Es necesario atacar las
causas del trabajo infantil, como primer paso hacia el respeto de los
derechos de ese grupo poblacional que sufre explotación laboral.
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En época de vacaciones escolares, la presencia de niños, niñas y
adolescentes en diferentes tipos de trabajo es frecuente. Se desconoce
el número exacto de personas de cinco a catorce años que están en el
mercado laboral, pero datos estadísticos dan el porcentaje aproximado de
un 28 a 35 por ciento de empleo infantil en Bolivia, principalmente en
el área rural.
La pobreza obliga a niños, niñas y adolescentes a emplearse antes de cumplir los catorce años y algunos de ellos aceptan trabajos muy peligrosos, como es el caso de la construcción. El último informe del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) sobre Bolivia menciona la existencia de 210.000 niños huérfanos, 366.000 abandonados, 313.000 obligados a trabajar, más de un millar que vive en prisiones junto a sus padres, centenares que viven en las calles y medio millón sin registro de identidad. Las labores de riesgo pueden tener un impacto muy severo en los cuerpos y mentes de los niños y niñas que trabajan en agricultura, en el servicio doméstico, la minería, en las canteras y en la venta ambulante, para citar sólo unos ejemplos. En los últimos años, se han logrado algunos avances que tienen que extenderse a otros rubros e impulsar proyectos para disminuir el trabajo infantil. Por ejemplo, la zafra de la caña de azúcar ya no emplea a niños y recibió el año pasado la certificación del Triple Sello, por estar libre de trabajo infantil, libre de discriminación y libre de trabajo forzoso. Otra experiencia importante se da en las cooperativas auríferas que reciben 10 por ciento más del valor del mercado, gracias a la certificación de cero trabajo infantil y respeto al derecho de las mujeres a trabajar en minería. El Ministerio de Trabajo ha anunciado para este año impulsar un mayor número de inspecciones laborales para verificar el trabajo infantil. La sociedad tiene que apoyar esas acciones para proteger a niños, niñas y adolescentes, pues muchas veces es difícil diferenciar la ambigua línea entre trabajo y explotación infantil. Pero lo más importante para el país es atacar las causas estructurales que dan lugar a la explotación laboral , y en ese campo, se ha hecho muy poco. También se requiere garantizar empleos dignos a niños, niñas y adolescentes, pues es muy difícil erradicar el empleo infantil en breve plazo, dadas las condiciones socioeconómicas del país. Las organizaciones de niños, niñas y adolescentes trabajadores exigen sancionar la explotación laboral y no condenar a los menores de 18 años que trabajan, aunque la Constitución Política, en su artículo 61 prohíbe el trabajo forzado y la explotación infantil. Mientras algunos países, instituciones y convenios internacionales prohiben totalmente el trabajo infantil, en Bolivia se permite porque ellos dan el sustento a sus familias. El trabajo para un niño o niña no está mal, siempre y cuando esté de acuerdo con su edad, desarrollo físico y mental, sin descuidar su educación y siempre bajo el cuidado de sus padres. Sin embargo, la mayoría de los trabajadores menores de 18 años no recibe remuneración justa, está expuesta a enfermedades e inseguridad. Se violan sus derechos constantemente, comenzando por el derecho a la educación. La protección del Estado y de la sociedad que merecen los niños exige además mayor control en las fronteras, ya que países vecinos han reportado varios casos de explotación laboral de niños y adolescentes bolivianos. Ellos son la mano de obra barata para para los talleres de costura y cosecha de verduras en Argentina y Brasil, o para emplearlos de cargadores en Chile. http://www.opinion.com.bo |
jueves, 19 de enero de 2012
BOLIVIA: Trabajo infantil
17-1-12
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