jueves 9 de febrero de 2012- Argenpress
Héctor Monestel (especial para ARGENPRESS.info)
Paralelo a ello y en atención a la gran demanda de recursos energéticos que requieren las grandes industrias, se impulsan proyectos de construcción de grandes represas hidroeléctricas que por sí mismas también conllevan irreparables atropellos al medio ambiente y a los derechos territoriales, económicos, sociales, históricos y culturales de esas comunidades. Es notorio pues, que esta estrategia de implantación de grandes proyectos mineros e hidroeléctricos a expensas de los derechos y la autonomía de pueblos indígenas y no indígenas, se ha convertido en receta común de cuanto régimen o gobierno de signo derechista o progre-izquierdista tenemos en América Latina.
El caso en comentario de
Panamá con Martinelli es elocuente. Pero no lo son menos los casos de
los pueblos mapuches y la Hidroaysen en Chile bajo el gobierno de
Piñera, de las regiones de Cajamarca en Perú bajo el gobierno de Ollanta
Humala, ni qué decir la prolongada resistencia de los pueblos
amazónicos bajo los gobiernos Lula-Dilma, del entreguismo a los grandes
capitales de la minería a cielo abierto bajo el gobierno del
exguerrillero Pepe Mujica en Uruguay, o -ni más ni menos- que el caso de
los pueblos indígenas del Tipnis en Bolivia bajo el gobierno de su
“hermano” Evo Morales.
Acá
en Costa Rica no es distinto. La voracidad capitalista de estos
consorcios de las industrias hidro-extractivas se ha expresado en
grandes proyectos mineros, hidroeléctricos y de exploración y
explotación petrolera, mismos que hasta el momento no han prosperado
tanto en razón de la resistencia histórica de las comunidades y los
movimientos sociales, como de las aberraciones y contradicciones del
régimen en su ordenamiento jurídico administrativo-ambiental, que ha
hecho aflorar por cierto toda la corrupción que suelen conllevar esas
iniciativas. Es decir, una combinación de la lucha en las calles y en
los mismos antros judiciales del sistema, ha dado al traste
momentáneamente a todos estos planes de recolonización y depredación.
Tales han sido los casos de los planes petroleros en las zonas costeras e
indígenas de la Provincia de Limón y que hoy precisamente se pretenden
revivir en esa y otras regiones del país, o aquel caso de la represa de
Boruca en los territorios de esa comunidad indígena y que hoy también se
intenta revivir con el megaproyecto hidroeléctrico del Diquís que toca
territorios indígenas y no indígenas en la misma Zona Sur del país, el
caso del trágico proyecto minero de Bellavista en Puntarenas y que hoy
también se pretende abrir paso bajo el alero del Gobierno de Laura
Chinchilla, y qué decir del más reciente y emblemático caso de Crucitas
derrotado luego de una larga resistencia de más de 18 años pese a contar
con todo el apoyo y la corrupción de los últimos gobiernos de Oscar
Arias y Laura Chinchilla.
Como
se ve, en este punto no hay mayores diferencias en cuanto al fondo de
la estrategia recolonizadora y depredadora del Capital y las grandes
transnacionales de la industria eléctrica y extractiva hoy en Panamá,
con el resto de América Latina y con el caso de Costa Rica en
particular. Los planes imperialistas son idénticos desde en el discurso
respecto al “desarrollo” hasta el miedo y el chantaje respecto a “las
demandas energéticas”.
http://www.argenpress.info/2012/02/conflictos-hidro-mineros-panama-costa.html
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