Se
sabe, que las comparaciones son limitadas y pueden ser forzadas, pero
frente a esta noticia es ineludible no sorprenderse con las semejanzas
entre la actual experiencia española y la que vivió Argentina hace un
tiempo atrás. Cuando el régimen de Convertibilidad mostraba signos de
agotamiento, se produjo el traspaso
del poder político desde Carlos Menem a Fernando de la Rúa en
diciembre de 1999. En lugar de plantearse cambiar este régimen
identificado con una economía bi-monetaria en la cual el peso mantenía
una relación fija y de unidad con el dólar, el nuevo Ministro de
Economía José Luis Machinea buscó defenderlo por todos los medios. Para
ello lanzó un "blindaje financiero" hacia finales del año 2000 que
prometía créditos extraordinarios
por parte del FMI, del BID, del Banco Mundial, de los bancos y las
AFJP locales... ¡y también de España! Según los anuncios, el FMI
aportaría 13.700 millones de dólares; España, 1.000 millones; el BID y
el Banco Mundial 2.500 millones cada uno; los bancos locales 10.000
millones y las administradoras de pensiones otros 3.000 millones.
También se preveía canjear bonos de la deuda pública (7.000 millones)
que vencían antes del 2005, por otros a plazos más prolongados.
Bajo
el amparo de este blindaje, se firmó una nueva carta de intención con
el FMI que, bajo sus ortodoxos condicionamientos, proyectó una
inmediata recuperación del crecimiento de 2,5%... que obviamente nunca
se cumplió. El acuerdo con el FMI establecía pautas para eliminar el
déficit fiscal argentino hacia el año 2005. Como era de esperar, los
problemas económicos se acentuaron y Machinea renunció a comienzos de
marzo de 2001. Lo reemplazó por sólo dos semanas Ricardo López Murphy
que en ese corto lapso intentó prolongar la agonía de la
Convertibilidad con un programa de ajuste fiscal que incluía directa
rebaja salarial y despido de empleados públicos. La reacción social fue
muy adversa y Lopez Murphy fue reemplazado a finales de marzo de 2001
por el prominente gestor de la Convertibilidad: Domingo Cavallo. La
idea era recuperar la confianza de los mercados con la vuelta al ruedo
de la figura que había inventado la criatura agonizante.
Así como hoy España anuncia que anticipa
los plazos y las demandas fiscales de Europa para mostrar firmeza a
los mercados financieros, lo mismo hizo Cavallo. Al asumir logró que le
aprobaran "superpoderes" para el Ejecutivo e hizo aprobar una ley que
establecía la regla del "déficit cero" a fines de julio de 2001.
Básicamente, la ley establecía que los gastos deberían ajustarse
periódicamente a la recaudación, menos los pagos del servicio de la
deuda. Al igual que hoy sucede en España, las Provincias fueron
obligadas a plegarse a esta política bajo la amenaza de no recibir
ayudas desde el gobierno del Estado que era el que captaba la mayoría
de los tributos. "Quien diga que hay otra alternativa, miente", opinó
el entonces presidente Fernando De la Rúa en su mensaje a la población,
durante el cual pidió "a todos los argentinos un esfuerzo patriótico",
para superar una situación que, "en este momento, es imposible de
sostener".
¿Qué
sucedió a partir de allí? Todo lo contrario a lo anunciado. Pese al
ajuste, las cuentas públicas registraron un crudo aumento del déficit
fiscal básicamente porque al peso de la deuda se le sumó la caída de la
recaudación tributaria. Pese a ello, el gobierno insistía que "la
regla del déficit cero se va a cumplir como sea" porque era crucial
para que el FMI continúe con los
desembolsos del blindaje financiero acordado. Lamentablemente, y pese
al esfuerzo de ajuste de gasto, los agentes económicos y financieros no
se comportaron conforme a lo esperado.
Entre otros acontecimientos, se aceleró el drenaje
de los depósitos bancarios, lo cual obligó al Banco Central a relajar
exigencias e inyectar liquidez hasta que el 2 de noviembre de 2001 se
sancionó por Decreto un nuevo "blindaje", pero ahora no se trataba de
las cuentas públicas sino de las entidades financieras. ¿Cómo?
Mejorando artificialmente sus balances fundamentalmente por la
autorización para que los deudores morosos pudieran cancelar sus
pasivos con títulos públicos; a esto se sumó el "megacanje" de títulos
de la deuda pública en poder del sector financiero (los que fueron canjeados por "préstamos garantizados" por el Estado). El
mismo decreto dispuso afectar la recaudación tributaria con prioridad
al pago de esos préstamos (de allí el nombre de "garantizados") y
redujo del 11% al 5% el aporte personal que los asalariados realizan al
régimen de capitalización individual del sistema de previsión social.
Probablemente este decreto sea
el reconocimiento explícito de la incapacidad para sostener la regla
de la Convertibilidad estricta y el primer mecanismo que permitió a los
bancos prepararse para el desbarranco.
Otra
vez, no funcionó y continuó la pérdida de depósitos del sistema
financiero, por lo que el 3 de diciembre de 2001 por otro Decreto se
impusieron restricciones a la extracción de depósitos en efectivo
(medida popularmente conocida como "corralito") y a las transferencias
al exterior. Ante la
presentación de amparos con fallos judiciales favorables a los
ahorristas, el 18 de diciembre Domingo Cavallo instruyó a los bancos
para que no cumplieran con las resoluciones judiciales que ordenaban
pagar en efectivo a los ahorristas. La medida terminó
por desatar una reacción social con manifestaciones públicas
reprimidas violentamente durante los fatídicos días 20 y 21 de
diciembre de 2002. Estos acontecimientos precipitaron las renuncias del
ministro Cavallo, primero, y del propio presidente de la Rúa luego.
Finalmente, estalló el régimen de Convertibilidad, se declaró el default de la deuda pública en manos de acreedores privados y se cambiaron bruscamente las reglas macroeconómicas.
Esta
es la experiencia argentina del "déficit cero" en Argentina y sus
resultados son conocidos: el país terminó en la que quizás es la mayor
crisis económica y social de su historia de la que logró salir con
mucho esfuerzo y costo cuando cambió esos dogmas. Las circunstancias y
las situación del Reino de España hoy difieren de la argentina de
entonces en muchos aspectos, pero no deja de sorprender la similitud
del lenguaje, de argumentos, de objetivos y de concepción ideológica
entre quienes administraron la crisis de Argentina de aquel momento y
quienes hoy ocupan el gobierno español. También hay marcadas semejanzas
en el papel que está jugando la llamada troika en Europa y el que jugaron en aquel momento las instituciones el entonces llamado Consenso de Washington.
Esperemos
que la historia no se repita en España. Sobre todo porque la tasa de
desempleo que hoy muestra esta economía es muy superior a la que tenía
Argentina al comenzar sus ajustes en pos del déficit cero. Después de
todo, la Fe, la Esperanza y la Caridad son virtudes teologales que
pueden ayudar a que el déficit cero esta vez salga bien. Lo que no
puede esperarse es que el FMI, sus socios europeos y el gobierno de
España registren las lecciones de lo sucedido bajo similares dogmas en
países latinoamericanos.
Rubén Lo Vuolo
es miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso, Director-Investigador
del Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas
(Ciepp, Argentina) y Presidente de la Red Argentina de Ingreso
Ciudadano (Redaic).
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4709
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