miércoles, 8 de febrero de 2012

Arg- De la trata de blancas a la trata de personas (Parte I)

miércoles 8 de febrero de 2012 -Por Ester Kandel (especial para ARGENPRESS.info)

Las prácticas de diversas organizaciones, especialmente de mujeres, que solicitan,
exigen y proponen iniciativas al aparato administrativo, político y legal del
Estado, reciben respuestas limitadas.

¿Por qué los temas de derechos sexuales y reproductivos, educación sexual,
abortos no punibles, aborto legal, seguro y gratuito, la trata de personas y las 
mujeres golpeadas no son parte de una cuestión permanente de políticas públicas?
En varias oportunidades nos interrogamos a qué Estado, nos dirigimos las mujeres 
cuando solicitamos el reconocimiento a decidir sobre nuestro propio cuerpo e 
igualdad de oportunidades con los varones en el ámbito laboral.
Los obstáculos tienen una larga data y nos remiten a la historia de la opresión 
de las mujeres (1) y el papel de las instituciones. Refiriéndose a este tema, F. Engels 
(2) decía que las instituciones sociales, bajo las que viven los hombres de una 
época y de un país dado, están íntimamente enlazadas con estas dos especies de 
producción, por el grado de desarrollo del trabajo y por el de la familia. Al 
definir el carácter del Estado, lo definía como una máquina opresora de una 
clase sobre otras.
En la modernidad esta relación no ha cambiado, aunque se puede caracterizar 
los enfrentamientos actuales. Según Samir Amin. (3)
La Modernidad y la democracia inicia la liberación del individuo y, más allá 
potencialmente, la de la sociedad. Pero solamente la inician porque quedan 
encerradas en las exigencias de la reproducción capitalista (…) Simultáneamente, 
la modernidad y la democracia transforman al Estado y la política, lugar a la vez 
de conflictos alrededor del poder y de conflictos en torno a la articulación de su 
ejercicio a los intereses sociales, ellos mismos en conflicto en sus propios terrenos.
En este terreno se mueven las luchas que hacemos referencia al inicio del artículo. 
Cada una de ellas implica subvertir un andamiaje construido durante siglos. Las 
alteraciones que permite este orden, tienen un núcleo duro, donde confluyen 
intereses económicos, políticos en connivencia con el poder judicial.
Estas barreras las encontramos cuando hablamos de igualdad de oportunidades 
de varones y mujeres en el campo laboral, dado que el cuerpo social es desigual. 
Asimismo sucede con otras reivindicaciones legítimas como la prevención de las 
muertes por abortos clandestinos o la trata de personas.
La trata de blancas, así como era presentada a principios del siglo XX en 
nuestro país nos remite a un modelo de moral sexual o en términos de W. Reich 
a la irrupción de la moral sexual. La familia y el rol de la mujer en la misma 
aparecen contemporáneamente con la figura de la prostituta.
Los aportes de numerosas investigadoras e investigadores convergen en rastrear 
estos orígenes. Aunque no se puede precisar una fecha, éstos coinciden con el 
régimen de propiedad de la tierra y de los bienes producidos.
En el Segundo sexo, Simone de Beauvoir analiza la relación de la propiedad 
privada y la propiedad de la mujer.
Destronada con el advenimiento de la propiedad privada, la suerte de la mujer 
estará ligada a la propiedad privada a través de los siglos: gran parte de su historia 
se confunde con la historia de la herencia. Es fácil entender la importancia fundamental 
de esta institución si observamos que el propietario aliena su existencia en la propiedad; 
le da más importancia que a su vida misma; la propiedad supera los límites estrechos 
de esta vida temporal, subsiste más allá de la destrucción del cuerpo (...) si admitimos 
que los hijos de una mujer ya no son suyos, dejan de tener vínculos con el grupo del 
que procede la mujer. Con el matrimonio, la mujer ya no es un préstamo de un clan a 
otro clan; es radicalmente arrancada del grupo en el que nació y anexionada al de 
su esposo; él la compra como se compra una cabeza de ganado o un esclavo, le impone 
sus divinidades domésticas, además, los hijos que engendre pertenecerá a la familia del 
esposo. (...) dado que es de su propiedad como el esclavo, la bestia de carga, la cosa
es natural que el hombre pueda tener tantas esposas como le plazca; sólo las razones 
económicas limitan la poligamia; el marido puede repudiar a sus mujeres por capricho, 
la sociedad no les da prácticamente ninguna garantía. A cambio, la mujer está sometida 
