jueves 2 de febrero de 2012
Por Carmen Esquivel Sarría (PL)
La
primera cita del año del bloque, efectuada esta semana, coincidió con
una huelga general de los sindicatos belgas que paralizó el transporte y
provocó el cierre de escuelas, comercios, dependencias estatales y
empresas en Flandes, Bruselas y Valonia.
El
objetivo de la protesta de 24 horas fue rechazar los planes de ajuste
aprobados por el primer ministro, Elio di Rupo, para ahorrar 11 mil 300
millones de euros este año y cumplir exigencias de la Unión Europea
(UE).
"Europa tiene que ofrecer empleos,
protección social y perspectivas para el futuro. De lo contrario, corre
el peligro de perder el respaldo de sus ciudadanos", señaló un
comunicado distribuido por los sindicatos.
Lejos
de ello, los líderes de la UE dedicaron sus esfuerzos a ultimar
detalles de un pacto intergubernamental de austeridad, promovido por la
canciller federal alemana, Ángela Merkel, y el presidente francés,
Nicolás Sarkozy, que será aprobado el venidero 1 de marzo.
El
acuerdo, rechazado por Reino Unido y la República Checa, fija como
techo máximo del déficit fiscal el 0,5 por ciento del Producto Interno
Bruto (PIB) e impone sanciones automáticas a los países incumplidores.
Esta norma, conocida como regla de oro, deberá integrarse obligatoriamente en las constituciones de cada uno de los Estados.
De
acuerdo con el plan, quienes rebasen el límite de gastos pueden ser
denunciados por otro socio ante el Tribunal de Justicia de la UE y ser
penados con multas de hasta el 0,1 por ciento de su PIB.
Con
respecto a la crisis de la deuda griega, los jefes de Estado o de
gobierno no avanzaron en la aprobación de un nuevo rescate para Atenas y
el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso,
admitió retrasos en ese sentido.
La canciller
federal alemana intentó someter las finanzas griegas a la tutela
comunitaria, lo cual provocó un fuerte rechazo a esta propuesta que, de
hecho, supone una cesión de la soberanía.
En
cuanto a las recetas para enfrentar el desempleo, todo quedó en una
simple declaración de intenciones que aboga por propiciar el crecimiento
para promover la creación de puestos de trabajo.
A
pesar de haber sido presentado como el tema central de la cumbre, no se
adoptaron medidas concretas para solucionar a corto plazo un problema
que afecta a 23 millones de personas en el viejo continente. La
Confederación Europea de Sindicatos (CES) calificó de intrascendente el
texto y afirmó que no se logró el objetivo anunciado de conjugar medidas
de estabilidad presupuestaria con la reactivación de la economía y el
empleo.
"Son palabras vacías, ya que no
incluyen ningún compromiso para resolver el grave problema del paro",
señaló la CES en un comunicado.
Para la
secretaria general de la organización, Bernardette Ségol, el pacto
fiscal podrá tranquilizar a los amigos políticos de Ángela Merkel, pero
no a los millones de desempleados y pobres que esperan un apoyo decisivo
de las instituciones europeas.
Los sindicatos
convocaron para el próximo 29 de febrero, en vísperas de la próxima
cumbre, nuevas movilizaciones a escala regional en rechazo a la
disciplina fiscal y la austeridad.
En todo el
continente las medidas adoptadas para cumplir los dictados de la UE han
provocado la rebaja de salarios y pensiones, la pérdida de puestos
laborales, las privatizaciones y la recesión.
En
un debate en el Parlamento Europeo sobre los resultados de la cumbre
varios eurodiputados consideraron que el rigor fiscal no constituye la
vía adecuada para salir de la crisis.
"Este
pacto solo agravará la situación financiera, ya que sus disposiciones
son injustas y antidemocráticas", dijo Lothar Biski, en representación
del grupo de la Izquierda Unitaria Europea.
Rebecca
Harms, de los Verdes, consideró, por su parte, que "esta maraña de
cumbres solo está decepcionando a los ciudadanos, quitándoles la venda
de los ojos".
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