lunes, 28 de mayo de 2012- Argenpress
Mercedes Mendez (COPENOA)
Esto
en verdad es algo que nunca hubiera deseado escribir. Me lleva a
hacerlo el dolor y la impotencia que desde hace unos días siento tras
conocer un dato, frío, como todos los datos o las estadísticas:
El
sábado pasado, tras permanecer varios días internados en grave estado,
falleció otro niño, oriundo de la ciudad de Lavalle, Corrientes,
intoxicado por agrotóxicos.
En
junio del 2011, me encontraba participando de un Encuentro de Pueblos
Fumigados en Carlos Pellegrini, Corrientes y allí supe de la muerte de
Nicolás y también de lo grave que estaba Celeste, trasladada a Buenos
Aires y en lista de trasplante hepático, que finalmente no necesitó.
Allí,
la mamá de Nicolás me contó que vivían frente a una tomatera que
siempre “tiraban venenos”, que en esos día habían tirado y que las
zapatillas de los chicos tenían incluso pegado barro que se había hecho
al mezclarse con el agua que venía de la tomatera. Contó que Nicolás
lamentablemente no corrió la misma suerte de Celeste, él ni siquiera
pudo llegar a ser trasladado a un centro de mayor complejidad.
Los
familiares de Celeste allí presentes, me encomendaron que a mi regreso a
capital contactara con la madre de la niña. En los pocos encuentros que
tuve -ya Celeste estaba mejor- relató nuevamente el miedo que tenían de
regresar a ese lugar, ya que sabían que la vida de ellos y sobre todo
la de sus hijos corrían serios riesgos a causa de la amenaza de
envenenamiento constante que significaba vivir allí, por las permanentes
fumigaciones en las tomateras.
A
sabiendas de la gravedad de las consecuencias que las fumigaciones
están provocando en la salud de la población afectada, es que participé
de encuentros escuchando testimonios de pobladores y profesionales
afectados; escribí notas a autoridades hospitalarias alertando sobre el
tema y solicitando ayuda; difundí informaciones y participé en la
organización de charlas-ateneos dentro de instituciones de Salud, tres
en menos de un año.
Evidentemente
pareciera que nada de esto, que muchos otros ya vienen tenazmente
realizando y denunciando también desde hace años, hace que las
autoridades correspondientes tomen cartas en el asunto, de lo contrario
estas cosas no deberían seguir ocurriendo con descarada impunidad.
Ante
tanta impotencia y dolor que, aún no me invalidan a perseverar en el
tema, algunas preguntas y reflexiones pugnan por salir de mi cabeza.
No
es esta la ocasión de citas pero, hay informes científicos más que
suficientes que indican que las sustancias que se están utilizando en la
agricultura en los últimos años son más que dañinos para el suelo, el
agua, los animales y las personas…es decir, más claro: son VENENOS
incluso algunos fueron utilizados como armas de guerra y ahora son
derramados a millones de litros sobre poblaciones indefensas.
Los
niños de Corrientes tal vez hayan “cometido el delito” de llevarse
tierra o alguna planta del lugar -donde viven, aman y se saben parte- a
la boca. Cualquiera de nosotros o nuestros hijos, sobrinos o nietos lo
hemos hecho alguna vez, pero es evidente que a ellos desde hace unos
años, esto les está representando la diferencia entre la vida y la
muerte.
Unos días
antes de descomponerse el nene que falleció el sábado, los “marcadores
biológicos”, según cuentan, indicaron claramente que ahí estaba pasando
algo: cayeron fulminados el perro, los chanchos y otros animales del
lugar, “ninguno se agusanó” cuentan asombrados. Vaya detalles no?
¿Quién y desde cuándo han dictaminado que jugar con la naturaleza sea una inapelable sentencia de muerte?
Imaginemos
por un momento que en lugar de haber sido por agrotóxicos, hubieran
sido dos muertes en un año, en una ciudad de 5000 hab. (Como
aproximadamente tiene Lavalle) por inseguridad por ejemplo, por
secuestros u otra causa ¿Cuál habría sido nuestra reacción como
sociedad?...