a una castidad rigurosa. A pesar de los tabúes, las sociedades de derecho materno 
permiten mayor libertad de costumbres; no suele exigirse la castidad prenupcial y el 
adulterio no se juzga con mucha severidad. Por el contrario, cuando la mujer se convierte 
en propiedad del hombre, quiere que sea virgen y exige, bajo las penas más graves, 
una fidelidad total; el peor de los crímenes sería arriesgarse a dar los derechos de 
herencia a un retoño extranjero: por esta razón el pater familias tiene derecho a 
acabar con la vida de la esposa culpable.
Para las mujeres que integraban una familia, la maternidad y las tareas domésticas 
fueron un ordenador de sus vidas, aunque estas iban acompañadas en general 
de muchos padecimientos. Asimismo fue un regulador de la represión sexual.
W. Reich, señaló:
En la historia de la humanidad, en determinada relación con los intereses económicos 
de la sociedad, el ordenamiento sexual transformó su esencia afirmativa, por lo tanto, 
favorecedora de la economía sexual del hombre, en esencia negadora de lo sexual. (4)
En esta dirección confluye el análisis de Judith R. Walkowitz en Sexualidades peligrosas (5) 
al señalar que “las culturas sexuales del siglo XIX ejemplifican el carácter de construcción 
social propio de la sexualidad (…) Cuando los victorianos hablaban de sexo, se referían 
sobre todo al peligro sexual, a la proliferación de práctica sexuales fuera de la santidad 
del hogar, sin compromiso del acto creador.”
Es así que aparecen las llamadas transgresiones sexuales, el aborto, la prostitución, 
el travestismo y las amistades románticas, que implicaban la elección libre de la mujer, 
aunque consideradas ilícitas porque no formaba parte de la “estrategia de reproducción” 
asignadas a las mujeres.
El Estado le otorgaba a este tipo de familia la garantía del orden social, aunque en el 
ámbito público, por ejemplo en Francia a finales del siglo XIX, especialmente en el
parlamentario se discutía sobre esta cuestión. La literatura, el teatro y los grupos 
feministas se preguntaban ¿cómo explicar esta contradicción que convierte a una 
muchacha mayor de edad y capaz, en un ser excluido de la vida jurídica, que se ha 
de colocar entre los locos y los menores apenas se une a la multitud de las mujeres
casadas? Es por eso que Nicole Anaud-Duc (6) habla de la trampa de la familia.
Mientras tanto las ciudades se poblaban de prostitutas, con gran inversión de dinero. 
Según J.W. comparando la presencia de éstas en las ciudades de Berlín, París y 
Londres, percibe un negocio “ostensible”:
Las putas pobres ejercían en general su comercio en el centro tradicional de 
prostitución, particularmente en las viejas y estrechas calles de los distritos populares,
pero la aparición de los nuevos centros de entretenimiento o los edificios de una 
Terminal ferroviaria también podían ejercer un enorme magnetismo sobre las mujeres públicas.
La regulación del oficio “más viejo del mundo” fue un tema que también ocupó 
desde mediados del siglo XIX.
La presentación del tema refleja ser complejo y con muchas aristas por analizar,
la moral y la hipocresía de una clase que no cuida del verdadero bienestar de la población.
Los documentos existentes sobre la trata de blancas a principio del siglo XX 
en nuestro país ameritan la continuación de este tema en una segunda parte.

Ester Kandel es autora de División sexual del trabajo -Ayer y hoy - Una aproximación al tema, Dunken, 2006 y Ley de trabajo de mujeres y menores -Un siglo de su sanción- La doble opresión de las mujeres: reconocimiento tácito, Dunken, 2008.

Notas:
1) Kandel, Ester, La opresión de las mujeres tiene historia –Algunos datos históricos de esa opresión El estado, la propiedad privada y la familia, Revista Periferias, Año 14 –Nº 19, Buenos Aires 1er semestre de 2010.
2) Engels, Federico, El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado, Editorial Claridad, 1974.
3) Samir , Amin, Ser marxistas hoy, ser comunistas hoy, ser internacionalistas hoy, Revista Periferia, Año 13- Nº 17 – Buenos Aires, Primer semestre 2009.
4) Reich, Wilhelm Reich, La irrupción de la moral sexual, Editorial Homo Sapiens, Buenos Aires, 1983.
5) Historia de las mujeres –el siglo XIX – Colección dirigida por George Duby y Michelle Perrot, Edicio-nes Grupo Santillana, 2000.
6) Colección citada.

http://www.argenpress.info/2012/02/de-la-trata-de-blancas-la-trata-de.html


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