Fuente: Página 12 (17 feb. 2012)
Susana Chiarotti editó, el mismo año en que su familia
vio por última vez a Marita Verón, una investigación
sobre la relación entre la trata de mujeres con fines de explotación
sexual y migraciones. Desde entonces ha observado el comportamiento de
las redes y las respuestas políticas y judiciales a esta forma
del crimen organizado. Aquí, da sus razones para considerar histórico
el juicio sobre el caso Verón y lanza una idea desafiante: en lugar
de perseguir al cliente, convertirlos en aliados para detectar casos de
explotación.
Por Sonia Tessa
Como abogada especializada en derechos de las mujeres, e integrante del
Comité de Expertas del Mecanismo de Seguimiento de la Convención
de Belem do Pará, que funciona en la OEA, Susana Chiarotti se ha
dedicado a investigar la trata de mujeres, al punto de que el año
2002 escribió un trabajo sobre tráfico internacional de
mujeres y migraciones a pedido de la ONU. En estos días sigue con
atención el juicio oral y público por el secuestro de Marita
Verón con 13 imputados, que se realiza en Tucumán, al que
considera “histórico por varias razones”. A Chiarotti
la desvela la “dualidad de la moral patriarcal que naturaliza el
proxenetismo”, y piensa que el foco de acción contra la trata
debe estar en los clientes y los proxenetas, así como en la “corrupción
y complicidades” que sostienen las redes. Esta abogada reclama cambios
urgentes en la ley vigente, que considera “el gran escudo de los
explotadores”, al diferenciar entre menores y mayores, y contemplar
la vidriosa figura del consentimiento en el caso de las que ya cumplieron
los 18 años. Desafiante, Chiarotti propone trabajar con los sindicatos
de camioneros y colectiveros para intentar convertir a los “principales
consumidores de trata” en aliados que detecten casos de explotación.
Para ella, el caso que Susana Trimarco logró llevar a juicio después
de una década es “un espejo y cada uno de los temas que se
traten en el juicio debe tomarse como base de una política pública
para erradicar la trata”.
-¿Qué valor tiene el juicio por Marita Verón?
–A mí me parece que es un juicio histórico por varias
razones pero la principal es que le va a mostrar a un público muy
amplio una realidad que hasta ahora fue analizada en círculos más
pequeños, porque si bien este caso se conocía, era más
bien manejado en el día a día del colectivo feminista, del
movimiento de mujeres y de derechos humanos pero el gran público
va a poder entrar a la trama de un problema gravísimo y empezar
a mirar de otra manera la problemática de la trata, a partir de
este juicio.
-¿El tema es tan amenazante que mucha gente elige negarlo?
–En realidad, a diferencia de otras formas de esclavitud, la esclavitud
sexual de las chicas traficadas tiene el problema de chocar con el desafío
de la naturalización del proxenetismo y de la prostitución
que hay en nuestra sociedad. Mucha gente tiende a pensar que es un problema
de algunas mujeres, que no nos va a pasar nunca a las que somos “honestas”,
y entonces esa dualidad de la moral patriarcal atraviesa el imaginario
de mucha gente. Es un problema de las cosas que les pasan a las chicas
malas, no es algo que pueda afectar a cualquier chica, a cualquier mujer.
Otras formas de esclavitud, como por ejemplo la infantil para el trabajo,
los trabajos forzados en las minas, en los campamentos agrícolas
o forestales no chocan con ese desafío, apenas la gente se entera,
se escandaliza, se horroriza y pide que eso termine. ¿Por qué
no pasa eso cuando circulamos por una carretera y vemos prostíbulos
que han aparecido en los diarios o circulamos por nuestra ciudad y vemos
espacios de proxenetismo que están prohibidos desde hace 80 años
pero que siguen a la vista de todo el mundo? ¿Por qué? Porque
precisamente hay una complicidad de la moral patriarcal que hace que invisibilicemos,
naturalicemos y digamos “se lo habrán buscado”, “les
habrá gustado” y a eso contribuye un mal diseño de
la ley actual de trata.
-¿Cuál es la dificultad de la ley vigente?
–Hay un problema grave: que divide a las mujeres en mayores y menores,
concediéndoles inocencia a las menores y teniendo que probarse
el engaño, la cooptación o lo forzado de la trata de las
mayores, a pesar de que se encontraron papeles en blanco firmados por
las chicas en un montón de espacios, los legisladores todavía
no tomaron conciencia de que esa diferenciación es el gran escudo
de los proxenetas.
-¿En qué favorece a los explotadores?
–Claro, el dividir a las mujeres en mayores y menores y a las mayores
exigirles que hayan ido contra su voluntad, lo que hace es poner a las
mayores en un peligro de muerte, porque cuando allanan los espacios les
preguntan a veces delante de los proxenetas si están ahí
por su voluntad o no, si a eso le agregás que ellas saben que muchos
de los proxenetas están aliados con la policía y que lo
que digan va a ser conocido por ellos y van a tomar venganza y que a lo
mejor sus explotadores entran por una puerta y salen por la otra, tenemos
claro el estado de amenaza de muerte que viven estas mujeres y la insensibilidad
de la ley, el grave error de la ley que nos podría explicar por
qué a años de sancionada hay tan pocos procesamientos por
la ley de trata.
-También está la sanción social que han sufrido algunas
víctimas rescatadas, que hace que muchas tengan miedo de que no
les crean.
