jueves, 21 de junio de 2012- Argenpress
PL
La
actual crisis financiera, originada por los países capitalistas, y
extendida por casi todo el planeta, demuestra que el funcionamiento de
la economía neoliberal no es una opción.
Las
naciones desarrolladas pretenden imponer lo que consideran una
propuesta alternativa que, en opinión de críticos, se trata en realidad
de un negocio sostenible.
El
nuevo paradigma, según Brian Milani, autor de Designing the Green
Economy (Diseñando la economía verde), debe instaurar la democracia
directa, satisfacer las necesidades de todos y armonizar la actividad
humana con la naturaleza.
Sin
embargo, tal idea se contrapone con el modelo económico imperante en el
mundo, basado en el consumismo, y por tanto un depredador voraz de los
recursos naturales.
Para
el economista argentino Eduardo Fenoglio, este concepto no es más que
un mero maquillaje para disfrazar su verdadero cometido, lograr el
anhelado "laissez faire, laissez passer" (dejad hacer, dejad pasar).
Los
poderosos basan su estrategia en el Programa de Naciones Unidas para el
Medio Ambiente (Pnuma), el cual considera que la economía verde debe
mejorar el bienestar del ser humano y la equidad social, a la vez que
reduce significativamente los riesgos ambientales.
El programa también habla de una economía baja en el uso de combustibles fósiles y socialmente incluyentes.
Pero
como muchos analistas demuestran, no hay nada de verde, más allá del
color de los dólares que esperan ganar aquellos que la promueven.
Lo
cierto es que la ofensiva del capitalismo global por privatizar y
mercantilizar masivamente los bienes comunes tiene en la economía verde a
su máximo exponente.
Una
de las estrategias del capital para recuperar la tasa de ganancia
consiste en privatizar los ecosistemas y convertir "lo vivo" en
mercancía.
Como
apunta Fenoglio, es una herramienta de la oligarquía internacional que
intenta imponer como receta de felicidad absoluta, pero que, oculto bajo
su aparente cándido ropaje, sólo sirve para profundizar los procesos de
exclusión que generan mas desigualdad, más pobreza y más hambre.
Aunque
la iniciativa del Pnuma plantea que la actual crisis ofrece la
oportunidad para reencaminar la economía mundial por el sendero del
desarrollo sustentable, ningún documento del organismo contiene un
análisis serio sobre los orígenes y naturaleza de la misma.
En
Río+20 los poderosos buscan crear un nuevo gobierno medioambiental
internacional que consolide la mercantilización de la naturaleza y
despeje el camino a las empresas transnacionales para apropiarse de los
recursos naturales, legitimando prácticas de robo y usurpación.
De
ahí la oposición de muchos, como el Grupo de los 77 (países en
desarrollo) más China, quienes abandonaron la discusión sobe el tema,
por no lograr consenso con las naciones más ricas.
Las
políticas neoliberales fomentan el crecimiento sin límites y el
beneficio a corto plazo, agudizando el cambio climático, la pérdida de
biodiversidad y la deforestación.
Traen
aparejado más problemas para el planeta y en especial para el hombre,
que ve amenazada su existencia, como apuntó el líder de la Revolución
cubana Fidel Castro en la primera Cumbre de la Tierra, celebrada en Río
en 1992.
Estos
también son los temas de debate en la Cumbre de los Pueblos, reunión
alternativa que busca llevar propuestas de justicia social y ambiental a
la Conferencia de Río+20.
En
este escenario, los movimientos sociales denuncian a los países que
generan mayor contaminación, causantes reales del deterioro ambiental y
socioeconómico.
Los
asistentes a esta Cumbre social abogan por la producción sustentable, a
partir de los bienes y servicios que la naturaleza ofrece gratuitamente,
respetando el alcance y los límites de cada región.
Así
mismo, plantean una distribución equitativa de los frutos alcanzados,
pensando en los derechos de las generaciones futuras y en los demás
seres vivos, algo que se acerca más a lo que sería una verdadera
economía verde.
La
viceministra de Relaciones Exteriores de Venezuela para América del
Norte, Claudia Salerno, considera que es posible poner en marcha la
llamada economía verde, pero es necesario lograr transformaciones en el
mundo que pasan por cambiar el sistema.
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