., Lacasta; C., Moreno, MM., 2011. Agricultura ecológica en secano. Soluciones sostenibles en ambientes mediterráneos.
Ed: MAMRM. Mundi Prensa Libros, Consejería de Agricultura de Castilla
La Mancha, Sociedad Española de Agricultura Ecológica.495pp. Madrid.
http://revistasoberaniaalimentaria.wordpress.com/2013/10/18/los-secanos-base-de-la-alimentacion/
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