–Primero hay un problema social, que es el tema de la moral patriarcal
que hace que todos y todas estemos ciegos frente al fenómeno que
está en nuestra misma cara, a la vuelta de la esquina. Después,
hay un problema jurídico, que es el defectuoso marco de la ley
de trata, y el tercer problema es político. Ahí entramos
a las dificultades para investigar, sancionar y erradicar las redes de
trata, que consiste principalmente en que es uno de los delitos que no
puede prosperar sin la complicidad o el silencio de la policía,
sea activa o pasiva. O están involucrados en el negocio de algunos
de esos espacios o hacen la vista gorda, de las dos maneras reciben una
compensación económica. Entonces, ahí tenemos el
problema económico y vamos al cuarto punto que es el de las brutales
ganancias que deja este negocio y los intereses muy grandes, que no van
a permitir ser volados de un día para el otro. Con ese dinero recaudado
se compran muchas voluntades dentro del sistema de justicia, político
y policial.
-En el caso de Marita Verón desde la Justicia riojana avisaban con
anterioridad de los allanamientos a los prostíbulos.
–Ese caso es un espejo. Así va a tener que entenderse para
tomar cada tema de los que se traten en el juicio como base de una política
pública para erradicar el tema de la trata. También tendríamos
que empezar a enfocar en el cliente y el proxeneta y no tanto en las mujeres.
Y en el tema de la trata, en todo el sistema de corrupción y complicidad
alrededor de las redes. Allí es donde hay que hacer foco en el
poder político, porque el tema es que ese dinero que se recauda
haciendo la vista gorda a todo ese negocio de proxenetismo y tráfico,
no va sólo para los recaudadores, que viene a ser la policía.
Eso se traslada a diferentes cadenas de mando que puede llegar hasta el
máximo poder en algunas provincias.
--Si bien hay una mayor conciencia sobre el tema, aún puede oírse
esa pregunta que también se escucha sobre las mujeres víctimas
de violencia doméstica, eso de ¿por qué se quedan
ahí?
–Está el tema de la coerción, el miedo a perder la
vida, también de la indefensión aprendida que lo hemos visto
en temas de violencia de género y también la cantidad de
atropellos que ya han tenido estas mujeres pasado un tiempo adentro de
estos lugares, y todo lo que han hecho para domesticarlas y someterlas,
que hace que se deteriore su autoestima, entonces con autoestima totalmente
destruida, sin fuerzas, y el temor de perder la vida si escapan. Ahí
está lista, está lista. El tema es que la impunidad desalienta,
desalienta a las víctimas, a los familiares de las víctimas
para buscarlas y desalienta a la sociedad civil porque piensa que de este
guiso de corrupción no se va a salir nunca. La impunidad tiene
un efecto multiplicador del delito y muy desempoderante para las víctimas.
Nomás que te muestren a una que la trajeron de vuelta de los pelos,
que la ponen a castigo, o la matan o la hieren o la mutilan, olvidate,
de ahí no sale nunca más nadie. Los mecanismos son múltiples,
no se puede tener una actitud simplista de la persona que está
segura afuera y se atreve a decir por qué no se van... ¿Adónde?
¿Con qué plata? ¿Con qué recursos? Y con familias,
instituciones y sociedades que no te van a recibir con los brazos abiertos,
van a dudar de vos, te van a poner entre paréntesis.
-Todo el negocio se sostiene porque hay clientes.
–Vos vas a Río Gallegos y hay un barrio entero, el de las
casitas. En todas las rutas del país están los prostíbulos.
Entonces, no hay que hablar de por qué ella está o no está,
sino que hay que pensar qué les pasa a los hombres que pueden ir
en Río Gallegos con una chica de Misiones o Chaco y no le preguntan
ni se preguntan qué cuerpo están explotando. Y ahí
hay que empezar a trabajar también a nivel sindical. Si los choferes
de ómnibus, si los choferes de camiones son los principales clientes
de la trata, podrían ser también... por ahora son los principales
diseminadores del sida y otras enfermedades. Pero trabajar el tema con
estos sindicatos y empezar a plantearles a ellos por qué están
consumiendo sexo con niñas, con jóvenes, con adolescentes
que pueden haber sido compradas o traficadas, sin preguntarse nada, mostrarles
que eso es una falta de humanidad, trabajar la hombría desde otro
lugar también, preguntarles qué tipo de hombres son que
necesitan pagar para tener sexo, son las cosas que yo pienso...
¿Un trabajo de ese tipo se debe encarar institucionalmente?
–¿Hugo Moyano alguna vez se preguntó este tipo de
cosas? ¿Alguien se sentó a hablar con el sindicato de camioneros
sobre esto?
A mí me gustaría hacer una movida así. Me gustaría
tener una reunión con el sindicato y hacerle un planteo. De hecho
sabemos que los camioneros son los principales consumidores de trata,
recorren todos los caminos del país y también podrían
ser aliados importantes para salvar a muchas chicas traficadas. Lo ideal
sería tenerlos de aliados y no del otro lado, no de cómplices
de la explotación sino aliados para salvarlas. Además, si
no hay clientes no hay trata y, trabajando con ellos, a lo mejor podríamos,
entrando por otro lado, ir viendo este tipo de cosas. Si el camionero
cree que eso es una cosa normal, que todos la hacen y que está
bien, la va a seguir haciendo. Si al camionero desde el sindicato, le
dan algún tipo de advertencia, le piden algún tipo de colaboración
y le dicen que va a ser canalizada por algún mecanismo, muchos
van a colaborar y otros no, otros van a seguir cómplices de la
explotación de las personas pero muchos otros van a colaborar.
A mí me parece que tenemos que trabajar por ahí, los choferes
de larga distancia, los viajantes y los camioneros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario