Expertos detallaron a “La Segunda” lo que se debe hacer, lo que se debe evitar y qué hay que vigilar para evitar que un hijo se convierta en víctima de un depredador. ¿Alguna vez pensó en decirle a su pequeño “Sal corriendo si es necesario”? Hágalo. El Ministerio Público acumula 4.449 denuncias por delitos sexuales contra menores entre enero y mayo pasado.
Uno de los más tradicionales consejos de los padres hacia sus hijos pequeños es que tengan cuidado con los extraños.
Que no hablen con desconocidos ni menos les acepten dulces o regalos.
La bien intencionada advertencia, sin embargo, se queda demasiado “corta” cuando se trata de prevenir abusos sexuales. Según las cifras que maneja tanto la PDI como Carabineros, en el 80% de los casos el autor es un conocido del menor: desde un vecino hasta uno de los padres.
Este tipo de hechos ha ocupado una parte importante de la agenda pública en las últimas semanas debido a sucesivos casos conocidos tanto en Santiago como regiones. El Ministerio Público acumula 4.449 denuncias por delitos sexuales contra menores entre enero y mayo pasado.
En el jardín “Hijitus de la Aurora” (Vitacura), el profesor José Manuel Gómez
La seguidilla de denuncias ha llevado a los padres a tomar medidas extremas de precaución. En el Colegio Apoquindo, el 50% de los apoderados del jardín infantil no está llevando a sus hijos a clases, a la espera de que se regularice la situación.
Y en el establecimiento han tomado todo tipo de medidas, desde nombrar un subdirector hasta instalar cámaras y realizar un plan de contención emocional para padres, alumnos y profesores.
El peligro parece acechar por todas partes, y muchos padres se preguntan cómo es posible prevenirlo.
“La Segunda” consultó a expertos de la PDI y Carabineros, clínicas privadas y fundaciones dedicadas al tema qué medidas concretas se pueden tomar para disminuir el riesgo.
Una de las claves es estar alerta. Y acompañar al niño en todo su crecimiento, porque los casos de incesto suelen iniciarse entre los 4 y 5 años, pero los abusos más frecuentes ocurren durante la escolaridad, específicamente entre los 7 y 13 años.
De la Parra: Interacción debe ser en espacios abiertos
El siquiatra Marco Antonio de la Parra parte señalando que es difícil detectar a un abusador o a un pedófilo. “Suelen tener una buena fachada
En el mismo sentido, agrega, hay que trabajar “con una educación abierta, que los niños tengan claro que están siendo tomados en cuenta (...) Se sugiere incluso desde la arquitectura que los sitios en que haya una interacción fuerte de adultos con niños no sean totalmente cerrados, que no queden a solas por largo rato”.
La capitán Maritza González, del Departamento OS-9de Carabineros , agrega que “es importante generar confianza entre padres e hijos, verbalizar cosas tan sencillas como decirles a los menores que sus partes son íntimas y que nadie se las puede tocar. También dar al niño las herramientas para que pueda decir que no”.
La sicóloga Vinka Jackson fue violada por su padre durante su niñez. Hoy es sicóloga y experta en temas de abuso sexual de menores. Da algunos consejos sumamente concretos:
-Mantener constantes conversaciones con los niños y decirles a las partes íntimas por su nombre. Asimismo, los menores tienen que saber que las confianzas se ganan y no están obligados a hacer cualquier cosa que les diga un adulto (así sean los propios padres). También, que tienen derecho a decir no y a ser escuchados, que más allá de los regalos de Pascua o sorpresas de cumpleaños no están obligados a guardar secretos a nadie, y que pueden pedir ayuda en cualquier situación que los incomode o asuste, o salir corriendo si es necesario”.
Y agrega otro elemento con que los padres pueden prevenir: “Conocer bien los jardines o colegios con los que compartimos el cuidado y formación de nuestros hijos; preguntar, consultar, dejar claro que estamos atentos”.
Resume: “La responsabilidad de proteger no descansa en los niños, sino en nosotros los adultos, siempre”.
María Soledad Latorre, directora ejecutiva de la Fundación para la Confianza (creada por José Andrés Murillo, una de las víctimas de Fernando Karadima), considera que para una efectiva prevención es vital “que no sólo se reaccione cuando los niños ya han sido vulnerados en sus derechos. Es muy importante, en esta esfera, que se cuente prontamente con una Ley Integral de Protección a los Derechos del Niño y Niña”.
