20-1-12 Sociologia Contemporanea
Es bien conocido que Pierre Bourdieu practicaba una profunda
admiración por el trabajo (micro)sociológico de Erving Goffman.
Gran parte de las obras del sociólogo canadiense fueron traducidas al francés en
la colección Le
Sens commun (Éditions de Minuit), misma que dirigió Pierre Bourdieu.
Después de la muerte de Erving Goffman (1922-1982), el periódico francés
Le monde (4 diciembre de 1982) publicó un breve texto firmado por
Pierre Bourdieu ("Goffman,
le découvreur de l'infiniment petit") en el que expresa los aportes
sociológicos de este explorador de lo cotidiano a quien nombra como "el
descubridor de lo infinitamente pequeño".
Agradecemos enormemente a Fernando Beltrán, sociólogo
mexicano y entrañable compañero, quien nos comparte este valioso trabajo de
traducción.
La muerte del sociólogo Erving Goffman. El descubridor de lo infinitamente pequeño- Por Pierre Bourdieu (INEDITO)
El sociólogo canadiense Erving Goffman murió el 19 de noviembre en
Filadelfia. Estaba en la edad de 60 años. Pierre Bourdieu, profesor del Collège
de France, que había introducido su obra en Francia al publicarla en las
Editions de Minuit, explica aquí abajo toda su importancia.
La obra de Erving Goffman representa el producto más ideal
de una de las maneras más originales y más raras de practicar la sociología: la
que consiste en observar de cerca, y duraderamente, la realidad social, de
colocarse la bata blanca del médico para penetrar en el asilo psiquiátrico y
colocarse también en el lugar mismo de esa infinidad de interacciones
infinitesimales cuya integración hace la vida social.
Goffman fue el que hizo descubrir a la sociología lo infinitamente pequeño:
esto mismo que los teóricos sin objeto y los observadores sin conceptos no
sabían dar cuenta y quedaba ignorada, por demasiado evidente, como todo lo que
es evidente. Un sólo ejemplo, la descripción que propone del ciclo del
cigarrillo tal se practica en ciertos cuartos de los asilos: "Un ‘protegido’
viene a colocarse frente a su patrón cuando éste prende un cigarrillo (…) y
espera hasta que el cigarillo sea casi consumado para que pueda recibirlo. Él
mismo juega a veces al patrón respecto de otro enfermo, pasándole la colilla que
viene de recibir después de haberla fumado tan lejos como es posible. El tercer
beneficiario debe entonces utilizar un alfiler o cualquier cosa para tomar la
colilla sin quemarse. Echado a tierra, esta colilla puede servir todavía (…)
demasiada pequeña para ser fumada, es todavía bastante grande para proveer
tabaco."
Estas curiosidades de entomólogo estaban bien hechas para desconcertar, hasta
para afectar, un establishment habituado a observar el mundo social de
muy lejos y de muy alto. El que los guardianes del dogmatismo positivista
clasificaban en la lunatic fringe [grupo de extremistas o fanáticos] de
la sociología, es decir entre las excentricidades que pretendían sustituir a los
rigores de la ciencia por las facilidades de la meditación filosófica o de la
descripción literaria, se volvió una de las referencias fundamentales para los
sociólogos, pero también para los psicólogos, los psicosociólogos y los
sociolingüistas (pienso en particular en su último libro, aparecido en 1981 en
Filadelfia, Forms of talk).
Los sujetos sociales son también actores que se
dan en espectáculo y que, por un esfuerzo más o menos sostenido de puesta en
escena, aspiran a ponerse en valor, a producir 'la mejor impresión', en resumen,
a hacerse ver y a hacerse valer.Si este observador apasionado de lo real
sabía observar bien, es también porque sabía lo que buscaba. Alumno de Everett
C. Hughes, uno de los grandes maestros de la sociología estadounidense, estaba
alimentado de todas las adquisiciones de la Escuela de Chicago —y especialmente
de los aportes de Georges Herbert Mead, y de C. H. Cooley a los que no deja de
referirse— y de todo lo que este alto lugar del profesionalismo científico había
acumulado, y asimilado, se trate de la obra de los durkheimianos o de la
sociología formal de G. Simmel. Armado de todo este bagaje, en el que es
necesario, sin duda, agregar la teoría de los juegos, aborda objetos hasta allí
excluidos del campo de visión científica. A partir de los signos más sutiles y
más fugaces de las interacciones sociales, capta la lógica del trabajo de
representación; es decir, el conjunto de las estrategias por las que los sujetos
sociales se esfuerzan por construir su identidad, de construir su imagen social,
en una palabra, de producirse: los sujetos sociales son también actores que se
dan en espectáculo y que, por un esfuerzo más o menos sostenido de puesta en
escena, aspiran a ponerse en valor, a producir 'la mejor impresión', en resumen,
a hacerse ver y a hacerse valer.
Esta visión del mundo social, que pudo parecer pesimista, hasta cínica, era
la de un hombre caluroso y amigable, modesto y atento, sin duda tanto más
sensible a lo que la vida social tiene de teatral cuanto que era él mismo
profundamente impaciente de todas las formas ordinarias del ceremonial académico
y de la pompa intelectual.
Traducción a cargo de Fernando Beltrán
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