¿Y la
reacción de los medios…corporativos o no? Si la causa hubiera sido otra,
si además los chicos hubieran sido de otro medio social… ¿Cuál habría
sido la atención, las páginas y el tiempo dedicado por la prensa?...
Sin
duda hubieran estado haciendo largas y firmes guardias periodísticas
esperando “el último parte médico” que informara como sigue
todo…estarían esperando resultados de análisis…de autopsia…etc.
¿En
definitiva, estarían haciendo sentir a la sociedad que la persona que
está peleando por sobrevivir, si se muere, se nos muere un poco a todos
no? ¿Por qué en este caso no pasa lo mismo? Me pregunto: ¿la muerte de
estos dos nenes no nos debe doler a todos? Eran dos nenes sanos, nunca
nadie debía haberlos intoxicado, tampoco fue un descuido de la madre…
Y,
a los equipos de salud: ¿Qué responsabilidad nos cabe en salir a
denunciar estas cosas que vemos están pasando? ¿Es ético seguir mirando
para otro lado cuando están envenenando a las personas impunemente?
Y
estamos hablando acá solo de las intoxicaciones agudas, ¿qué pasa
además con las consecuencias crónicas en el medio ambiente y en las
personas? ¿Qué pasa desde el punto de vista de la salud, con el aire que
respiramos, con el agua que tomamos, con los alimentos que ingerimos?..
Esos
tomates de Lavalle seguramente estarán en nuestra mesa mañana?...Que la
población esté ingiriendo a diario pequeñas dosis de tóxicos que se
irán acumulando progresivamente, no es un problema de salud?
Y,
en caso de haber recibido un trasplante hepático, ¿no deberíamos
cuestionarnos si es un éxito para la ciencia o los equipos de salud
intervinientes, realizar un trasplante con todo lo que ello significa,
en un nene que nunca debía haberlo necesitado, de no ser porque se está
permitiendo envenenar a las personas?
Y:
¿A quién vamos a comunicar los resultados de los análisis, al SENASA?
institución que permite que estos venenos sigan siendo utilizados? Qué
esperamos que nos van a decir? No debemos pensar en hacer algo más?
Y
al Ministerio de Educación? No le preocupa que “sus alumnos y maestros”
estén siendo fumigados mientras están tomando clases o en los patios de
las escuelas? Tampoco lo saben?
Y
que se están enfermando y muriendo como consecuencia de ello? Algunas
cosas, pocas, tengo claras entre tanta impotencia y dolor que aturde.
Esto
no se arregla “alejando” las fumigaciones. Los venenos son venenos y
enferman y matan, más rápido o más lentamente, sea por aire, por tierra,
a 800 o a mil metros: creo que no hay lugar a discusión: NO SE DEBEN
USAR.
Lo más fácil es
cargar sobre responsabilidades individuales -que las hay por supuesto y
deben pagar- pero pienso que hay otras que son más grandes y siempre
terminan eludiéndose y son las que corresponden a las autoridades que
deben tomar medidas urgentes, prohibiendo usos y protegiendo a las
víctimas que son presa fáciles de esta situación, por ser los más
humildes y con sus necesidades totalmente insatisfechas.
Protegerlos
significa no dejar que nadie tome represalia con ellos y ofrecerles
otro medio de subsistencia que no sea a costa de su salud o la de sus
familiares por ejemplo.
Pienso
que la solución no es fácil, pero es una decisión política, no hay otro
modo de cambiarlo y debe priorizar la Salud a la rentabilidad
indefectiblemente, aunque tristemente uno observa que todo va camino a
seguir profundizándose, pero en sentido contrario.
Mientras,
seguiremos insistiendo en que los agrotóxicos enferman…envenenan y
matan, pero sin dejar de denunciar también que de todo eso hay
responsables, hay homicidas y hay cómplices que callan y otorgan
mientras se llenan de dinero.
http://www.argenpress.info/2012/05/dos-ninos-muertos-por-agrotoxicos-en-un.html
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