Unicef Chile se pronunció ayer en el mismo sentido, afirmando que en este tema “la mejor manera de garantizar la protección de los menores es contar con políticas de prevención permanente en el sector educativo”. Y detalla cuatro ámbitos específicos: “Que promuevan el autocuidado, información hacia los padres, definición de procedimientos a seguir en caso de detección de algún caso y políticas de educación sexual”.
Mirar no los lugares, sino las formas de relación
Si bien los abusos de menores pueden ocurrir en cualquier lugar, y cualquier persona podría ser un potencial abusador, existen ciertos elementos que hacen más fuerte el peligro.
Según indican los expertos, los menores más propicios a ser víctimas son quienes tienen poca comunicación y confianza con los padres. Esta vulnerabilidad será explotada por el adulto, que incluso puede llegar a amenazar al niño diciéndole que si habla, algo malo podría pasarle a él o a su familia.
María Soledad Latorre señala que si bien “últimamente hemos visto casos de abusos en establecimientos educacionales y también al interior de la Iglesia, no creemos justo levantar esos espacios como espacios de riesgo (...) El peligro está en ciertos tipos de vínculo muy desigual entre adultos y niños, donde los mayores abusan de su posición de poder, utilizando a los niños para su gratificación”.
La directora de la Fundación para la Confianza recalca que el abuso sexual “no es privativo de ciertos espacios ni de ciertos oficios (...). Miremos más bien las formas de relación”.
La sicóloga de Carabineros María Luisa Díaz agrega que se debe estar atento, porque “lo que estos abusadores hacen primero es entablar una relación de confianza, que se genera con el tiempo. Le hacen creer a la víctima que es un niño especial, y que está siendo favorecido con los abusos de que es víctima”.
¿De quién estamos hablando?
María Soledad Latorre señala que los abusadores tienen “múltiples perfiles y no son fácilmente reconocibles. No son un grupo homogéneo. Utilizan distintas estrategias, entre ellas la seducción, la manipulación, la utilización del vínculo de confianza, la imposición del secreto, la intimidación o la amenaza”. Además estos pervertidos “son sutiles y graduales en la forma de vincularse con los niños. Por eso confunden tanto a los adultos como a sus entornos”.
Recalca: “Muchas veces son personas que nadie creería que pudieran ser abusadores”.
Valeria Monroy, sicóloga de la Escuela de Criminalística de la PDI , explica que a nivel sicológico se trata de sujetos con una parafilia, “que es una desviación sexual, donde el objeto de deseo puede estar en animales, niños, etc.”. A esto se suma que generalmente tienen un tipo de sicopatía, que hace que no tengan remordimiento y que sólo piensen en su bienestar.
Desde el OS-9 de Carabineros, en tanto, indican que cerca del 97% de estos delincuentes corresponden a hombres, cerca del 70% fue víctima de un abuso sexual cuando eran niños y además el pederasta no tiene forma de rehabilitarse.
Detalles que deben llamar la atención
Si bien no existe un único indicador que demuestre que un niño ha sido víctima de abuso sexual, existen algunos síntomas clave (ver recuadro). El primero y más evidente es una modificación en el comportamiento, “para lo cual es muy importante conocer al niño, porque recién ahí podremos ver si ha cambiado”, indica la sicóloga Monroy.
Vinka Jackson agrega que generalmente se da una combinación de síntomas, como son “retraimiento o reacciones emocionales extremas del niño (...), evitar situaciones donde deba desvestirse (ir al baño, lavarse, ponerse pijama o cambiarse de ropa) y la tendencia de cubrirse y taparse en exceso”.
Señala que el cuerpo del niño tiene además otras formas de expresar los traumas, como “puede ser tendencias a enfermarse; o con irritaciones o infecciones en las partes íntimas (que pueden ser resultado del abuso, o una forma de protesta del organismo)”.
Y la sicóloga Jackson pide encarecidamente solicitar ayuda especializada cuando se sospecha de un ataque sexual: “Los papás y mamás no tenemos que realizar evaluaciones o diagnósticos por nuestra cuenta (...). No estamos capacitados ni tenemos la distancia emocional para concluir sobre un abuso, a excepción de aquellos casos donde las señales físicas sean evidentes”.
El problema, advierte María Soledad Latorre, es que “lo menos común es que existan lesiones físicas de los abusos”.
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